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Taehyung dejó de sonreír luego de ver a su amigo desaparecer por la puerta de la cafetería. Sus clases habían terminado por ese día y había acompañado a Jimin hasta su trabajo, pero ya no había mucho más por hacer en su itinerario, además de estudiar y pensar en Jungkook.

¡Pensar en Jungkook! Definitivamente, iba a perder la cabeza a causa del chico. Había pasado más de una semana desde que habían charlado y aún sentía migraña cada vez que lo encontraba en su facultad, esperando por Jiho mientras lo ignoraba por completo. Siendo honesto consigo mismo, Taehyung esperaba que el chico pusiera sus pensamientos en orden al cabo de unos días, pero temía que eso jamás pasaría y él seguiría siendo el malo de la película. Era bastante obvio en ese punto cuán importante era Jiho para él, sin embargo ¿de verdad existía gente que no podía ver las buenas intenciones de otros?

Taehyung presionó el puente de su nariz antes de acomodar sus lentes. Por lo general, él no era la clase de persona que se dejaba vencer, así que odiaba su malhumor esos días. Si dejar de pensar en Jungkook era la solución a sus problemas, entonces lo habría hecho de haber podido. Tristemente, la expresión amarga del chico lo perseguía incluso en sus sueños. Y también estaba el recuerdo más reciente, donde él había vertido un batido sobre la cabeza de una de sus compañeras. Taehyung se sorprendía de sí mismo por haberse enamorado de alguien tan impulsivo y rencoroso como él, pero, sobre todo, se sorprendía de admirar tal hazaña.

Entonces, sí había enloquecido. ¿Su madre le tiraría las orejas por fijarse en ese tipo de chico? Pero el resto no sabía que detrás de ese sombrío ser humano, había un joven que apenas parecía entender el mundo. Y era esa inocencia e ignorancia lo que hacía que Taehyung quisiera protegerlo a pesar de que este apenas lo miraba.

Dios, estaba perdido.

―¡Deberías tener cuidado al cruzar! ―Taehyung, que se había sobresaltado cuando un auto se estacionó repentinamente frente a él, miró con curiosidad al chico que había bajado su ventanilla―. ¿Quieres morir? ―pero sus palabras, que podían confundirse con una amenaza, en realidad estaban llenas de incredulidad.

―Seokjin-ssi...

―El tonto lindo ―el mayor sonrió, burlón―. ¿Realmente quieres morir? ¿Para qué siquiera se inventaron los semáforos?

―N-no, yo... ―balbuceó―. Es-estaba pensando ―intentó explicar.

―Sí, parece que no es tu fuerte ―rio―. Entra, te daré un aventón.

Taehyung accedió solo porque no estaba seguro de que existiera alguien en el mundo capaz de negarse a Kim Seokjin. Tomando el asiento de copiloto, miró de reojo el lujoso interior del auto antes de detenerse en el espejo retrovisor, notando un bulto en los asientos de atrás. Seokjin preguntó su dirección, pero él apenas respondió mientras intentaba descifrar qué había ahí atrás.

―Es el mejor amigo de mi hermanito ―comentó Seokjin mientras manejaba, leyendo su expresión―. Me ofrecí para pasar por ellos a la universidad, pero mi hermano ha corrido a la biblioteca mientras dejaba a Yoongi conmigo.

―¿Él está bien? ―preguntó dubitativo, aún mirando por el espejo―. ¿Acaso no está enfermo?

―No, Yoongi duerme así ―rio entredientes―. ¿No es lindo?

Taehyung no respondió, pues no tenía nada que decir respecto a ese burrito que aparentemente tenía un ser humano en su interior. Mirando de reojo al mayor, se sorprendió de encontrar una sonrisa tonta en sus labios mientras admiraba fugazmente al bulto en los asientos traseros.

―Entonces... ―Seokjin rompió el silencio―. ¿Cómo te trata la vida, tonto lindo?

―Me llamo Taehyung ―corrigió, frunciendo sus labios―. Kim Taehyung.

Hoy somos azul [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora