No. 29

974 122 3
                                    

— ¿Qué sucede?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

— ¿Qué sucede?

— Disculpe la interrupción, señor, pero hay alguien que...

— ¡AHHH! ¡AGH! ¡N-NO, BASTA! ¡P...PIEDAAAD!

— ¡Deja de moverte tanto, inmundo pedazo de mierda! — reclamó la fémina sosteniendo con fuerza la navaja y aplastándole las costillas con su par de tacones de aguja.

El crujir de huesos y el sonido producido por el desgarramiento de la piel, junto a unos gritos agónicos provenientes de un desdichado hombre, resonaron por las cuatro paredes. La mujer, cansada se sus patéticas súplicas para que lo dejara vivir, dobló su cuello haciendo que se dejara escuchar el desagradable sonido de éste rompiéndose.

El otro sujeto amarrado de manos y pies observó con terror cómo ella soltaba el cadáver de su compañero cual trozo de basura y dirigía sus ojos sedientos de sangre hacia él. Contuvo la respiración y casi se orina encima viéndola avanzar a él, con una expresión retorcida.

Lo siguiente en suceder fue digno de un carnicero; cortó sus manos, al igual que algunos trozos de piel como si de un animal se tratara y encajó la gran y afilada navaja repetidas veces en el pecho provocando así que la sangre saliera a borbotones provocando luego de poco su muerte.

— Hana, por Dios santo, eso es asqueroso.

— ...Limpien esto, rápido. — ordenó con voz aburrida, limpiando el espeso líquido rojo que salpicó su piel.

— S-Señor, es urgente.

— Sí, sí, escuché la primera vez. — Zac, irritado por el desastre sangriento producto del excesivo sadismo de su jefa y señora, suspiró por quincuagésima vez en la tarde. — Hablemos, pero antes lleven a la señorita a su casa para que descanse, ahora.

— No eres mi madre para mandarme temprano a la cama. — objetó, chasqueando la lengua. — Estaré en mi oficina. — salió junto a su escolta personal.

— Habla.

— Nos acaban de reportar que apareció alguien portando el pase especial de la señorita Hana.

— ¿Enserio? ¿Dónde está?

— En una sala de espera privada, en el octavo piso. Como nos indicaron.

— Me pregunto qué la hizo usar el pase, la última vez que la visité me dijo que se encontraba bien. — se extrañó. — Llévame hasta ahí.

— Por supuesto.

Si el pase había sido usado significaba una cosa; Nara necesitaba algo y ese algo probablemente sería urgente debido a que el uso de esa tarjeta era exclusivo para una emergencia o algo realmente grave.

Con prisa se dirigió a la sala donde se suponía encontraría a la chica, sin embargo, al abrir la puerta e ingresar al cuarto, con gran confusión miró a un tímido joven quien también lo miró. Intercambiaron un vistazo atónito.

✿  ❘❘  𝗣𝗘𝗥𝗙𝗨𝗠𝗘 𝗗𝗘 𝗥𝗢𝗦𝗔𝗦 ─ Haitani RanWhere stories live. Discover now