Capítulo 3

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— Venga ya. ¿Estás loco, Andrés? – Pelayo me mira, como si yo tuviese las respuestas.

— Pelayo, no es que esté loco, es que quiero vivir con ella. Punto. ¿Tú piensas lo mismo? ¿estoy loco? —Me mira a mí.

— Bueno Andrés, reconoce que esto nos pilla un poco de sopetón. Llevas... ¿dos semanas con ella? No la conocemos y nos preocupamos por ti. —Miro a Pelayo. Yo para estoy un negado. Y un desastre con las mujeres. No entiendo bien los ritmos que hay que llevar en una relación, pero dos semanas me parece poco.

— Sois unos exagerados. —Sara siempre le defiende — ¿Qué más os da? Andrés tiene ya 38 tacos. Necesita convivir con alguien. O acabará saliendo en las noticias porque ha muerto y su cadáver ha sido hallado después de una semana, solo.

— ¡¡Pero que acaba de conocerla!! —Pelayo se echa las manos a la cabeza.

— Estoy enamorado. Y ella está enamorada de mí. ¿Y Javi qué? Él lleva soltero toda la vida, y no hay indicios de que eso vaya a finalizar.

— Oye, a mí no me metas – le digo a Andrés – Lo mío lo tenéis asumido. Además, a Sara no le hagas caso, porque no te vayas a vivir con ella no quiere decir que vayas a morir solo. – Miro a Sara con cara de reprobación - La semana que viene encontrarás a otra y listo.

— Javi — Pelayo me sujeta el brazo — deberíamos darle un voto de confianza. ¿Por qué no nos la presentas? — Todos miramos a Andrés.

— Vale, os la presentaré, pero eso no va a cambiar mi decisión. Voy a traerla a vivir conmigo.

— ¡¡Ese es mi Andrés!! —mucho apoyo y demás, pero Sara solo se ríe de él. Siempre lo hace. Noto su tonito de burla.

La poca vida social que tengo se centra en mis dos amigos Pelayo y Andrés, los conozco desde el colegio y nos hemos criado juntos. Pelayo está casado con Marta, una tía muy simpática a la que conoció en un bar mientras hacia el erasmus en Londres. Se liaron y no se han separado desde entonces. Ella se ha convertido en parte de nuestro grupo y a veces se viene a tomar algo. No pueden tener hijos, por problemillas de salud y han decidido que en sus ratos libres se merecen viajar y conocer mundo. Ambos estudiaron económicas y trabajan en el único banco que hay en el pueblo. Andrés está soltero, pero siempre está con alguien. No sé cuántas novias le he conocido. Pero cada dos meses tiene una nueva. A cuál peor. Se enamora en dos días y de la misma manera lo dejan, él llora, se emborracha en el bar y a la semana hace eso de... Un clavo saca a otro clavo.

Luego está Sara. Siempre fue parte de nuestro grupo de amigos. Éramos los cuatro mosqueteros en el cole. Hasta que le salieron tetas y comenzó a interesarse por eso del sexo. Siempre le ha gustado estar con nosotros, pero en la época de la pubertad, con todas las hormonas revolucionadas, se separó de nosotros. Se hizo amiga de unas chicas bastante estúpidas que se creían guapas y se volvió un poco como ellas. Durante las fiestas de pueblo en las que teníamos 17 años, Sara bebió de más y se puso muy empalagosa conmigo. A mí, como os imagináis, eso me agobia, y lo hizo. Acabé llevándola a su casa, como un buen amigo y al llegar a su puerta se lanzó sobre mí y me besó en los labios. A mí no me gustó, la verdad, pero no le dije nada. La dejé allí y me largué corriendo a mi casa. ¡Cobarde! Puede, pero es que no sentí nada.

Pasé tres semanas sin ver a Sara, más por vergüenza, que otra cosa. Después ella se disculpó y yo hice borrón y cuenta nueva. Le dije que no pasaba nada y a otra cosa. Pero la relación con ella se volvió extraña.

A los 20 años, en verano, me la encontré trabajando de cajera en el super del pueblo. Hablamos, la invité a un refresco y retomamos nuestra amistad. Después de unos meses me confesó que estaba enamorada de mí y yo muy educadamente le dije que perdía el tiempo. A mí ella no me gustaba. Se casó con un tipo maleducado y gilipollas dos años después, y se fue a vivir al sur de Madrid. Sólo la veía en fiestas y eventos del pueblo. Hace tres años, se divorció y regreso con sus padres al pueblo. Nunca nos ha contado nada de su pareja, ni de porqué lo dejaron. Ahora sigue siendo la cajera del super y se ha convertido en una gran amiga. Hablamos mucho y de vez en cuando queda con Andrés, Pelayo y conmigo para tomar algo. Pero a pesar de todo siempre intento evitar quedarnos solos. Ya se sabe cómo son los pueblos. Encima mi madre está obsesionada con que me case y tenga hijos y siempre está con la cosa de que debería dejar que ella se acerque más a mí. Pero es que no me gusta. Que la chica es mona y eso. Pero algo me aleja. Ella no es para mí y punto.

Enséñame a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora