Capítulo 36

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¡Madre mía! Llevo más de una semana durmiendo en este calabozo de mierda por darle un par de puñetazos al gilipollas de Paul. Y encima por lo que me he enterado, ¡me acusa de intento de asesinato! Josh, la pareja de Melodie me está ayudando en todo lo que puede. Tiene mucha pasta, eso lo supe en las vegas, cuando nos fundíamos su dinero en locuras. Por lo visto tras regresar de las vegas y pasar una semana con Bryan viviendo su amor libremente, Mel tuvo que regresar a Berlín. Su ex, no le había puesto los cuernos en ningún momento y estaba destrozado. Ella no estaba segura de nada, pero por lo visto quieren darse otra oportunidad. Que él está colado por ella, está claro, pero como ella mira a mi amigo Bryan, que de momento sigue siendo su esposo en papel, no mira a nadie más.

Pero lo dicho Josh, sabe que soy a migo de Bryan y no parece guardarle rencor, ni a él, ni a Mel y por supuesto yo no le caigo mal. Me habría encantado llamar a mi pequeña Lolita, pero desde aquí no me han dejado más que hablar con mi abogado. Y bueno, una visita de Paul, para incendiarme con sus estúpidas mentiras sobre lo que pasó aquella noche en el hotel.

Cuando descubrí los ladridos de King entre los gemidos de Lola y los que intuyo son los míos, supe que Paul era un tremendo Hijo de su santa Madre. Me estaba tendiendo una trampa. Lo raro fue que me llamó dese el teléfono de Lola. Llamé a Carlos y fuimos a buscarla al restaurante donde Rober y Eros aseguraban que habían dejado a Lola. Pero me encontré con una reserva a mi nombre y que los comensales ya habían cenado y pasado a una suite también a mi nombre.

Iba a subir, lo juro, pero entonces vi salir a Paul como alma que lleva el diablo y al ver que se dirigía al aeropuerto conseguí que me vendiesen un billete a Berlín con la cuenta de mi hermano. Y por el Facebook contacté con Mel, para tener un apoyo en la ciudad. Me salió todo redondo hasta que vi al asqueroso de Paul salir de una discoteca mientras le metía mano a una niña que podía tener, yo qué sé, ¿15 años? Parecía una simple adolescente. Y muy sonriente no estaba, pero se dejaba meter mano. No la juzgo. Al verle no me lo pensé y a pesar de los gritos de Mel, me abalancé sobre él y me puse a golpearle. Por Lola, por mí y por todas las jugarretas que nos hacía.

Y aquí estoy ocho días después sin comunicarme con nadie. Le dije a Mel que no hablase con Bryan, prefiero que piensen que me he ido por descubrir la infidelidad falsa de Lola, que preocuparles porque estoy en la cárcel.

Mel es una gran tía. Y ayer su abogado me dijo que habían conseguido unas pruebas que podrían sacarme de aquí. Eso me dio esperanzas, la verdad.

No puedo quejarme del trato recibido tampoco, los polis de aquí a los dos días comenzaron a tratarme mejor. Me traen comida más rica, me han metido en una celda solo y bueno creo que ya no me insultan. Pero como lo hacían en alemán, tampoco me enteraba mucho.

Se abre la puerta de la celda y mi abogado, Nicolas Müller, creo que es así, entra con una sonrisa en la boca que no le cabe en la cara. Y eso entiendo que es bueno.

— Bueno Javier, eres un hombre libre. Ese tal Schmidt es un pieza de mucho cuidado, tanto dinero y lo gasta en lo que no debe. En fin, que su denuncia no tiene cabida.

— ¿En serio? ¿Y cuando salgo?

— Oh, debes firmar estos papeles y en principio a más tardar en una hora estarás fuera.

— ¡Joder! Eso es bueno.

— Si, Josh y Melodie te recogerán. Y, si quieres, te trasladarán a España en un jet privado. Puede que esta noche cenes en casa — habla mientras coloca os papeles que debo firmar en una mesa y los deja junto a un boli.

Oh, Dios mío. Estoy pletórico, le daría un beso a este tipo, pero la verdad es que tiene cara de pocos amigos, y no me la voy a jugar más. No quiero denuncias por acoso ahora.

Enséñame a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora