blåøyde omega ;; trillizos!potter [harco]

tre

Draco fue guiado por Blaise para ir a ver a Evans y James. El omega no deseaba ver a ninguno, en realidad quería chillar que no quería nada de esto y correr lo más lejos posible para jamás volver. Probablemente moriría de hambre, pero era mejor que ser marcado y llenado de cachorros por tres alfas brutos que probablemente lo empotrarían contra la pared y lo dejarían inválido al cabo de tres años.

Había imaginado cómo sería sus cachorros y su alfa, claro que lo hizo, pero nuca creyó que serían tres alfas y que lo llenarían de decenas de cachorros. No uno, ni dos, sino tres alfas y líderes de la manada.

Por alguna razón, sentía que Harry lo detestaba y que, en todo caso, solo lo querría para echar un polvo y follarlo hasta que se quede a gusto. Era injusto, Draco no sabía qué había hecho mal como para que Harry lo quisiese lejos y se mantuviera a distancia de él. 

Puede que fuera por su olor, pensó Draco, tal vez lo asqueaba así como Thomas también lo hacía. En su celo se intensificaba de una abrupta manera que aturdía a muchos omegas y mareaba a los alfas.

Sin embargo, James dijo que era el mejor omega que había olido. 

No supo cómo tomar eso, ni entendió por qué su omega chilló feliz y se puso a dar brincos, como si celebrara el hecho de haber encontrado a su verdadero y único alfa. Era ridículo,  se recordó, él solo estaba allí para bordar, parir y cuidar de los cachorros que dé a luz. 

Dos pares de ojos verdes lo buscaban por la multitud, las omegas llegaban y los saludaban eufóricas, elogiando por la cantidad de venado que habían traído. James y Evans las apartaban amablemente y las empujaban a un lado para buscar a su omega y con suerte encontrarlo. 

Una sonrisa se instaló en la comisura de los labios de James cuando olisqueó el dulce y embriagante olor del omega, casi gimió ronco por lo bien que olía. Evans no tardó en localizarlo y sonreír al hacerlo, ambos alfas se apresuraron a correr hacia el diminuto omega aturdido con su ceño fruncido por el mar de lobos.

"¡Draco!" Exclamó feliz James, aunque Evans fue el primero en llegar gracias a su habilidad como cazador y velocidad. "Estás..." Draco bajó la mirada avergonzado cuando los dos hermanos recorrieron su cuerpo de arriba a bajo y pilló a Evans mirando muy atentamente su cuello desnudo. "...precioso. Es decir, eres..., eres precioso."

"Gracias." Se balanceó con sus pies, mordisqueando su labio inferior entre sus dientes. "Habéis cazado mucho."

"Es tu fiesta después de todo." Justificó Evans. "Parece que la Luna está de acuerdo con celebrarte este banquete, nos ha bendecido con una manada entera de venado."

"Cazamos unos ocho." Explicó James, señalando con el mentón a los alfas ahora vestidos que arrastraban los animales muertos hacia un lugar. "Todo por ti."

Draco sonrió un poco pero con la mirada gacha. No vio a Harry por ninguna parte, y Evans pareció leerle el pensamiento. "Harry aún no ha venido." Explicó, Draco frunció un poco el ceño.

"¿Por qué, no fue con vosotros?" Murmuró curioso.

"No, fue con un grupo de alfas a un sitio. Pero no sabemos dónde." Contestó el mediano de los Potter.

El omega alzó las cejas sorprendido. "Oh." Musitó. "Vale."

(...)

Draco estaba nervioso, mucho. Desearía haber tenido a su madre ahí para que ella pudiera consolarlo y aconsejarlo, pero una vez su padre Lucius murió, ella lo siguió al poco tiempo. Eso también lo aterraba a él, el pensamiento de estar atado a alguien tan profundamente y depender tanto de esa persona.

Ahora estaría atado a Harry, James y Evans. 

Sabía que él no estaba ahí para jugar a la familia feliz y completa con ellos; se quedaría embarazado, daría luz a sus hijos y su relación con sus alfas se basaría en el coito, el apareamiento y los cachorros.