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Ámbar.

Ya no recuerdo cuando fue la última vez que me sentí despejada, cuando fue la última vez que sentí sastifacción porqué finalmente culminaba algo. He olvidado cuando fué la última vez que mi respirar no se sentía pesado, y encontrandome sentada reitero y acepto que no estoy bien.

Que llevo mucho encima, que la doctora que me atendió hace un rato tenía razón y que el estrés va acabarme. Ya ni siquiera sé sí he comido algo en lo que va de día, ni siquiera siento sueño y es algo extraño porqué de igual forma sigo sintiéndome malditamente cansada, ahogada.

Y maldigo mi estado, toda esta maldita situación que me hace sentir que nada acaba y que en su lugar el problema se prolonga, porqué aunque acabo de volver a la vida sabiendo que el papá de mi hija ha logrado salir de una maldita cirugía cerebral, mi peso sobre la tierra en lugar de hacerse menos incrementa. Y siento que me hundo, que mis pies se entierran en la superficie por todo lo que traigo encima.

Ya no sé qué sentir, que hacer; sí esperar y abrazarlo por no irse y extender el abatimiento con la última noticia que se reproduce en mi mente y me llena de ganas de partirme el cráneo contra la pared. O sacarme de lleno la bolsa plástica que siento que tengo en la cabeza, exigirle pronto una respuesta a la incertidumbre y darle rienda suelta a mi rabia o abatimiento dada su palabra.

—Lamento hacerles esperar.—la voz de Street me levanta de mi lugar al mismo tiempo que Hansel.

Ha pasado poco menos de una hora desde que nos dijeron que Damián había logrado salir, sin embargo luego de eso sólo nos pidieron paciencia alegando que el doctor nos atendería tan pronto como se desocupara. Él viene limpio, luciendo esta vez la bata blanca sobre la ropa y ya no el uniforme quirúrgico.

El cabello húmedo indica que se ha duchado y que se ha tomado todo su tiempo antes de venir, pero nadie dice nada y junto con el pelinegro a mi lado me mantengo en silencio, absorbiendo cada cosa que dice, siendo capaz sólo de asentir.

En resúmen indica que aunque por un momento todo se complicó y se salió de sus manos, la cirugía fué un éxito y que logró reducir con tanta eficacia que para la próxima intervención logrará seguro extirpar ese tumor. Reitera que el procedimiento es lento y que se hará conforme a la aceptación del sistema del paciente y concluye finalmente dejándonos saber su estado actual.

“Inconsciente en cuidados intensivos”. No nos permite verlo, no es seguro, dice. Qué al amanecer dependiendo de su mejoramiento quizás podramos verle, pero qué hasta que no salga de cuidados intensivos será complicado visitarle.

—No hay caso que sigan aquí, lo mejor es que vayan a descansar.—específica el médico y Hansel asiente.—Serán los primeros en enterarse de cualquier novedad que pueda surgir.

Nadie alega, realmente estamos cansados y con la hora sobre las siete de la mañana, Hansel y yo abandonamos la torre para abordar una de las camionetas conducidas por uno de los guardaespaldas en turno. La casa se aparece en nuestro campo de visión y mientras unos salen de su casa para empezar el día, Hans y yo llegamos para acabar uno muy largo.

La niñera de Mía nos recibe y con ella se encuentran tres mujeres que saludan respetuosamente a Hansel y se presenta como empleadas de limpieza. La niñera nos ofrece desayuno y ambos declinamos luego de darle la noticia que espera saber, casi no tengo cosas aquí, pero ir al hotel se me hace fastidioso.

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora