Prólogo

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La bilis subió por su garganta cuando vio a una gran manada de lobos pardos frente a ellos.

Eran mucho más grandes que los alfas de su pueblo, y eso ya era decir mucho. Draco llevaba un fino vestido, largo y blanco, con una capa de tela gruesa color burdeos protegiendo su cuerpo por encima. Se mantenía en silencio al lado de su hermano Thomas, y aunque sus piernas deseaban temblar y tiritar como las de un pequeño cachorro, Draco se mostraba frío, sereno, y no perdía la compostura ni la belleza de su cutis natural.

Aunque por dentro deseaba llorar y gritar hasta que no tuviera voz, se mantuvo quieto y agachó la cabeza levemente en gesto de sumisión a todos los alfas presentes. Desde la muerte de su padre Lucius, su hermano es quien ha llevado las riendas de la manada y la ha conducido a innumerables batallas y guerras con otros clanes.

Draco era menor que Thomas tan solo por un año, Lucius le habría cedido el puesto como líder de la manada a él si hubiera nacido alfa. Para su cruel y triste desgracia, la naturaleza lo bendijo como un omega varón muy fértil, educado para obedecer, cuidar y complacer al alfa.

Su vida como omega siempre fue más complicada que la de cualquier alfa. El omega de la manada debía de llevar una regla muy estricta y una dieta aún más dura. No podía hablar, opinar, mostrarse como realmente era, hablar sin el permiso de su alfa o comer sin su permiso. No podía tropezar, resbalar o ralentizar a su alfa al caminar, tiene que hacer todo cuanto el macho desee y acatar sus órdenes.

Siempre se debía mostrar sereno y tranquilo, aunque por dentro deseaba llorar y con suerte morir.

Draco sabía que debía de dar a luz a tantos cachorros como su alfa desease, y si abortaba era su culpa y de nadie más. Si era contagiado por una enfermedad sexual por culpa de su alfa, la culpa era de él; ni siquiera podía comer antes que su hermano, y si lo hacía era castigado sin comer en ese momento del día durante tres días.

Draco se mantenía quieto, sus manos estaban entrelazadas delante de él y sus labios continuaban pegados sin temblar. Habían sufrido problemas con una manda salvaje del noroeste, y Thomas no había dudado en ofrecer a Draco como tratado de paz. Hizo la oferta mucho más jugosa recalcando que Draco era virgen y poseía unos muy fértiles veinte años.

"Manada Potter." Thomas los saludó de manera formal. Tres inmensos alfas avanzaron sin vacilación.

Los ojos grises de Draco preferían mirar al suelo un millón de veces antes que mirar a los que serían sus futuros alfas, por primera vez en su vida estaba agradecido con esa norma que prohibía a un omega mirar a un alfa directamente a los ojos. Se estremeció cuando olió a los tres alfas aún más cerca.

"Thomas." Uno de ellos le devolvió el saludo. "¿Él es nuestro omega?" Inquirió con voz ronca y rasposa. Draco sintió que se le encogía el estómago y quiso vomitar todo. Se tragó las ganas y el poco vómito que lo amenazó, porque podría ser golpeado brutalmente por esa falta de respeto en un omega.

"Sí, es Draco Lucius, de la manada Malfoy." Lo presentó su hermano. Draco se mantuvo en silencio. "Mi único hermano."

"James, ya sabes qué hacer."

Draco ahogó un chillido cuando sintió el olor de uno de los alfas tan cerca. Unos enormes y musculosos brazos tatuados lo agarraron de la cintura y esas manos bajaron hasta sus caderas para apretarlas fuertemente.

El omega tembló y quiso agarrar los fuertes y tatuados bíceps de ese tal James para empujarlo lo más lejos posible, tan lejos como sus débiles y escuálidos brazos le permitieran, pero las reglas del omega obediente lo azotaron e ignoró a su instinto, que gritaba en su conciencia.

Sintió que lo olisqueaban y que el alfa tomaba profundas bocanadas de aire para llenarse los pulmones del dulce aroma de Draco. Se estremeció de pies a cabeza cuando oyó el gruñido del alfa, y el cálido y robusto cuerpo abandonó el de Draco, soltándolo.

Draco se sintió sucio.

"Huele muy dulce, su cuerpo es perfecto para cachorros. Caderas anchas y cintura pequeña, está bien." Le dijo a alguno de los hermanos. "El omega más dulce que he olido sin duda, Harry."

"¿Estás seguro?" Inquirió de nuevo esa fuerte y aterradora voz. Draco quería gemir y llorar porque esas voces provocaban terror en él.

"Soy tu mejor rastreador, Harry, sé de lo que hablo."

Un momentáneo y tenso silencio se expandió en la atmósfera. Draco tuvo esperanza. Tal vez él no era el omega que ellos esperaban, tal vez habían clavado sus ojos en cualquier otro omega de su tribu. No deseaba ese destino a nadie, quería como todos que la manada perdurara y sobreviviera a la guerra, pero no quería ser la presa.

Nadie quería serlo.

Y fue entonces cuando la voz del mismo alfa habló.

"Nos lo llevamos."

Los labios de Draco temblaron, fue gesto que Evans no pasó por alto con su aguda visión de cazador. Estaba aterrado.

blåøyde omega ;; trillizos!potter [harco]Where stories live. Discover now