08.

625 141 48
                                    

Pasaron un par de días antes de que tuviera noticias del hombre por el que hacía tonterías inconscientemente, no demasiados, ni siquiera una semana, pero sí fueron los suficientes para que mi enojo y mi orgullo se disiparan un poco.

Hoseok no me conocía demasiado, ni yo a él, pero parecía que aquel hombre notaba algunos puntos de mí sin que yo se lo mencionara, era como si él naturalmente supiera cuando y cómo hacer las cosas, todo lo contrario a mí, que pese a ser el que supuestamente estaba enojado, durante los días de su ausencia tomaba el celular y escribía mensajes de doscientas palabras que acababa borrando después.

Afortunadamente fue él quien volvió a escribirme. Fue un mensaje simple citandome a tomar algo en una cafetería para poder conversar y aclarar el asunto de una vez por todas, claramente yo si quería ir por lo tanto acepté, eso sí, pareciendo molesto aún.

No quería parecer demasiado entusiasmado con la idea pero me fue inevitable pasarme horas eligiendo ropa de mi closet. ¿Se vería muy obvio si iba a la peluquería a hacerme un peinado distinto? Nah.

Planifiqué todo de la mejor forma que pude y aunque llegué 20 minutos antes que él, no salí de mi auto que estaba estacionado a una distancia considerable hasta que lo vi llegar. De esa forma mataba dos pájaros de un tiro, el primero era ser puntual, el segundo descubrir cómo o con quien llegaba. Para mi sorpresa, llegó caminando y totalmente solo.

Aquello pudo ser una respuesta definitiva a mis dudas, sino fuera porque mi lado detective se hizo la pregunta: “¿Por qué este tipo tiene un auto en su casa y jamás sale en él? Ah, claro... La tipa que lo llamó si tenía el auto... Entonces, ¿viven juntos?”

Bum. Mis neuronas no tenían descanso.

Transcurridos un par de minutos después de que él llegó, bajé del auto caminando de forma altanera como si no hubiera visto el reloj desde el dia anterior y casualmente llegara casi puntual de forma inconsciente. Entonces nuestras miradas se cruzaron y por un momento sentí que mis rodillas se hacían gelatina, pero lo disimulé muy bien. O eso creo.

Se levantó del asiento y me hizo una señal con la mano para indicarme que fuera a sentarme junto a él, en una mesa para dos de las más apartadas.

— Hola... —saludó suavemente como si quisiera tantear mi reacción para saber si seguía molesto o no— por favor toma asiento, puedes pedir lo que gustes, yo invito.

Por poco caí en su tentación. Estuve a punto de sonreír alegremente y comentarle mi interminable amor por el Iced Americano en toda época, pero me contuve pensando en que me convenía estar en modo diva.

— Prefiero que seas directo y me digas que pasa. —respondí tomando asiento con mi actuación impecable.

Casi me di un par de palmaditas a mí mismo por ser tan buena diva. Sin embargo él en vez de molestarse o entristecerse como lo esperé, sonrió levemente.

— Pregúntame lo que quieras. —respondió sin titubear.

¿Lo que yo quisiera? ¿Preguntarle si sentía algo fuerte por mí como yo lo sentía por él, sería correcto? No, no... Primero lo primero.

— ¿Estás casado? —solté al recordar lo del auto.

Él soltó un suspiro.

— Bien, no voy a ocultarte nada. —declaró acomodando en su asiento— He estado "casado" o algo así... No fue algo tan formal como un matrimonio con papeles firmados, pero éramos una pareja en toda la extensión de la palabra... —asenrí intentando disipar el sabor amargo que tenía en la garganta al escuchar ese tipo de cosas de su pasado. Me sentía tan envidioso de aquella persona que me costaba mucho ocultarlo— Las cosas salieron mal y desde hace un par de años estoy solo, así que para responder a tu primera pregunta, no, no estoy casado, tampoco tengo pareja ni interes en nadie más que tú.

A pesar de que lo último había aliviado levemente la amargura, no terminaba de disolver mis dudas.

— Entonces... —lo miré a los ojos— ¿Quién es la chica que llegó a traerte?

Él sonrió fugazmente y aunque por una parte mi pecho revoloteó como siempre lo hacía cuando él sonreía, no me gustó que esa sonrisa haya aparecido al mencionar a la chica.

— Es una muy buena amiga, nos conocemos desde hace una década mas o menos. —explicó tranquilamente— Ella ha sido mi mayor apoyo hasta ahora.

— ¿Por qué no estas con ella entonces? —solté sin pensarlo, pero arrepintiendome automáticamente por lo absurda que fue mi pregunta— Quiero decir... Apenas te habló y saliste corriendo sin importar que yo estaba ahí... Entonces...

Él suspiró y yo quería estrellar mi cabeza contra la mesa por idiota.

— Hyungwon tú me importas, de verdad. —susurró tomando mi mano por encima de la mesa— Pero era una emergencia y... No era su emergencia.

Fruncí el ceño.

— ¿Entonces? —cuestioné pensando en que la situación tenía menos sentido.

Si hubiera sido la emergencia de la chica lo hubiera entendido, después de todo una amistad tan larga seguramente era leal, pero si era la emergencia de alguien más... ¿Acaso todo mundo era prioridad frente a mí?

Wonho no respondió inmediatamente, se quedó pensativo un largo rato mientras me miraba y sinceramente me dio temor pensar que él prefiriera acabar con aquello extraño pero bonito que teníamos.

— Siempre he tenido miedo de volver a salir con alguien justamente porque cuando llegamos a este punto, simplemente se van. —comentó dejándome aturdido— Si después de esto decides irte también, entonces lo entenderé... —acarició mis manos suavemente mientras hacía una larga pausa de simencio que no me atreví a interrumpir— Pero, antes déjame decirte que eres alguien muy agradable, espontáneo y sin duda hermoso, Chae Hyungwon.

Miré la unión de nuestras manos, con latidos erráticos en el corazón.

— Me estas asustando... —admití dejando de lado mi fingida arrigancia— ¿estás enfermo o que?

Él negó levemente.

— No, en realidad yo... —buscó mi mirada— Hyungwon, yo... Soy padre soltero. Tengo un hijo.

No sé que cara tenía en ese momento, ni siquiera quiero imaginar la cara de shock que puse al escucharlo.

— ¿Un que? —cuestioné manteniendo la calma, pensando en que tenía tantas ganas de beber café que pensaba en cualquier tontería y había escuchado mal.

Wonho me miró raro.

— Un hijo. —reafirmó.

Si antes la expresión de Wonho ya era extraña, su expresión se torció aún más al verme soltar una fuerte carcajada en su cara.

Cualquier persona que se cruzara por ahí y no viera tomados de las manos y a mí riendo de esa forma, seguramente pensarían que eramos una pareja joven enamorada y en lo mejor de nuestra vida. Pero lo que en realidad pasaba era algo totalmente distinto.

— ¡Ay, Wonho! —exclamé entre risas, limpiandome las lágrimas que salieron con mis carcajadas— no bromees de esa forma.

— Hyungwon. —llamó mi atención apretando un poco mi mano en la suya— no estoy bromeando. Tengo un hijo.

Espera un minuto... ¿Acaso el hombre que amaba realmente dijo...?

¡¿Uno de esos bichos peludos y mocosos que corren, muerden, rasguñan, rompen, gritan, lloran y joden todo el tiempo?!

¡¿Uno de esos bichos peludos y mocosos que corren, muerden, rasguñan, rompen, gritan, lloran y joden todo el tiempo?!

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Karma Se Escribe Con Mayúscula Where stories live. Discover now