Capítulo 10

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            La cabeza me duele horrores. Abro los ojos y miro el reloj. Casi no lo veo, tengo pelo en la cara. Mucho pelo. ¿Qué? Me muevo y Lola está abrazada a mí. Sus brazos me rodean y sus piernas se entrelazan con las mías. Mi brazo rodea sus hombros y el otro lo tengo encima de mi vientre. Me desprende un calor agradable que me llena hasta el alma. Y su pelo huele tan rico. Ahora que lo pienso es la tercera vez que me despierto de esta manera con Lola y no me agobia. Bueno técnicamente la segunda, porque ayer en realidad me desperté con ella y con un sueño tórrido. Y acabé terminando de dormir en el sofá. Pero me doy cuenta de que me gusta despertarme así. Y además me encanta que vuelva a llevar mi camiseta puesta.

Alguna vez he dormido con mujeres. Muy pocas, porque no suelo ligar, no tengo rolletes. Hace al menos dos años que no paso la noche con una mujer. Y no repetí con ella porque me aburrí mucho. Nunca he estado con una mujer que despierte mis instintos como lo hace Lola. Siempre he tenido una cita agradable, la he llevado a casa, te despides con un beso casto y después de cuatro o cinco citas, pues, duermes con ella. Tengo sexo mediocre, porque tengo claro que el sexo que yo he conocido es mediocre. Encima, debajo, sin besos guarros ni palabras obscenas. Sobre todo, si comparo mis experiencias con las de mis hermanos. Y cuando he visto que es una pérdida de tiempo, he decidido cortar por lo sano. Es cierto que yo no soy excesivamente cariñoso. No me gustan las muestras de afecto en público, no soy detallista, no soy de regalar cosas. Y bueno como ya sabes soy un tío bastante parco en palabras. Por eso digo que con Lola estoy descubriendo algo nuevo en mí. La dejo acercarse, tocarme, besarme la mejilla, la he tocado yo e incluso me he permitido abrazarla. ¡Yo!

La postura en la que estamos la he tenido alguna vez con mi sobrina cuando se ha quedado a dormir. Pero es que la he criado yo, prácticamente. Es mi bebé. Y con Lola, me salen los mismos gestos de cariño. Aunque mis partes bajas indican que no es el mismo tipo de cariño. Anoche me emborraché. No fue una locura, pero, para mí, fue un desfase. Me bebí tres copas y un chupito y hoy la cabeza me va a explotar. Descubrí que le gusto a Sandra, una de las azafatas, me dijo cosas que no llegué a comprender o no recuerdo perfectamente y prefiero no pensarlo. Y descubrí que Lola siente algo por mí. No sé lo que es. Pero hay algo que le molestó en mi actitud con Sandra. No sé si fue porque Sandra me besó el cuello o porqué, pero Lola estaba a la defensiva. Defendía su territorio. Era como esas gatas salvajes que sacan las uñas para defender lo que es suyo. Espero que lo suyo sea yo y no esté montando una juerga en mi cabeza y luego no sea nada. Sandra es un cañón de tía. Lo digo enserio. Es un pibón, pero su actitud hacia Lola no me gustó. Dio a entender que Lola es una calientabraguetas. No sé si la movieron los celos o la envidia. Porque Lola podría tener a cualquiera comiendo de la palma de su mano.

Pi

Pipipi

Pi

Pipipi

— mmmmm — Lola se mueve bajo mi abrazo — ¡Apaga eso!

Apago el despertador y Lola se gira un poco estirándose. Se despereza y abre los ojos. Su cara aún está en mi pecho. Al verme sonríe, ilumina todo el cuarto con esa sonrisa y noto calor. En todo el cuerpo. Ella me da un suave beso en el pecho y mira hacia mi cara de nuevo.

— Buenos días, Lolita.

— Bueno días grandullón.

Me acerco un poco y le dejo un suave beso en la mejilla, me queda muy cerca de la comisura de su boca, pero Lola no parece notarlo.

— ¿Cómo estás borrachín?

— No soy un borrachín, solo estaba un poco tocado. No acostumbro a beber tanto. Y menos algo que no sea cerveza.

— Y encima ligaste con Sandra — Noto que su voz cambia ligeramente. No sabría decir si a mejor o a peor. Solo que se tensa bajo mi tacto y que su voz cambia.

Enséñame a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora