23.

214 46 5
                                    

Cuando miré el reloj llegando a la hora a la que habíamos acordado vernos con mi padre, recogí mis cosas y me dispuse a salir sabiendo que su molesto pero útil hábito de la puntualidad era algo que me recalcaba más veces de lo que desearía, así que para cuando llegué a la parte frontal del edificio, su camioneta justo estaba deteniéndose.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó al verme llegar con la mochila grande.

Negué con la cabeza y simplemente la lancé a la parte de atrás.

—Es sólo una mochila. —dije a modo de reproche cuando abrí la puerta del pasajero. —No soy tan débil.

Él rodó los ojos, como si estuviera cansado de escucharme fingiendo ser fuerte cuando de eso no tenía ni una pizca.

—Ya sé que es sólo una mochila, pero parecía que luchabas con todas tus fuerzas simplemente para llegar al auto. —se burló. —Mírate, ni siquiera puedes subirte al coche debidamente.

Ignoré sus palabras y fingí sentarme cómodamente en el asiento, cruzando el cinturón de seguridad y haciéndole una señal para que avanzara. Tampoco es como si pudiera comentarle a mi padre abiertamente que después de tanto rogar para mis adentros, mi novio me había dado hasta para llevar y que mi estúpido débil cuerpo no se había recuperado en un par de días.

Afortunadamente él no preguntó nada, quizá porque no pensó que mi ambición se había vuelto realidad o porque simplemente decidió ignorar los indicios de mi vida privada, aunque viéndolo actuar así de repente me hizo reír y sentirme un poco triste al mismo tiempo. Por una parte me ponía feliz saber que estaba dándome mi espacio para poder ser más independiente, pero por otra parte estaba afligido al sentir el inevitable miedo al abandono del único progenitor que me quedaba.

—Hemos llegado. —dijo sacándome inmediatamente de mis pensamientos. —¿Estas seguro que quieres entrar?

Soltando un largo suspiro, sonreí y arreglé mi postura tratando de disipar mis propios pensamientos dolorosos.

—La psicóloga dice que las cosas deben hacerse poco a poco, ¡así que hagamoslo! —exclamé con entusiasmo antes de salir del auto.

Mi padre bajó después y me alcanzó rápidamente, revolviendo un poco mi cabello.

—¿Tu definición de poco a poco es venir a un orfanato lleno de niños? —preguntó casi aturdido. —Jamás has estado presente en una causa benéfica de la empresa en lugares como este, todavía estoy sorprendido de que aún no hayas regresado al auto.

Tenía razón. Por obvias razones nunca quise asistir a la causa benéfica de esa fecha, pero esa vez quise probarme a mí mismo que estaba superando mis obstáculos, asi que debía demostrarle que podía estar tranquilo aún cuando había música infantil, juguetes y muchas de las minibestias correteando por ahí.

—No me hagas pensar las cosas ahora que estamos en la puerta. —le pedí sintiendo un poco de ansiedad al prestar mejor atención a mi entorno. —Sólo acompáñame y haz tu parte.

Dicho eso, ingresamos al lugar con una sonrisa. En general había un ambiente muy animado y muchas sonrisas ya que esos niños esperaban ese día con mucha ilusión, también esperaban a mi padre sabiendo que él era el gentil hombre que los mimaba en esa fecha con toda clase de regalos y comida, por eso cuando lo vieron los que ya tenían un par de años de estar ahí corrieron a abrazarlo y el resto se les unió sin dudarlo.

Él se dedicó a jugar con ellos por un rato mientras que yo lo esperaba a un lado, apoyado en la pared. Lo que no me esperé en absoluto fue que tan pronto como mi padre revelara mi identidad a las curiosas minibestias, su atención se desviaría hacía mí y vendrían corriendo a abrazarme como si me conocieran de toda la vida.

Al principio traté de evadirlos, pero eran tantos que se me hizo difícil apartarlos, y no quería ser grosero y gritar, por lo que recurrí a la única persona que tenía cerca.

—Papá, quitamelos por favor... —supliqué sintiendo mis manos temblar.

Las risas de los presentes no se hicieron esperar, ya que a todos les parecía gracioso que la bola de niños se abalanzara sobre mí y jugara conmigo, incluso mi papá sonrió al ver aquella extraña imagen por primera vez. Pero para mi no era gracioso.

Soporté unos minutos en silencio, pero inevitablemente bajé la mirada y comencé a llorar por lo bajo, cosa que fue notada sólo por mi papá, quien rápidamente vino a mí y le pidió amablemente a los niños que me soltaran, y así fue como salí de ahí y me encerré en el auto.

Poco después mi padre llegó al auto y se encerró conmigo, dejándome llorar por mucho rato hasta que me calmé.

—Hijo, si es tan difícil para ti entonces no tienes por qué forzarte a hacerlo. —dijo con suavidad, acariciando mi cabello. —No tienes que probarle nada a nadie. —soltó un suspiro. —¿Sigues molesto?

—No estoy molesto. —respondí inmediatamente.

Él me sonrió con calidez.

—Hyungwon, te conozco demasiado. Tienes la nariz arrugada y además no me estas mirando, es muy notorio que estas mintiendo. —dijo sabiendo que tenía razón.

Solté un largo suspiro.

—Bien, si estoy molesto pero no por las razones que tú crees, es solo... —hice una mueca de desagrado. —Sentir tanto amor de repente me abrumó. —guardé silencio un momento y proseguí a soltar aquello que sentía. —Lo odié, pero precisamente por eso me molesta. Estoy siendo rencoroso y soy el único que sale afectado por ello.

Al ver que por primera vez en mucho tiempo estaba ventilando mis sentimientos, mi padre me puso una mano en el hombro.

—Desahógate. —me susurró.

Mis ojos se llenaron de lágrimas otra vez tan sólo de pensar en cómo decir lo que quería decir.

—Es que... —tragué con fuerza tratando de aliviar el nudo de mi garganta. —Aquel niño dentro de mi está triste, enojado y resentido. —me sinceré. —Él esperó tanto tiempo para dar ese amor tan puro de su corazón, pero quien debía recibirlo no lo hizo. No quiso hacerlo. —mi voz se quebró mirando el semblante triste de mi papá. —Entonces cuando veo a estos niños aparentemente sin nada, pero siendo tan capaces de esparcir ese amor con tanta facilidad, mi niño interior se enfada muchísimo porque él todavía anhela una oportunidad incluso ahora... —dije antes de romper en llanto. —Pero ya es muy tarde.

Los brazos de mi padre me envolvieron fuertemente al escucharme admitir mi tristeza en voz alta por primera vez desde que fui adulto.

—Hyungwonnie, sabes que papá va a recibir todo el amor que quieras darle. —susurró tiernamente tratando de consolarme. —Yo siempre voy a estar aquí y mi promesa no será rota hasta que suspire mi último aliento... —dijo limpiando mis lagrimas con cuidado, antes de soltar un largo suspiro. —Pero quiero que recuerdes que ahora no soy el único que está dispuesto a recibir ese amor. —me sonrió. —Hay una familia que te espera con los brazos abiertos.

Gracias a sus palabras, la imagen de un sonriente Wonho dándome un besito en la frente y haciendo sonar la cajita de música vino a mi mente.

Quizá sólo debía ser un poco más fuerte.

Quizá sólo debía ser un poco más fuerte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Karma Se Escribe Con Mayúscula Donde viven las historias. Descúbrelo ahora