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              Jayden

Han transcurrido treinta minutos desde que llegamos al estacionamiento de la universidad y aún seguimos en el auto.

Gri mantiene sus manos aún en el volante a pesar de que ya ha apagado el auto, y su mirada esta fija al frente, creo que ni siquiera pestañea. No sé qué le está pasando y tampoco sé cómo ayudarlo, no sé si debo preguntar qué le pasa o si debo esperar a que él me diga, en este momento mi lado curioso está apagado porque comprende que estamos en una situación en la que debemos ser cautelosos.

Sin embargo no me gusta verlo así.

¿Quién era ese chico?

Ni siquiera sabía porque Gri huía hasta que vi a ese chico abrazarlo; cuando lo hizo fue que pude darme cuenta de que se trata del mismo chico que saludó a Aisha en la heladería la primera vez que asistí con ella, y ahora que lo recuerdo, después de eso ella también salió rápido del lugar. ¿Qué ocurre con este chico que causa en Gri y Aisha el querer huir? ¿Sera un ex de ambos? Y si es eso, ¿Sera por esa razón que Griffin y Aisha se odian?

¡Dios mío!

¿Acaso he dado justo en el blanco y he resuelto el misterio que rodea a este par? No puede ser, necesito confirmarlo con alguien, pero tengo muy claro que no lo haré en este momento, porque en este instante Griffin necesita estar con alguien, al menos es lo que yo necesitaría en una situación como esta, estar con alguien que me diga que todo va a estar. ¿Debería estar diciéndole eso?

―Gri...

―Si quieres puedes bajarte, Jayden.

Me quedo en silencio ante su corte tan abrupto a mis palabras. Supongo que a diferencia de mí él prefiere estar solo en situaciones como estas. Suspiro con pesar y asiento, aunque él ni siquiera me está mirando.

―Está bien, pero si necesitas algo no dudes en llamarme. No estás solo, Gri.

No tengo respuesta de su parte, por lo que término bajándome del auto en silencio cerrando la puerta con suavidad y comenzando a alejarme con incertidumbre. No sé qué tantas cosas pueden estar pasando por la cabeza de Gri en este momento, pero sin duda me gustaría saberlo para poder ayudarlo.

Me detengo exaltado cuando escucho la bocina de un auto, así que me giro de inmediato y la escena que observo me rompe el corazón. Griffin está golpeando el volante del auto y supongo que está tan frustrado que ni cuenta se da del escándalo que está haciendo.

No puedo dejarlo en esa condición, por lo que término regresando y abriendo la puerta del auto aunque no tengo su permiso, apena cierro me acerco a él y sin que me lo pida decido abrazarlo, porque sé que es lo que necesita en este momento. Él corresponde de inmediato aferrándose a mi cuerpo mientras escucho como está llorando.

¿Quién es ese chico que te dejo en este estado con solo verlo, Gri?

¿Quién?

Acaricio su espalda mientras guardo silencio, porque sé que en momentos así no hay palabras que logren calmar nuestro sufrimiento. No puedo ni siquiera creer que este sea Griffin realmente, parece otro chico, uno a quien le han derrumbado las barreras abruptamente. Si ese chico de la heladería lo ha puesto en este estado, significa que también es el responsable de que Griffin sea quien es hoy en día, alguien taciturno, cerrado, desconfiado y malhumorado.

Tengo unas enormes ganas de ir hasta la heladería y preguntarle a ese chico qué es lo que le ha hecho a Griffin, pero sé que no debo meterme en batallas a las que no me han llamado, lo único que puedo hacer es sujetar a Griffin en este momento.

El chico de la habitación 230Where stories live. Discover now