𝟙𝟘

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Me desperté por la mañana junto a ambos hermanos abrazándome, todavía me duelen un poco las piernas pero no es un dolor insoportable es más como uno que puedo aguantar. Tomo mi teléfono a grandes penas ya que el chico de trenzas se aferra a mi cintura.

Lo enciendo y veo varios mensajes de las chicas las cuales preguntan si estoy bien por lo que decido responder, por suerte ninguna llamo a casa sino ahora mismo mi padre estaría hablando con la policía y seguramente haría que pongan mi cara en cada lugar de la ciudad.

Los Haitani al parecer no se van a despertar así que me acomodo nuevamente entre ellos y colocó juegos en mi móvil, sin sonido para no molestarlos, Ran me toma nuevamente de mi espalda alta y me abraza con fuerza mientras su hermano lo hace pero desde mis caderas, me siento como un oso de peluche en medio de dos niños pero por suerte no me pueden desarmar.

Mientras juego a Candy Crush le estoy tocando el cabello al menor masajeándolo de manera suave haciendo que sonría y me agrada, estoy en el nivel cuarenta y ocho de mi juego y no puedo superar este nivel por lo que me enojo conmigo misma y arrugo mi nariz mientras miro la pantalla.

-¿Puedo intentarlo?-escuche la voz de Rindo y lo mire, el chico se froto los ojos mientras lo miraba y sonrío.

- Pensé que seguías durmiendo

-Yo igual-mire a su hermano que también estaba despierto.

-Buenos días-dije dándole un beso a ambos en la frente.

-Buen día, hermosa

-¿Qué quieres desayunar?-preguntó Ran.

-Un café, pero no te preocupes puedo hacerlo yo misma-me puse de pie de manera rápida pero al parecer me vino un mareo repentino por lo que caí nuevamente a la cama con mis extremidades cosquilleando. Después de unos segundos estando en esa posición mire a los hermanos que estaban riéndose.

-Creo que lo mejor será que nosotros lo hagamos o puede que te desmayes y te quemes-hablo Rindo acariciando mi cabello.

Ran me cargó como una princesa hasta la cocina que se encontraba en la parte baja de la casa, me coloco en una silla al lado de la isla desde donde podré ver a la perfección todo lo que harán. Mientras muevo mis pies los hermanos comienzan a poner el agua a calentar y preparan unos panqueques, la verdad es que no sabía que Rindo supiera hacerlos ya que al ser el menor algunos hermanos mayores tienden a mimarlos demasiado.

-Cuéntanos de ti, princesa- dijo Rindo mientras sacaba la miel de su refrigerador.

-Bueno creo que por lo menos deben saber mi nombre, tengo 17 años, soy mitad japonesa y brasileña pero nací en argentina, tengo un gato que se llama Coco y estudio en la Escuela Secundaria de Shibuya. Y no se que mas contarles.

-Vaya vaya, entonces puedes hablar más de dos idiomas...

-Me parece algo atractivo, la mayoría de las mujeres que conozco ni siquiera saben como hablar bien japonés por lo que esto es realmente algo que me encanta- Rindo se acercó a mí y puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

-También fui a la olimpiada de matemáticas, se artes marciales y me gusta mucho la literatura- dije mirando al suelo, la mayoría de chicos al saber eso se ríe de mí así que estoy esperando que ellos rieran pero en cambio no escuche nada. Mire nuevamente y ambos sonrieron.

-Eres un mundo de sorpresas, Tn

-Ya termine con los panqueques para la princesa-dijo Rindo colocando un plato con tres masitas con miel encima y un café calentito.

-Muchas gracias-dije sonriéndole.

-Buen provecho- hablo Ran sentándose a mi lado.

-Cuéntenme algo sobre ustedes-dije llevando un pedazo de comida a la boca.

𝑬𝒍 𝒉𝒊𝒍𝒐 𝒓𝒐𝒋𝒐 (Tn x Keisuke Baji)Where stories live. Discover now