XXV

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Los días comenzaron a pasar más deprisa después de la coronación de Draco. El nuevo rey era un hombre demasiado ocupado ahora, sin embargo siempre encontraba una forma de estar con su omega. Aún más ahora, que Harry estaba al final de la gestación. El jóven era pequeño y Gian estaba muy grande, pesado y dejaba sus pies hinchados, además de que arruinaba su espalda. Harry no tenía más una posición para dormir, él dormía sentado y a veces de lado cuando su pequeño lo dejaba.

Pero Harry estaba feliz, no veía la hora de tomar a su bebé en brazos y mirar su carita. Él quería saber si el pequeño alfa sería igual a su papá, y era lo que Harry más quería. Un mini Draco sería la realización de sus sueños. El cuarto del niño ya estaba terminado, solo esperando a que su dueño llegara, sus maletas también y todo eso dejaba a Harry aún más ansioso.

El omega ya tenía 37 semanas, su barriga estaba más abajo, eso era una señal de que el parto sería pronto. Habían tenido dos falsas alarmas, las contracciones vinieron con fuerza, pero la primera vez – era de madrugada – Harry estaba a los gritos y Draco lo llevó deprisa hacia el hospital. Él quedó en observación, las contracciones fueron cronometradas, pero cuando la médica lo examinó, le dijo que era solo una falsa alarma.

La segunda vez, era de tarde y Draco estaba en el medio de una reunión con líderes internacionales cuando un empleado llegó alarmando al alfa, avisándole que Harry había entrado en trabajo de parto. Y una vez más fue una falsa alarma. ¿Harry estaba cansado de eso? Con toda certeza. Pero, él no podía hacer nada, infelizmente.

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En aquella tarde específicamente, él estaba tomando té con la reina y Luna, Draco estaba en otra reunión. Scorpius estaba por allí también, sentado en el regazo del tío Harry y tocándole la enorme barriga. Él ya podía hablar algunas palabras, pero muy pocas.

- ¿Beebee? – preguntó el niño.

- Si, amor, bebé. – respondió Harry, con una sonrisa cansada.

- Haz, ¿estás bien? – Luna indagó, observando la expresión de su cuñado.

- Más o menos. – el omega suspiró – Estoy con cólicos desde que desperté.

- ¿No son contracciones, querido? – la reina Cissy inquirió, preocupada.

- No...Creo que no. – Harry se encogió de hombros – Creo que me voy a recostar un poquito.

- Ve, Harry. Cualquier cosa llámanos, ¿ok? – Luna concordó y se levantó para tomar a su hijo del regazo de su cuñado.

Harry asintió y se levantó después de que devolvió al niño a su madre, pero cuando lo hizo, terminó gritando fuertemente de dolor. Era una contracción y una muy fuerte, nada comparada a las anteriores.

- Te dije que eran contracciones. – dijo Narcisa, levantándose para socorrer a su yerno – Harry, querido, respira con calma. Recuerda las clases

Harry respiró hondo algunas veces, sujetándose de su suegra, cuando de repente sintió un líquido escurrir por entre sus piernas.

- Oh joder, ¡la bolsa se rompió! – sollozó.

- Luna, ve a buscar a Draco y avísale a una empleada que tome las maletas de Harry y de Gian, y también pídele a alguien que prepare un auto y avise al hospital. – Narcisa pidió a su hija – Yo voy con Harry, para ayudarle a cambiarse de ropa.

Luna asintió y salió del jardín con su hijo en brazos. La reina llevó a su yerno hasta el cuarto de él y le ayudó a cambiarse de ropa. Cuando ellos ya habían terminado, Draco apareció en el cuarto, agitado.

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