25.

193 49 12
                                    

Mentiría si dijera que no me había roto la cabeza pensando en qué regalarle a una criatura que desconocía, y ni siquiera podía recordar mi propia infancia para saber qué me gustaba cuando era pequeño, para simplemente darle lo mismo.

Wonho y yo habíamos acordado reunirnos un día después de su cumpleaños para que yo no tuviera que lidiar con estrés innecesario, pero también para tener una excusa por la cual visitarlo. Después de todo era una minibestia que apenas estaría cumpliendo tres años, no es como que pudiera explicarle que un tipo desconocido amaba a su papá, y que en lugar de su madre, yo estaría junto a su él.

Cuando estaba en la tienda me di cuenta que habían tantas cosas que regalar y muy poca habilidad de decidir de mi parte, así que para evitarme la molestia, pedí que me envolvieran varios regalos por si alguno era rechazado. Y así fue como al verme subiendo todos los regalos infantiles a mi lujoso auto, me sentí un poco tonto.

¿Por qué me importaba tanto que ese mocoso me aceptara? ¡Estaría con Wonho igualmente, sin importar su decisión! Pero... No quería decepcionar a Wonho y hacerle pasar por el trago amargo de ser el único eslabón que unía a una familia dividida.

Eso no era sano para ninguno.

—¡Al carajo! —dije poniendo el auto en marcha hacia su dirección.

Y sí, si había dejado la compra del regalo para última hora.

Al llegar a la dirección que me era más que conocida, Wonho estaba de pie en la acera esperándome con la sonrisa dulce que lo caracterizaba, y debía admitir que su presencia hacía que mis nervios fueran más llevaderos.

Después de que estacioné el auto, llevé conmigo una bolsa de regalo que contenía unas botellas de plastilina, al verme supuestamente preparado Wonho empezó a caminar para guiarme hacia la entrada de la casa, pero su sorpresa fue notoria cuando en lugar de seguirlo, abrí la puerta del pasajero y la puerta de atrás para bajar el enorme grupo de regalos que había traído.

—Hyungwon... —me llamó al ver que bajaba un triciclo, y después un auto a control remoto. —Esto... Qué...

—Ayúdame... —le pedí dándole otras bolsas que contenían algunas cosas como pinturas, bloques de construcción y juguetes educativos parlantes para que aprendiera algunos números y colores en dos idiomas.

Wonho seguía viendo las bolsas y me estaba poniendo nervioso.

—No debiste... —dijo todavía sorprendido.

Entonces me afligí inmensamente y me apoyé en el auto, sintiéndome culpable sin saber por qué.

—¿Realmente no debí? —pregunté preocupado. —¿Crees que es demasiado?

Su reacción me hizo entender que me tomé sus palabras muy en serio, que no debía estar preocupado por los regalos que quisiera dar.

—No es eso... —dijo abrazándome suavemente. —Es sólo que te tomaste la molestia, y seguramente gastaste mucho dinero. Esto...

Suspiré apoyándome en su hombro.

—Lo siento. —susurré. —No sé qué hacer en este tipo de situaciones.

Él me sonrió y dejó un beso en mi frente.

—Lo estás haciendo bien, cariño. —me respondió acariciando mi mejilla. —Vamos adentro.

Asentí y lo seguí en silencio, sintiendo todavía mis mejillas calientes por su reciente acción, y es que cuando se trataba de Hoseok me sentía un total novato en el amor. El señor don labia no podía tener una aparición digna cuando estaba junto a Wonho.

Karma Se Escribe Con Mayúscula Donde viven las historias. Descúbrelo ahora