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Ámbar.

Mayo, 13

El trabajo no cesa porqué las dos semanas que me había tomado ya se acabaron y ahora mi puesto en la empresa aclama mi presencia y no puedo darle la espalda; sigo estando al frente. Desde un computador trabajo intentando opacar la urgencia de mi presencia en Seattle y todas las reuniones que nuevamente pongo en espera cuando los socios se quejan aludiendo que ya no quieren seguir tratando temas de importancia con empleados, que deben ser atendidos por las cabezas de la empresa.

También me veo obligada a escribir a la agencia de modelaje para confirma mi ausencia en el mega evento que se llevará acabo mañana por la noche. Y es con la rectora del colegio de Mía con la que tengo más trabas a la hora de alargar mi estadía.

Pero finalmente consigo el plazo, aplacar ánimos en la empresa y disculparme con Lucía Evans luego de recibir su repuesta poco conforme con mi confirmación. Cierro el computador sobre mis piernas luego de haber pasado horas en él. Reviso la hora mi celular y suspiro encontrandome nuevamente despierta a mitad de la madrugada.

Hansel se fué hace dos días, al día siguiente de su partida el doctor anunció la salida de Damián del área de cuidados intensivos. La idea principal había sido que viniera a casa tan pronto como eso sucediera luego que el doctor lo revisará y afirmara que podía ser trasladado.

Me he tomado una habitación en la casa cerca de la principal que fué la que mandamos a equipar con todo lo necesario para mantenerlo estable mientras se encuentre aquí, sin embargo esta sigue vacía; no tomó muy bien el saber que de los que estábamos justamente me tuve que quedar yo, y por ello a alargado sus días en la torre.

Es orgulloso y por una parte lo entiendo, la cirugía lo ha dejado tan débil que no quiere tener a nadie cerca con el fin de que nadie pueda verlo de esta forma. No obstante, tenerlo allá me complica más las cosas y sí puedo ver por él desde aquí haré lo posible porqué regrese pronto y evitar tener que estar dejando a Mía por horas todos los días.

Me paso las manos por la cara soltando un suspiro pesado antes de coger la laptop de mis piernas y ubicarla en mi mesa de noche. Mía descansa su cabeza un poco más arriba de mis rodillas, el televisor frente a la cama reproduce una de las tantas películas de Tinkerbell, pero ella ya se ha dormido así que con el mando apago la TV y la tomo a ella para ubicarla correctamente a mi lado.

Se queja y se mueve un poco pero no se despierta y yo me quito las cobijas que ella no se molesta por ocupar para salir de la cama y moverme al baño. La punzada que recibo en el vientre me tensa la espalda, y suelto aire presionandome con una mano la parte baja de la espalda.

Es a causa de la caída que me provocó Hansel, los dolores lumbares envían también punzadas dolorosas a mi vientre augurando un periodo tormentoso.

«Lo que faltaba».

Vacío mi vejiga en el inodoro y opto por tomar algo para dormir antes de volver a la recamara. Y son tan sólo tres horas las que descanso antes que el reloj se ponga sobre las seis de la mañana y mi alarma suene.

Acallo el insoportable ruido antes de que Mía pueda despertarse y con pesadez me muevo al baño para empezar el día. Hago todo en tiempo récord queriendo llegar lo antes posible y mover todo en el menor tiempo que se pueda para que antes del medio día Damián esté en casa.

No despierto a la pequeña rubia que se ha colocado una almohada sobre la cabeza para que no le dé la poca luz que se cuela por la ventana. Aparto un poco la almohada y le beso la frente despidiéndome en un susurro, ella ladea la comisura hacia abajo y sin abrir los ojos asiente y luego voltea el rostro hacia el otro lado.

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora