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     Sábado, 12 de octubre del 2019

             Esta última semana ha transcurrido como arena entre mis dedos y estoy realmente agradecido con el tiempo por ello. Cada día deseaba que llegara pronto el fin de semana para poder hablar con mis padres, porque sí, finalmente he logrado convencerlos de hacer una video llamada. Mi padre aún está un poco renuente a la idea ―insiste en que terminaremos llorando―, pero ha decidido aceptar, sobre todo cuando les comente que lo acontecido durante los últimos días me tiene abrumado.

  La idea fue de Isaac, él siempre ayudándome cuando me encuentro en un dilema.

  Le conté lo ocurrido con Aisha y mi compañero de cuarto y no parecía muy tranquilo al respecto. Aún mantiene en pie su consejo sobre conocer al chico, sin embargo, no está tranquilo con respecto a Aisha. Siente que hay algo en ella que no encaja correctamente y aunque pocas veces sucede, esta vez siento que tiene la razón. Isaac tiene un buen olfato para descubrir cuando las personas que están en nuestro entorno no son las correctas, creo que por ello él no tiene tantos amigos como cualquier chico de su edad y características tendría.

  No obstante, él me sugirió hablar con mis padres y ver qué consejo me dan. Ellos al igual que mi mejor amigo, siempre han sabido orientarme cuando más los necesito. Creo que es un súperpoder que tienen y aún no se han dado de cuenta eso.

  Por mi parte, también he estado trabajando la situación.

  Los últimos días he estado ignorando a Aisha y a los demás chicos. No respondo sus mensajes, no atiendo sus llamadas y la ignoro las veces que viene a buscarme a la habitación. Las veces que hemos coincidido en el pasillo prácticamente salgo huyendo y en clases soy el último en llegar y el primero en irme, lo hago porque siento que ella puede usar sus encantos para hacerme olvidar lo que ocurrió y no quiero, trato de mantenerme firme al menos hasta hablar con mis padres.

  Mi compañero por otra parte me hace bastante fácil la tarea de ignorarle. Después de ese viernes se fue el fin de semana a quién sabe dónde, he comenzado a tener la sospecha de que todos los fines de semana se queda en la casa de alguien, porque se lleva la ropa y la trae el lunes. Quizás la lleva para lavarla. Por otra parte, aunque suene muy extraño, ha comenzado a llegar un poco más temprano, al menos esta semana ha llegado a las doce de la madrugada, a esa hora aún estoy despierto alistando mis utensilios para el día de clases.

  Él me ignora y yo hago lo mismo.

  El silencio que nos envuelve a veces es tenso y extremadamente incomodo, a veces quiero flaquear y hablarle pero él ni siquiera se inmuta ante la situación. Simplemente se alista, se mete a la cama y se duerme como si no hubiera nadie más. Eso para serles sincero me coloca un poco triste, no lo sé, me desanima mucho que actué de esa manera conmigo. Ni siquiera me ha dado la oportunidad de conocerlo y aún sigo sin saber su nombre.

  Esta situación con él me frustra demasiado.

  Quizás comienzo a tomarme muy apecho todo lo que ocurre con él pero... no lo sé, realmente no sé qué hacer ante esto.

  Visualizo la hora en el reloj del teléfono, la hora acordada para hacer la video llamada se muestra ante mí, así que decido dejar la pereza a un lado y colocarme de pie.

  Camino hacía el escritorio y tomo asiento en la silla, me acomodo para estar lo suficientemente cómodo y cuando lo consigo, enciendo la laptop y espero que se cargue. Mientras eso ocurre no puedo evitar que mi mente comience a divagar.

  Una vez más estoy pensando en mi compañero.

  Los últimos días he estado así y esto me hace sentir mal.

El chico de la habitación 230Donde viven las historias. Descúbrelo ahora