tjueseks

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Cuando era un niño nunca había asistido a fiestas. Su madre dejaba a su hermano y a él con la niñera y sus padres iban a las reuniones que se organizaban con el resto de las manadas.

Cuando le preguntaba a su madre cómo eran las fiestas, su madre siempre le aseguraba que eran muy aburridas y que desearía poder quedarse en casa con Thomas y Draco.

Nunca la creyó, pero ahora sabía a qué se refería su madre.

Había música, pero nadie estaba bailando. El banquete era enorme, y los sucios alfas de otras manadas se dedicaban a devorar el festín que estaba servido. A Draco le daba asco, comían con la boca abierta y en ocasiones escupían de manera muy grosera cuando un hueso se colaba en su boca con la carne.

Sus alfas estaban hablando con otros líderes, estaban demasiado ocupados riéndose y hablando en noruego como para darse cuenta de la incomodidad de Draco.

Se llevó las manos a su vientre, de repente sintiéndose demasiado inquieto. Esperaba una reunión mucho más formal y civilizada, aquello era un desastre. Olía a cerveza y a carne, pero lo peor eran los gritos. Los alfas se reían con sonoras carcajadas y hablaban tan fuerte que ponían a Draco de los nervios.

Entonces lo entendió: sólo disfrutarías de estas fiestas si eras alfa.

El vestido de Draco arrastraba por el suelo y ahora le daba mucha pena ensuciarlo. Pansy le había asegurado que parecía un auténtico monarca vestido de blanco y dorado, pero ahora dudaba que se pareciera a un monarca. Ahora estaba nervioso, asustado y se había acurrucado en sí mismo en una esquina.

Para rematar la noche, le dolían los pies. Los tobillos estaban tan hinchados como un globo y sus hijos se removían en su vientre con nerviosismo, a Draco le preocupó que el ambiente afectara a su camada.

Erika le había dicho que omegas en cinta no debían ir a fiestas. Él estaba en contra de eso, pero ahora empezaba a ver el por qué.

"Nunca he sido fanático de las reuniones familiares." Le confesó Aleksander, y Draco lo miró con rapidez. Un sentimiento de alivio lo invadió. Su omega se regocijó en la esperanza.

El olor de Aleksander era fuerte, pero no imponía tanto como el de los trillizos. Draco no sabía catalogar a qué olía exactamente, pero olía a humo y a algo más que le resultaba bastante agradable. Su capa de oso estaba sobre sus hombros pero no se veía como cualquiera de esos líderes, él parecía mucho más intelectual y calmado.

"Aleksander." Murmuró Draco. Sintió que su instinto se removió, sus hijos dejaron de estar tan inquietos.

El alfa lo miró por primera vez con esos ojos oscuros que podrían devorar el gris de los ojos de Draco en cuestión de segundos. Algo en él se estremeció cuando notó el calor que desprendía Aleksander con sólo tener su cuerpo cerca de Draco, era reconfortante y se sentía seguro.

Aleksander sonrió un poco.

"No estés tan aliviado, podría parecer que me has echado de menos." Le dijo a Draco en voz baja, como un murmullo. Fue lo suficientemente alto para que sólo Draco lo pudiera oír entre tanto ruido.

Draco miró hacia abajo, a sus manos. Sus pequeños dedos se retorcían con nerviosismo.

Aleksander pareció notar su inquietud, y ese aura divertida desapareció rápidamente junto con la pequeña sonrisa que apenas había podido esbozar.

Sus hombros se enderezaron.

"Veo que decidisteis venir."

"Por favor, preferiría que no te dirigieras a mí como alguien importante." Le espetó Draco sin atreverse a mirarlo todavía. "No me siento cómodo."

blåøyde omega ;; trillizos!potter [harco]Where stories live. Discover now