Capítulo 2

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Soy el comandante de cabina de una aerolínea internacional y esta tarde viajamos a México DF, en este caso en vuelo directo, así que me esperan casi trece horas de vuelo. Es una pasada para la gran mayoría, pero, en realidad, no es para tanto. Además, Bryan, mi compañero desde hace siete años y yo estamos más que acostumbrados. Para nosotros está chupado. Llevo en la compañía unos trece años y desde hace siete pedí mantener siempre el mismo compañero de vuelo. Digamos que soy algo maniático y no me gusta volar con personas extrañas, me pongo bastante nervioso. El resto de la tripulación me dan un poco igual, siempre y cuando respeten mis cosas. Pero aquel con el que debes trabajar codo con codo, me gusta, que siempre sea el mismo. Coger confianza. Ya sabes, esas cosas.

Entro como siempre en la terminal corriendo. Con la hora pegada. Mi madre siempre me enseñó que hay que llegar puntual o incluso antes de tiempo a los sitios, pero, mi reloj interno siempre decide jugarme malas pasadas y hacerme llegar a tiempo tirando a tarde. En la puerta ya está Bryan y toda la tripulación.

Hoy nos acompañarán Laura, Sandra y Carlos, que yo conozca. Tres azafatos bastante idiotas, bueno Carlos no me cae del todo mal. Creen que por ser azafatos son modelos o algo así y van a triunfar como la coca cola. Nada más lejos de la realidad. Sandra y Laura son muy estiradas, llevan tanto maquillaje encima que podrían contaminar el océano atlántico entero ellas solitas, si el avión se cayese al mar. Vale, olvida esto último ¡Joder! Qué mal rollito. Cruzo mis dedos. Y luego está Carlos, oh, el pobre Carlos. Le tratan como el tonto, aunque yo pienso que de tonto no tiene ni un pelo, es gay perdido, pero aprovecha para tocares el culo o las tetas a todas. Vamos que para mi que le da a la carne y al pescado.

El resto de los azafatos, tres chicas y dos chicos más, no los he visto en mi vida. Y el tercer piloto que nos acompaña, pues... ni idea también. Al ser un trayecto de largo recorrido somos tres pilotos en lugar de dos. Suele ser el de apoyo, actúa un poco como ingeniero y nos da soporte y nos suple si necesitamos ir al baño o cosas así. Somos pilotos, no máquinas programadas para estar 16 horas sin mear.

— Buenas tardes. —Saludo, por educación y esas cosas a todos en general.

— Hola Comandante —La voz de pito de Sandra, siempre la primera, la más educada y las más... da igual. —Parece que hoy ha llegado pronto —se mira el reloj. - Lo que decía, estúpida perdida.

— Si bueno, alguna vez tenía que pasar. —Me repatean estas cosas de la gente ¿ves? Les encanta judgar y decidir si haces las cosas bien o mal. Y creen conocerte sin tener ni idea de nada.

— Javi —Bryan es el único que me trata más cercano. Nos llevamos bien y le respeto. Es un gran piloto y una bella persona. Un golfo redomado, pero... a mí no me afecta. — ¿Cómo se presenta el vuelo?

— Parece que tranquilo, la verdad. —Miro el reloj. — Vamos a entrar ya.

Entramos en el avión y como siempre me gusta dar un discursito. Para animar al personal y que todo salga bien. Reviso que todo esté en su sitio.

— Buenas tardes a todos. Soy el comandante Javier González. Nos acompañan en cabina el piloto Bryan Marques y el otro piloto el señor... —Miro los papeles que suelo llevar siempre para saber con quién vuelo —Joaquín Rivera. ¿Correcto? —Miro al señor Rivera que me asiente y me sonríe. —Perfecto. Pues una vez presentado, tengo la hoja con los nombres y posición de los TCP aquí —Levanto la hoja —para poder orientarme si algo pasa. Os deseo a todos un buen vuelo. Si tenéis cualquier problema o necesitáis algo de mí, no dudéis en comunicaros conmigo. —Noto algunas risitas en el fondo. Es normal, este discurso no es necesario pues la información del personal de vuelo de hoy la tienen todos ellos. Siempre nos mandan un correo previo a todos. Pero me quedo más tranquilo haciendo las cosas a mi manera. —Gracias por vuestra atención.

Enséñame a volarWhere stories live. Discover now