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  Un sonoro bostezo se escapa de mis labios apenas abro los ojos y estiro los brazos. Siento que por primera vez desde que llegué a este lugar he podido descansar como se debe. Siento mi cuerpo tranquilo y liviano, pero a la vez siento que tiene mucha energía para enfrentar el día de hoy. Vuelvo a bostezar y me giro en la cama, veo la de mi compañero ya vacía y frunzo un poco el ceño. ¿Qué hora será? Estiro mi brazo y tomo el teléfono de la mesa de noche, enciendo la pantalla y veo varias notificaciones pero mi atención se concentra en la hora. Son las nueve de la mañana. ¡Las nueve! ¿Cómo es que dormí tanto tiempo?

  Me bajo de la cama con rapidez, si me apresuro puedo alcanzar a entrar a la próxima clase. No puedo creer que me haya quedado dormido y ni siquiera haya escuchado la escandalosa alarma que tengo. ¿Tan cansado estaba? Lanzo el teléfono en la cama y corro con prisa al baño, desvistiéndome en el corto trayecto. Al ingresar a la ducha y sentir el agua fría caer por mi espalda, me estremezco y sacudo para alejar toda la pereza de mí; demoro en bañarme unos quince minutos y salgo desnudo y goteando del baño. He dejado la toalla en mi closet así que al llegar a este, lo primero que hago es sacarla y secarme de pie a cabeza.

  Luego de ello, tomo mi ropa interior y me la coloco, después hago lo mismo con mi ropa. Tomo cualquier pantalón y una camiseta de tono oscuro, tomo unos calcetines y me siento en la cama, me los coloco después de haberme secado nuevamente los pies y me calzo los zapatos. Ya estoy prácticamente listo, solo me falta arreglar mi mochila pero me detengo al escuchar mi teléfono. Lo tomo y veo que es una llamada de Isaac, me veo en la necesidad de cortar su llamada y le envío un mensaje, diciéndole que no puedo hablar en ese momento. Cuando lo hago, una notificación de WhatsApp llega. Veo que es un mensaje en uno de los chat grupales que tengo respecto a las materias.

  Termino de enviar el mensaje a mi mejor amigo y voy al chat para ver los mensajes. Me doy cuenta de que no tuve clases a la primera hora, alguien envió la captura de un correo con el nombre del profesor por remitente, informando que no daría clases y que nos veríamos la próxima semana con el examen. Suspiro aliviado, al menos no me perdí nada. Veo el chat de la materia que me toca en una hora y de igual manera leo que el profesor decidió cancelar la clase para evitar confundirnos con los temas. Nuevamente suspiro y me dejo caer en la cama.

  Yo actuando como un loco para nada.

  Me decido ver el resto de las notificaciones con calma. Hay unos que otros mensajes de otras materias, muchos solicitando los apuntes de las clases para comenzar a estudiar. También tengo mensajes en el chat de mis padres por lo que me dedico a responderles, ellos me responden solo unos cuatro o cinco mensajes antes de despedirse porque están ocupados. Le aviso a Isaac que ahora sí puedo hablar  pero él me responde que le salió una noticia de última hora, promete escribirme en la noche, con la promesa de que tiene una noticia que darme. Me pregunto qué será.

  Luego de ello, solo veo las notificaciones del Facebook e Instagram, también está la notificación de correo que el profesor nos envió aparentemente a todos. Lo ha enviado en la madrugada, a esa hora ya estaba durmiendo, así que obviamente no me iba a enterar hasta hoy; con eso termino de revisar las notificaciones por lo que dejo el teléfono junto a mí y me dispongo a ver el techo de la habitación, sonriendo de un momento a otro al recordar la conversación de anoche con mi compañero. Simplemente sigo algo sorprendido por el cambio en sus actitudes, supongo que poco a poco crearemos algo juntos, no quiero sonar iluso, simplemente quiero ser algo positivo y optimista.

  El gruñido de mi barriga me alerta y decido levantarme. Es hora de desayunar. Sé que el comedor ya cerró el servicio de desayuno, así que se me ocurre ir al cafetín, comprar algo ligero y esperar hasta el almuerzo para comer correctamente. Tomó de mi escritorio mi mochila y no puedo evitar ver los libros de mi compañero en el suyo, me acerco a este y los visualizo más de cerca, hojeándolos con calma en busca de alguna pista que me diga su nombre pero nada, no encuentro absolutamente nada. ¿Será que él finalmente se atreverá a decirme como se llama? Me planteo la idea y termino negando, este chico es muy misterioso. Dejo las cosas como estaban y regreso por mi mochila, esta vez si la cuelgo en mis hombros, tomo de la cama el teléfono y guardo lo restante, como la billetera y las llaves de la habitación. Cuando estoy por salir me detengo y me giro concentrándome en los libros de mi compañero. ¿Y si voy a su facultad?

El chico de la habitación 230Donde viven las historias. Descúbrelo ahora