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  Sábado; 26 de octubre del 2019

 ―Vendrá.

 ―¿Eh?

 ―Él vendrá.

 ―No sé de qué estás hablando ―me cruzo de brazos y desvío la mirada hacia nuestro costado derecho, frunciendo ligeramente el ceño mientras visualizo a las personas que pasan junto a nosotros.

 Aun así, a pesar de no tener la mirada sobre ella, la escucho suspirar y puedo jurar que ha colocado los ojos en blancos por un momento, seguido de ello siento su mano en mi hombro derecho, haciendo que me gire para verla, encontrándome con su mirada acusadora, sus labios están ligeramente fruncidos al igual que su ceño.

 ―Estás preocupado, puedo notarlo. Tal vez no te conozca de toda la vida pero estas últimas semanas he aprendido a hacerlo. Sé que temes que tu compañero no venga pero lo hará.

 ―¿Cómo lo sabes? ―titubeo, bajando la mirada hacía el suelo.

 ―Porque él no es de dejar a las personas plantadas. Puede que llegue tarde pero aun así vendrá, además, si no fuera a venir, ya nos hubiera avisado. ¿No crees? Tuvo estos días para hacerlo ―siento el suave apretón que deja en mi hombro, haciendo que nuevamente alce el rostro y me encuentre con su mirada, esta vez luce más suave y quizás hasta comprensiva―. Él vendrá, confía en mí.

 Suspiro y humedezco mis labios con ayuda de mi lengua; supongo que no tengo más remedio que solo confiar en las palabras de Angélica, después de todo, ella tiene más tiempo de conocer al chico de la habitación doscientos treinta.

 ―Está bien.

 ―¡Genial! ―ella se aleja un poco de mí y toma mi mano, arrastrándome detrás de ella―. Pensé que en vez de ir al museo, tomemos el autobús turístico, así podemos dar un recorrido por algunas zonas de la ciudad. ¿Qué te parece?

 ―No es una mala idea ―respondo con una pequeña sonrisa sin prestar mucha atención a sus palabras.

 Angélica no dice nada más, simplemente me sigue guiando por las calles de la ciudad mientras yo la sigo entre trompicones hasta lograr igualar su ritmo.

 A pesar de que ella me ha pedido que no me preocupe no puedo evitar hacerlo, desde el encuentro en la biblioteca con Aisha y Gri las cosas no fueron mejor, volvimos por un momento al principio, a esos días en los que no lo veía al despertar y en los que apenas y lograba verlo en la noche antes de dormir, ya ni siquiera asiste al comedor a almorzar y no sé si se deba a que me está evitando.

 Marcus me ha dejado en claro que no me evita, simplemente actúa como normalmente lo haría. Quisiera decir que sus palabras me calman pero me estaría engañando, en realidad no lo hacen, lo único que logran en mi es que el bicho de la curiosidad deje picaduras una y otra vez.

 A veces pienso que está molesto conmigo, Angélica dice que no y que solo prefiere mantener la distancia por Aisha, en ocasiones termino dándole la razón pero en otras solo termino pensando de más, y vuelvo a caer en ese bucle de preguntas sin respuestas. Saber qué ocurrió entre ellos se ha vuelto cada vez una necesidad más grande, porque no logro comprender que tan grave pudo ser lo que sucedió para que ellos actúen de esa manera, como dos enemigos a muerte.

 Sin embargo, hasta este momento, nadie ha querido responder a la pregunta y eso me frustra un poco.

 Con Isaac tenemos teorías, bueno, en realidad es él quien tiene una teoría, una que incluye un romance entre Aisha y mi compañero; la idea me parece realmente absurda, basta con ver a ese par saber que ellos no podrían estar en una relación jamás, son demasiados opuestos y aunque se lo he repetido en varias ocasiones él siempre responde con la misma frase, los opuestos se atraen.

El chico de la habitación 230Where stories live. Discover now