Capítulo 32

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— Lola, tenemos que hablar — Siento el corazón de Lola latir desenfrenado. Noto sus pulsaciones como mías. Sé que nos espera una conversación difícil. No es fácil enfrentarte a lo que puede dinamitar todo lo que amas. Porque no estoy preparado para escuchar que Lola me ha engañado. Antes prefiero morir.

— Lo sé — está mirando a través de la ventana de nuestro cuarto, se rodea la cintura con sus brazos y una sensación desasosiego se instala en mí.

— Me he enterado de muchas cosas y creo que me debes algunas explicaciones.

— También lo sé. Javi, te juro que no es lo que piensas.

— No tienes ni idea de lo que pienso — hablo más calmado de lo que pensaba que haría — sólo sé, que desde hace días siento que te pierdo. Estás nerviosa, me has ocultado cosas, no es algo propio de nosotros y de verdad que no quiero desconfiar de ti. Pero... me lo estás poniendo realmente difícil — Se da la vuelta despacio. Sé que está llorando, sus lágrimas brillan, pero debo hacerme el fuerte. Por los dos. Para que sobrevivamos a esto. No puedo dejarme llevar por lo que siento. Porque entonces no la dejaría ni hablar. La besaría, la abrazaría y las explicaciones se perderían en el vacío. Y ese vacío nos perseguirá por siempre.

— No sé ni por dónde empezar.

— Por el principio — me acerco, le tomo la mano y la llevo a la cama. Nos sentamos y suelto su mano como si me quemara. Necesito mantener las distancias.

— Escuché la conversación que Paul tuvo contigo en Las Vegas. Estaba en el baño, pero lo pude escuchar — la miro. Eso no lo sabía. Pensaba que ella no sabía nada — Un par de días después Paul me escribió. Bueno lleva haciéndolo desde que le conozco. Pero jamás le he dado muestras de interés. Yo desde que te conocí, no me he fijado, ni he estado con nadie más — me coje la mano y me suelto de su agarre. Realmente su explicación no calma mi inseguridad ni mis recelos — Me ha amenazado en varias ocasiones por tener una relación contigo. Pero que me eche de la compañía si quiere. No voy a renunciar a ti. Desde Las Vegas, los mensajes tomaron otro cariz. Me pasó una grabación de la conversación que tuvo contigo y me intentó convencer de tu infidelidad. Yo sé que es mentira. Y no di mi brazo a torcer. Me explicó que la compañía tiene una cláusula de no confraternización...

— Que es mentira.

— ¿Cómo? — Lola fija su mirada en mí, que hace rato la observo.

— Esa cláusula, es mentira. Me he leído todas sus putas normas Lola.

— Mejor. Pero me dio igual. Le dije que no te iba a dejar. Después de un par de días, me dijo que podría dar con la solución para que pudiésemos estar juntos, porque la junta directiva quería tu cabeza. Quise llevar esto en secreto al principio — solloza y se limpia el agua salada de su cara — porque quería que no te preocuparas. Puedo manejar a tipejos como él sin problemas — se levanta y vuelve a la ventana — Me citó en las oficinas centrales. Nos reunimos a solas y me aseguró que mantendría tu puesto si renunciaba a ser tu compañera fija, de forma voluntaria. Y lo hice. No lo pensé. Haría cualquier cosa por ti. Por nosotros — me mira de nuevo, pero se mantiene al lado de la ventana de pie.

— Lola habría sido más fácil si yo hubiese estado enterado. ¿No crees?

— Puede — se encoje de hombros — No lo sé. Estaba desesperada. Sentía que te podía perder.

— ¿Por no trabajar en esa compañía de mierda? Lola, quizás no me interese trabajar más para ese hombre.

— Javi — se arrodilla frente a mí — tu sueño era ser piloto. Esta compañía te valora. No podía permitir que perdieras eso.

Enséñame a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora