XI

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Draco y Harry solo consiguieron salir de Cheshire después de tres semanas. El rey tenía miedo de dejar a la pareja salir del reino, pues luego del ataque al palacio el clima estaba tenso, ellos estaban recibiendo amenazas y tenían miedo de que una emboscada fuese armada para tomar a los dos príncipes.

Sin embargo, Draco consiguió convencer a su padre, diciéndole que era mejor que ellos se alejasen un poco de todo ese clima, y que Harry merecía ver a su madre y a sus hermanos, sin contar que ellos podrían averiguar cómo estaba la situación del otro lado del reino.

El pequeño Harry se emocionó cuando Draco le dijo que estaban autorizados a viajar hacia Doncaster. Él estaba ordenando las maletas junto con una de las empleadas, mientras Draco estaba acomodando los últimos detalles para la salida.

En la mañana fría de aquel inicio de marzo, Harry estaba muy arropado, era bien temprano, el día aun no tenía ningún rayo de luz, él estaba muriendo de sueño, salió prácticamente hecho un zombie y así fue que entró al carro junto con su marido, luego se acurrucó en el hombro del mayor, durmiéndose prácticamente en seguida.

El viaje no era largo, pero no dejaba de ser agotador, eran dos horas si el tránsito fuese bueno. Draco pasó aquellas dos horas muy preocupado, no negaba que tenía miedo, pero ellos no podían pasar la eternidad encerrados en aquel palacio. Mientras su omega dormía tranquilamente aferrado a él, él estaba alerta a cualquier tipo de eventualidad, Draco agradeció a los cielos cuando el carro pasó por la entrada del palacio de Doncaster.

Él suspiró aliviado y comenzó a despertar a la pequeña criatura a su lado. Sonriendo al observar al omega el cual no entendía como conseguía ser tan hermoso incluso estando dormido.

- Hey, bebé... - murmuró Draco, moviendo el brazo del menor – Despierta, príncipe, llegamos.

- ¿Hm? – el pequeño murmuró, atontado por el sueño.

- Llegamos, amor. – Dijo Draco nuevamente, acariciando los lacios cabellos de su esposo - ¿No quieres despertar para ver a tu madre y a tus hermanos?

Los ojitos verdes de Harry parpadearon lentamente, intentando enfocarse. El sueño era tan delicioso y él se sentía tan cómodo al lado del alfa, parecía que estaba seguro de todo lo malo del mundo. Fue despertando de a poco y finalmente el carro frenó en la entrada del palacio.

Cuando Draco y Harry – el menor bostezando y apoyándose en el mayor – salieron del vehículo, encontraron a la reina Lily de pie, con una sonrisa inmensa danzando en su rostro, ella sostenía a la pequeña Susan, que balanceaba sus piernitas.

- ¡Mamá! – Harry exclamó, un poco más despierto, y sonriendo grande al ver a su madre.

- ¡Mi bebé! – Lily también exclamó, extendiendo el brazo libre hacia su hijo que corrió inmediatamente hasta la mujer mayor, acomodándose en el brazo de su madre de la mejor manera posible.

La pequeña Susan parpadeó confusa, pero solo colocó su manito en la cabeza de su hermano mayor, como si estuviese saludándolo también. Harry rió en medio de las lágrimas, su madre hizo lo mismo, y la reina también estaba llorosa. Él se apartó de su madre y le sonrió a su hermanita menor, acariciando las mejillitas rojas.

- ¡Dios mío, estás enorme, pequeña Susan!– Harry habló, risueño, para la niña, que le dio una sonrisa.

Él tomó a la niña en su regazo mientras Draco se acercaba y saludaba a Lily. La niña se rindió a los encantos de su hermano mayor, estaba riendo y apretando sus bracitos en el cuello del mismo. Draco sonrió ante aquella visión y su bobalicona mente ya lo llevaba a imaginar cuando aquella escena fuese con sus hijos.

Royals - DrarryWhere stories live. Discover now