No. 25

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— ¡Jajaja! ¡No puedo creerlo! ¡No sabes cuanto estoy disfrutando esto! — se mofó descaradamente

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— ¡Jajaja! ¡No puedo creerlo! ¡No sabes cuanto estoy disfrutando esto! — se mofó descaradamente. — ¡Oh, querida! ¡Me hace feliz tu miseria!

Silencio. Ni una sola palabra salió de los labios de la joven, se encontraba con la vista fija en el suelo, inmóvil. La llamada ya había terminado y algo dentro de ella terminó por quebrarse.

El tipo frente a ella sabía a la perfección que tenía ahora todas las de ganar; se regocijaba ante el sufrimiento ajeno.

¿Qué quedaba ahora? Tenía un único consuelo, una vaga esperanza aún; aunque, para ese punto, cosas como "esperanza" ya no tenían ningún sentido.

— Esta es la manera más efectiva de arruinar a alguien, ¿no te lo dije alguna vez? Destruir social, física y psicológicamente a alguien es una serie de pasos que deben realizarse con total sintonía, ¡y los resultados son maravillosos! ¡Soy un total genio!

— ¿Un total genio? No, no lo eres.

Había olvidado eso. La sensación de ira y profundo sufrimiento aflorar desde su interior era algo que dejó años atrás; prometió no usarlo a menos de que sea encausado a un objetivo mayor.

Realmente, ¿cuáles son las verdaderas capacidades del ser humano?

Una vez, paseando por los pasillos de una basta biblioteca, encontró un libro que hablaba sobre los límites humanos. Un tema realmente interesante si se le veía desde el punto filosófico.

El contenido del libro era extenso y quizá hasta aburrido al principio, sin embargo, cuando se ahondaba en el tema se entraba en un gran e inmensurable debate existencialista. (*)

Hana entró de nuevo en un estado de no raciocinio; todo a su alrededor dejó de tener relevancia por un segundo. Se puso a recapacitar el cómo y por qué estaba aquí; preguntándose ¿vivir o morir? ¿Cuál era el significado de eso? ¿Valía la pena intentarlo una vez más? ¿Caer o subir? ¿Actuar o quedarse así? ¿Amar u odiar? Pero, lo más importante, ¿qué significaban todas estas palabras en realidad para ella? ¿Qué sentido tenían en su vida?

— ¿Te digo algo, tío? — con mirada oscura lo vió directamente a los ojos. — Maldigo el día en que tu repugnante existencia se cruzó con la mía, pero el que se arrepentirá de eso... Serás tú.

Le bastó con verla para sentir un escalofrío como nunca lo tuvo en su vida; un miedo alarmante sonaba en cada una de sus conexiones cerebrales. El instinto de supervivencia, que por genética humana estaba en cada uno de nosostros, le advertía de un peligro, uno que no podría controlar.

Uno de los mayores miedos del ser humano era, por defecto, no controlar las cosas externas que afectan su entorno cercano. De ahí que siempre se quisiera saber el por qué, cómo, dónde y cuándo de las cosas.

Era curioso; una especie que se jactaba la mayoría del tiempo de su gran evolución, inteligencia, capacidades y mente, fuera tan débil ante cosas como la oscuridad o la incertidumbre.

✿  ❘❘  𝗣𝗘𝗥𝗙𝗨𝗠𝗘 𝗗𝗘 𝗥𝗢𝗦𝗔𝗦 ─ Haitani RanWhere stories live. Discover now