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     Viernes, 04 de octubre del 2019

            La música suena un poco alto pero no es molesta, al contrario, me envuelve y me hace formar parte de ella. A pesar de ser un desastre bailando aquí me encuentro, moviendo mi cabeza y los brazos al ritmo de la canción mientras canto a todo pulmón las partes que sí me sé. Sin duda me estoy divirtiendo en este instante. Me estoy dejando llevar por completo olvidándome de lo estresante que ha estado mi primera semana.

  La canción concluye dando paso a una más movida y ruidosa pero divertida también. Ahora salto a cada rato y levanto mi puño en el aire, dejando escapar algunos gritos de festejos y algunas carcajadas por lo libre que me siento. Cierro mis ojos y sigo ensimismado en ello, permitiendo que el ambiente me arrope y aleje de cualquier problema que me agobió durante los últimos días.

  Cuando la tercera canción termina, ya estoy listo para la cuarta ronda, sin embargo la vibración que siento en mi pierna me hace detener por un momento. Saco el teléfono y visualizo la notificación de WhatsApp que tengo. Isaac ha escrito, preguntando si ya estoy listo para la video llamada. Inmediatamente respondo pidiendo que me de diez minutos. Un emoji con el pulgar arriba es su respuesta.

  Camino a mi escritorio y tomo asiento en la silla, bajo el volumen de las cornetas ―solo un poco― y coloco en pausa el video de YouTube. Seguramente pensaron que estaba en una fiesta pero no, digamos que soy un tanto complicado con esto de asistir a fiestas. Aisha y los chicos me invitaron a ir con ellos a un bar pero preferí rechazar la oferta, además, Isaac y yo nos habíamos organizado para realizar una video llamada. Así que sí, en vez de estar de fiesta con la chica que comienza a atraerme prefiero estar con mi mejor amigo a pesar de la gran diferencia horaria.

  Ingreso al WhatsApp en mi laptop y lo sincronizo con mi teléfono. Isaac está en línea así que inmediatamente presiono la cámara y espero con calma. Unos segundos después la imagen de mi mejor amigo está en la pantalla.

  ―¡Jayden! ―él grita, justo como suele hacerlo cada vez que nos vemos―. Te extraño demasiado, ¿cómo estás?, ¿qué tal la universidad?, ¿has cambiado ya?, ¡cuéntalo todo, todo!

  Me rio de su bombardeo de preguntas mientras niego un poco.

  ―Esas son muchas preguntas a la vez, Isaac. También te he extrañado muchísimo, ni siquiera lo imaginas.

  ―Ni tú, es raro ya no quedar para comer.

  Lo veo hacer una pequeña mueca, así que le sonrío con nostalgia. A pesar de que Isaac se ha graduado hace dos años, siempre almorzamos juntos. Él logró coordinar su hora de almuerzo con la mía y así podemos mantenernos al tanto de todo lo que nos ocurre diariamente. Ahora que estamos en una amistad de larga distancia seguimos haciéndolo pero no es exactamente lo mismo.

  ―También es raro para mí, créeme. ¿Cómo va el trabajo?

  ―Bien, bastante bien. Me han dado mi primera historia, tendré que viajar a Chicago para eso, me encuentro muy entusiasmado.

  ―Serás el mejor, te lo aseguro.

  ―Gracias, Jayden. Pero ahora háblame de ti, ¿qué tal la universidad?, ¿si es como las fotos que vimos?

  ―Es mucho mejor, Isaac ―le sonrío y él me mira con curiosidad―. Las aulas son enormes, los profesores son maravillosos, me encantan, sus clases me gustan muchísimo. El resto de la universidad realmente es hermosa, aunque mi lugar favorito es la biblioteca. Puedes pedir libros o puedes comprarlos y todo dentro de la universidad.

  ―¿Estás hablando en serio?

  ―¡Lo estoy haciendo!

  Él me mira con sorpresa y luego suelta un grito de festejo. Ambos somos unos amantes de los libros. Aunque él ha decidido inclinarse por el periodismo, siempre se hace el tiempo para leer algún libro juntos. Isaac es el mejor.

El chico de la habitación 230Donde viven las historias. Descúbrelo ahora