30.

199 37 0
                                    

Si pudiera decirle algo a mi yo interior, quisiera insultarlo por lo bruto que se comporta y por salir a flote en las peores situaciones.

Como un buen novio, (y como alguien que no puede perder más dignidad porque ya no tiene) me levanté muy temprano, me preparé y me fui a casa de Wonho a cumplir con mi palabra... Iba a cuidar a mi hijastro. Y no sólo eso, debía llevarlo al trabajo conmigo y dejar que todos los que un día me escucharon gritar a los cuatro vientos que «jamás tendría un hijo porque eran responsabilidades innecesarias», me vieran haciendo justo lo que juré que no haría jamás.

Al bajar del auto sentía las piernas como de plomo, sobretodo cuando vi que la camioneta que le solicité a mi padre, se estacionaba detrás de mi auto, frente a la casa de Wonho.

Él estaba en la puerta, vestido de traje con el niño adormilado en brazos y con un bolso en el hombro, esperando a que cambiaríamos de puesto. Él me daba a su hijo y sus responsabilidades, yo le daba mi auto y la oportunidad de trabajar sin preocupaciones. Y todo por acuerdo mutuo... Increíble viniendo de mi.

—Hyungwonnie... —susurró preocupado al encontrarse conmigo en la acera. —No tienes que hacer esto si no quieres... Yo intentaré que...

Hablando de querer, realmente no quería, pero si hablábamos de orgullo, estaba más que dispuesto a hacerlo.

¿Por qué tendría que preocuparse? ¡Iba a demostrarle que podía con eso y más!

—Voy a hacerlo. –lo interrumpí. —No es la gran cosa.

Wonho me miró todavía con más preocupación.

—Todavía estas a tiempo. –susurró, a lo que yo respondí con una mirada de fastidio.

Es sólo una mini bestia, ¿Qué podría salir mal?

Tratando de evitar que se perdiera más tiempo en la misma discusión, quité el bolso de su hombro, lo colgué de mi propio hombro y extendí los brazos en señal de que me podía dar a su pequeña bestia con confianza.

Wonho miró mis brazos una vez más.

—¿Alguna vez cargaste a uno? —preguntó sin titubear a lo que contesté con una mirada de irritación.

Con la preocupación a tope y la confianza a medias no tuvo más remedio que hacerme caso y entregarme al niño que dormido pesaba tanto que mis delgados brazos titubearon por un momento, pero al final puse todo de mi y lo sostuve fuerte.

—Bien, entonces... —suspiré. —Que te vaya bien. —dije después de acercarme a darle un corto beso.

Él acarició mi rostro y devolvió otro beso, y uno más para la frente del niño.

—Te veo pronto. —murmuró.

Asentí a su despedida y finalmente agregué algo más.

—Ten cuidado. —dije con preocupación al recordar lo recientemente vivido. —Te estaremos esperando.

Después de una sonrisa, ambos partimos hacia nuestras responsabilidades, él se subió a mi auto y se fue, mientras que yo me dirigí a la camioneta bajo la sorprendida mirada del conductor.

Ignorando su nula capacidad de disimular me dirigí a la parte trasera del coche porque siempre vi que sacaban a los niños de ahí atrás, pero al llegar no encontré el asiento vacío.

—Oye, ¿donde esta la cosa esa para sentarlo? —el conductor me miró fijamente un par de segundos sin comprender y tuve que repetir de otra forma a ver si me comprendía. —La cosa esa donde sientan y amarran a los niños. —dije tratando de explicar con las manos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 24, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Karma Se Escribe Con Mayúscula Where stories live. Discover now