18.

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Yo era una de las personas que podía alardear sin problemas por tener facilidad de palabra con cualquier persona adulta. No importaba si era en un ámbito laboral, en un ámbito social e incluso en lo romántico, a excepción de Wonho o algo relacionado con él, no había encontrado otra persona que me dejara sin palabras o que me provocara tantos nervios que no pudiera hacer más que decir puras tonterías.

Lamentablemente era mi bocota quien me hacía caer una y otra vez en cosas que no quería o que realmente no tenía el valor de hacer, pero lo intentaba para no verme mal frente a él. Como ese día cuando le dejé que se llevara mi auto para ir a hacer su entrevista y le dije que arreglaría su camioneta... Pues bueno, yo no sabía nada de autos y tampoco tenía tiempo para llevarlo a un taller. Tampoco esperé que tendría a una chica linda tocando mi timbre a las siete de la mañana e interrumpiendo el valioso poco tiempo que me quedaba para dormir antes de ingresar a un fastidioso día de papeleo en la oficina.

— Hola, soy Soyoung... —saludó cuando abrí la puerta— Lamento la molestia y las prisas, he traído el auto de Wonho, ya que él me dijo que lo hiciera...

Sonreí falsamente.

— Soyoung... He escuchado de ti. —afirmé con un tono quizá más tétrico de lo que quise— Y sobre el auto es verdad. —la chica asintió sin saber que más decirme— ¿Qué le ocurre al auto? Pensé que estaba inservible.

Ella miró hacia la camioneta y negó.

— Bueno, Wonho le hizo un par de arreglos y la pude traer hasta acá, pero definitivamente necesita ser revisada. —explicó vagamente— Por el momento no puede alcanzar una velocidad considerable y... Sinceramente no sé mucho de esto. Lo siento.

Asentí siendo un poco más comprensivo, pero repentinamente vino a mi cabeza el pensamiento que jamás pensé que podría tener a las siete de la mañana, recién despertado y con mal humor.

—¿Y donde está...? —susurré sin poder terminar la frase, pero ella no me entendió como lo hacía Wonho, así que eso hizo las cosas un poco más difíciles— Quiero decir, el... La-la persona que cuidas...

Entonces su expresión por fin cambió de confusión a comprensión.

— ¡Oh! El niño... —se rió— Es que si lo dices así... —susurró y yo asentí levemente sintiéndome un poco culpable— Bueno, él está esperándome en el auto de mi amiga. —señaló hacia un turismo rojo que estaba estacionado cerca de mi casa— Wonho me dijo que no lo habías conocido oficialmente así que no quería arruinar un evento importante... —sonrió casi emocionada, seguramente porque no conocía la verdad del asunto— Y bueno, me voy ahora porque se pone intranquilo si está sólo. ¡Nos vemos otro día!

Sonreí e hice un ademán de despedida, pero no me moví de mi sitio hasta que los vi irse y perderse de mi vista, pero el mal sabor de boca que me dejó aquella conversación fue bastante grande. Tan sólo de pensar en que Wonho evitara a toda costa que yo viera a su minibestia para no incomodarme, me hacía querer darme unos buenos golpes.

Y aunque hubiera querido que eso durara sólo un poco, conforme avanzó el día cada cosa terminaba siendo mas odiosa que la anterior. Como la tontería de caerme en la ducha, encender el motor de la camioneta de Wonho y ver que lo más que aceleraba era a 20km/h y que no calculé el tiempo que me tomaría llegar al trabajo, y ni hablar de la cara burlona de mi padre cuando me vio llegar a su empresa con aquel automóvil viejo que casi podía coronarse como el emblema de un hombre casado y padre de familia.

— Vaya, esto es nuevo... —susurró mirando la camioneta una vez que me estacioné y apagando el cigarrillo que se estaba fumando.

No es necesario mencionar que si las miradas golpearan, mi papá estaría tan morado y redondo como una uva en pocos segundos.

Karma Se Escribe Con Mayúscula Donde viven las historias. Descúbrelo ahora