24.

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El ocupado empresario Hyungwon solía mantener el rostro serio la mayor parte del tiempo mientras revisaba el papeleo, pero esa tarde bastó con un mensaje de «te veo pronto» para que una sonrisa boba escapara de mis labios en un descuido.

Generalmente me la pasaba ocupado pero no desperdiciaba ni un sólo día libre para ver a Wonho, quien también tenía un horario de trabajo bastante raro. Así que ese día habíamos quedado para salir a dar una vuelta en la camioneta de Wonho, la cual después de varios arreglos extras, ya estaba lo suficientemente bien para devolverla a su dueño.

Y no, no es que me obsesioné con dejarla lo mejor posible para ellos, es sólo que... Realmente necesitaba un poco de pintura y tapizado. Sí, definitivamente eso era.

Al llegar al apartamento me di prisa en alistarme, y a los pocos minutos de haber terminado, mi tan esperado visitante llegó.

—Hola... —dijo con una dulce sonrisa cuando le abrí la puerta, pero no quise contestar.

En cambio lo besé hasta que él terminó cargándome y yo enroscando mis piernas en su cintura.

—Bienvenido. —dije finalmente con una sonrisa amplia y la respiración agitada. —¿Estás preparado?

Él asintió en respuesta, entonces tomé su mano y después de cerrar la puerta corrí con él hacia el estacionamiento del edificio con mucha emoción y ganas de ver su reacción.

—¿Por qué tanta prisa? —preguntó entre risas.

No le dije nada hasta que me detuve frente a la camioneta y extendí las llaves hacia él.

—Sorpresa. —dije sin contener mi emoción. —He arreglado tu camioneta mucho mejor, ¿te gusta?

La sonrisa de Wonho se borró y miró con escépticismo el auto que estaba detrás de mí, quizá pensando que me deshice de su camioneta y compré una replica para reemplazarla.

—Yo... —suspiró y sus ojos se irritaron. —¿Por qué lo hiciste? Esto... Realmente no era necesario... Sabes que no puedo pagartelo. —dijo finalmente cubriéndose el rostro con una mano mientras sollozaba. —

Mi corazón se estrujó en mi pecho al verlo de esa manera.

—¡No quiero que me lo pagues! —dije abrazándolo inmediatamente. —Al menos no con dinero... —susurré. —Ni siquiera espero nada a cambio, sólo quiero ser un buen novio. Esta es mi forma de demostrar amor, supongo.

Wonho se apartó de mí lo suficiente para verme a la cara y sonrió entre lágrimas.

—¿Qué te hace pensar que no eres un buen novio incluso si no haces esto? —preguntó antes de darme un dulce beso.

Mi pecho se hinchó de paz cuando lo escuché y sonreí sin saber qué responder.

—Vamos, deberíamos ir a probarlo. —dije extendiendo las llaves una vez más hacia él. —Cenemos en el restaurante de mariscos al que me llevaste antes de pedirme ser tu novio. —alardeé. —Extraño comer algo rico, y quiero revivir algunos momentos de ese día.

Él asintió, tomó las llaves con emoción e inmediatamente se dispuso a conducir. Afortunadamente la camioneta funcionaba increíblemente bien, y nuestro viaje a la orilla de la playa fue tan suave como un pétalo y después de cenar nos dispusimos a pasear por la orilla, escuchando las olas del mar, tomados de la mano.

—Realmente estoy muy agradecido por lo de hoy. —susurró apretando mi mano.

Me reí por lo bajo y lo empujé con el hombro.

—Oh, vamos. —me quejé. —¿Vas a hablar de eso toda la vida? ¿No te bastó con lo de «pagar la cena por agradecimiento» sino que ahora tendrás que mencionarlo de nuevo?

Él sonrió y bajó la mirada.

—Es sólo que... —guardó silencio un momento como si se le hiciera difícil lo que tenía que decir. —Ese detalle ha sido de mucha ayuda ya que el pagar tren para viajar al trabajo se me estaba haciendo costoso, y no quería gastar el dinero necesitaría para hacer las compras del cumpleaños de mi hijo. —dijo con la voz un poco temblorosa. —Además, la camioneta me ayudará a hacer los mandados para ese día.

Lo miré totalmente asombrado y conmovido.

—Si tienes problemas de ese tipo, ¿por qué no me contactas? —dije un poco triste. —Dije que estaría para ambos.

Él suspiró y me sonrió.

—Es que ya has hecho mucho. —susurró. —No quería molestarte por más cosas.

La frase era simple de entender, pero su tono de voz y sus movimientos corporlares me hicieron saber que en realidad no quiso decirme nada porque su corazón de padre estaría herido si él mismo no era capaz de obtener lo suficiente para que su hijo estuviera bien, sin depender de terceros. Entonces no insistí.

—Dijiste que pronto es su cumpleaños... —mencioné desviando el tema. —¿Cuantos años tiene?

Wonho se sorprendió de verme un poco interesado en aquel personaje que nunca antes había cabido en mi boca de manera directa.

—Va a cumplir cuatro. —respondió de forma casual. —No será una gran fiesta, pero quiero que los niños del barrio lo acompañen y pueda disfrutar de un par de juegos y un pastel de cumpleaños...

Él miraba hacia el frente mientras me explicaba eso, pero yo todo el tiempo lo miré a él y noté en sus facciones la felicidad que brillaba en sus ojos mientras se imaginaba como sería la fiesta del pequeño, tanto que sin analizalo, dije lo que pensaba.

—Yo puedo ayudar. —afirmé.

Wonho detuvo sus pasos y me miró con la sorpresa tatuada en el rostro.

—¿Eso significa que quieres ayudar a organizar la fiesta y además estar presente? —preguntó con los ojos bien abiertos, a lo que yo respondí con un asentimiento, ganandome una mirada confusa de parte de Wonho. —¿Estas seguro que no tienes fiebre?

Su mano fue a parar en mi frente y no pude hacer más que rodar los ojos con un poco de molestia.

—No me hagas retractarme... —dije apartando su mano. —Sólo accede y ya.

Escuché su risa justo antes de que acunara mi cara.

—¡No tengo nada que decidir! —exclamó. —¡Mi casa y mi familia han estado esperando por ti con las puertas abiertas todo este tiempo! —sus labios atraparon los míos con muchos besitos cortos y después me abrazó con fuerza. —Estoy muy feliz de que nos estes aceptando.

Mientras sentía la calidez de sus brazos envolverme, correspondí el abrazo y aspiré su aroma sintiéndome igual de feliz que él.

—Yo también lo estoy. —dije sinceramente.

Él me besó una vez más y después de soltar un largo y ruidoso suspiro prosiguió con sus palabras comprensivas.

—No te presiones a ir a una fiesta plagada de niños, sólo elige una fecha y organizaré una cena en mi casa para que vayas y se conozcan. —dijo preocupándose por mí. —Así te sentirías más cómodo.

Miré su sincera preocupación en aquellos ojos que brillaban de amor y sonreí al mismo tiempo que asentía.

¿Qué tan malo sería conocer a una minibestia?
No lo sabía, pero de algo estaba seguro...

Decidí amar al hombre correcto.

Decidí amar al hombre correcto

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Karma Se Escribe Con Mayúscula Where stories live. Discover now