Socios

79 7 3
                                    

Aisha

Las diferencias tenían un propósito en esta vida, y esas eran darte opciones de elegir, como yo acababa de hacer.

Por primera vez sentía que tenía una opción y que más allá de si me volviese a equivocar al menos tuve tiempo de pensar y escoger. Ya la había liado hace tiempo y en la ecuación de mi vida el resultado siempre me daba igual.
Sería sincera, no confiaba en Bastián un cien por ciento pero contar todo el calvario que había vivido durante casi tres años, se sintió bien. Liberar un poco de peso fue poder beber unas gotas de agua en pleno desierto. Cómo lo dije antes, no era confianza extrema pero joder lo había ocultado durante tanto tiempo que esa situación me llevaba al límite de mis energías, estaba agotada.

No fue a puntas de gemido como lo propuso, fue con tragos de whisky de por medio, sentados en el suelo del balcón charlando como si fuéramos un buen par de amigos, ese tipo de situaciones se habían vuelto algo, como decirlo... habitual entre ambos.
Escucho cada una de mis palabras sin interrumpir y dándome una medida de esa bebida cada vez que mi vos amenazaba con quebrar.

No sé bien la imagen que tenía de su amigo pero la que yo le describía en este momento de seguro no la conocía. Y es que no creo que alguien la conozca. Nathan era una persona tan manipuladora que solía caerle bien a casi todo el mundo, tenía una personalidad carismática. Tenía los rasgo de cualquier psicópata y a veces eso me causaba escalofríos.
Nunca sabía a ciencia cierta lo que sucedería entre los dos cuando las puertas de la habitación se cerraban.

-y tu plan ahora se resume en librarte de la única persona que sabe lo que en verdad paso con Parrish?

- técnicamente.

- eso me convierte en el segundo de la lista negra- dijo bebiendo un sorbo del vaso.

- tu no me tienes sometida hace tres años Bastián, no me juzgues.

- no lo hago, solo intento procesar, como carajos te metiste en todo esto y aún así te quedaste cuando debiste tomar a tu hermana y largarte.

- y a dónde me iría? Lo pensé infinidad de veces y siempre volvía al mismo punto. No tenía dónde ni con quién. Estaba asustada, con una madre drogadicta muerta, una hermana menor salía del kinder y yo recién convertida en asesina. No te pido que me entiendas, no pido que me ayudes ni mucho menos que te hagas cargo de mi problema con Nathan. Solo te lo conté porque no dejas de insistir y porque en verdad necesitaba descargar esto con alguien. Voy a resolverlo solo... Solo no te metas no quiero que lo hagas.

- pues que lastima, déjame decirte que ya estoy metido hasta el cuello desde el primer momento en que me enrede contigo- suelta y en ese momento me sentí regañada.- me eh estado acostando con la mujer de mi amigo y como si fuera poco ahora hemos convertido esto en una maldita muerte anunciada.

- lo siento mucho si traje demasiados problemas a tu magnífica amistad- dije ironica- lamento tanto haberte dado ese maldito primer beso que dió comienzo a todo esto, pero quedate tranquilo que no se volverá a repetir. Hagamos de cuenta que nunca sucedió- solté con rabia e intenté ponerme de pie pero lo impidió llevándome de forma brusca contra su cuerpo.

- a otro imbécil con mentiras, a mi no me vas a decir que te arrepientes porque sabes que no es así, que más da si a mí tampoco me pesa y lo volvería a hacer Aisha. Déjate de tonterías que yo no me ando con chiquilinadas. Cojemos hasta el cansancio porque lo disfrutamos y no creo que nos detengamos ahora. Me valió mierda que seas la mujer del tipo con el que me crié, que te puedo decir, arrepentirse no es lo mío así como tampoco dar explicaciones del como ni el porque.

Su cercanía seguía provocando un terremoto en mi, su perfume, su aliento mentolado mezclado con alcohol era un sabor muy tentador.
No sabía que iba a pasar más adelante, literalmente estaba acojonada pero en ese momento  no se porque me sentía segura. Quería creer que Bastián era mucho más hombre que Nathan y no me joderia. Estaba agotada mentalmente, mis noches se habían convertido en puros desvelos dónde alcanzaba a dormir dos o tres horas de corrido. La conciencia me pesaba y la intranquilidad junto a la ansiedad de saber que en cualquier momento vendrían por mí, me tenían en vigilia.

CulpablesWhere stories live. Discover now