20.

220 55 6
                                    

Cuando el reloj estaba cerca de marcar la medianoche por fin acabamos de poner la última pieza. Incluso mi padre ya se había ido a casa y yo me sentía un pocl culpable de hacer que Teobo trabajara hasta tan tarde a su edad sólo por mi pedido, pero decidí que debería pagarle mucho más de lo acordado por lo bueno que había sido conmigo.

—Bien, es momento de encenderla y ver que todo funcione correctamente. —comentó el experto haciéndome una señal para que fuera yo quien lo hiciera, así que obedientemente fui y giré la llave solo para escuchar un suave sonido que no se parecía en nada a como sonaba el motor antes. —Ahora sí suena como un verdadero auto. —exclamó Teobo, bastante orgulloso del trabajo en equipo y del resultado. —Ahora sólo necesita la prueba de ponerlo en carretera y ver si todo está correcto. Si me esperas voy a...

—¡De ninguna manera! —lo interrumpí agarrando su brazo. —Ya has hecho mucho, por favor ve a descansar. —le pedí. —De todas formas debo volver a casa en él, así que estaré pendiente de que todo funcione correctamente y si hay algo que falla te lo haré saber para que lo revisemos mañana, ¿sí?

El hombre me lanzó una mirada de duda, pero quizá debido a su propio cansancio sumado a mi terquedad, decidió no insistir y dejar que tomara mis propias decisiones.

—Bien. —suspiró. —Ve con cuidado.

Asentí feliz de escucharlo y recogí mis cosas para llevarlas al auto, queriendo volver a casa, darme un baño y dormir en lugar de estar pensando demasiado.

—Te devolveré la ropa otro día. —le avisé. —La llevaré a lavar.

Teobo hizo una señal con la mano, diciéndome que le daba igual y después de un ademán, conduje en dirección a mi casa. Y aunque durante todo el camino trataba de estar pendiente del auto, no podía evitar pensar en él una y otra vez.

Estacioné la camioneta y justo cuando me disponía a subir a mi apartamento, mi corazón dio un vuelco al ver que mi auto estaba estacionado ahí. ¿Cuando había pasado eso? ¿Acaso había hecho algo malo para que Wonho solo fuera a dejar el auto y ni siquiera me llamara? ¿Qué ocurría realmente?

Un montón de preguntas aparecieron en mi mente mientras me dirigía al vehículo, pero todas fueron disipadas cuando vi a través del cristal a un pacífico Wonho durmiendo incomodamente sobre el volante, abrazando fuertemente una bolsa de regalo.

Se me estrujó el corazón y aunque no quería despertarlo, tampoco tenía el corazón para dejarlo durmiendo ahí incomodamente, entonces con suavidad toqué el cristal un par de veces hasta que sus bonitos ojos me vieron y se pintó en su rostro una sonrisa tan dulce que me hizo suspirar.

Él se apresuró en bajar del auto con la bolsa de regalo en las manos y no dudó en abrazarme fuertemente sin importarle que yo estuviera sucio. Me levantó en el aire, giramos juntos un par de veces y finalmente me sentó sobre la parte frontal de mi auto antes de acunar mi cara y besarme hasta el cansancio.

—Por Dios... —dijo juntando nuestras frentes y rozando nuestras narices. —Te extrañé tanto.

Yo estaba tan embriagado de sus arrasadoras muestras de amor que por un momento me olvidé de que él no me había llamado en todo el día y no pude evitar sacar el tema a conversación.

—Pudiste llamarme. —dije apartándome y cruzando los brazos con una mirada juzgadora. —Sin embargo no hubo ni una sola llamada.

Él sonrió como si estuviera dándole un cumplido en lugar de un regaño y me dio un montón de besos cortitos en los labios.

—Yo sólo quería darle una sorpresa a mi novio. —susurró con voz bajita sin dejar de besar mi rostro. —No esperaba que él llegara a su casa a medianoche.

Karma Se Escribe Con Mayúscula Where stories live. Discover now