Capítulo 2

7.7K 584 66
                                    

Creí que sería una buena idea ver la televisión, ya que nadie me dice nada, tendré que sacar conclusiones por mí misma, el control estaba lejos, al otro lado de la habitación, estaba junto a un bolso donde supuse que estaría toda mi ropa. Me incorporé y al hacerlo me dolía la columna, traté de olvidarme de esa horrible sensación y puse mis piernas colgando a la orilla de la camilla, estas estaban peor que mis brazos y piernas, tenía muchos moretones y una gran cicatriz me cruzaba toda la pierna izquierda. Tomé impulso y mis pies chocaron contra el frío piso de la habitación. Me tambaleé un poco, pero me acostumbré de inmediato, me afirmé de la camilla para luego mover una pierna y así hasta llegar a una mesita dónde se encontraba el control remoto, lo tomé e hice el mismo recorrido de vuelta lentamente, casi arrastrando mis pies por la cerámica.

Me senté en la camilla y suspiré. No he estado tan mal…

Pulsé el botón para encender la pantalla y un canal de noticias se reprodujo en esta.

- Fuentes cercanas a las hermanas Waetford, dice que la menor de las hermanas ya despertó luego de dos días estando dormida –habló un señor de corbata. – Todos recordamos lo terrible que fue ese accidente, y les mandamos todas las fuerzas posibles a Marie Waetford y a Nicole Waetford.

Apagué rápidamente la televisión sin querer escuchar nada más, tal vez debería seguir el consejo de mi enfermera, Clarisse. Quiero tomar la noticia de a poco y con calma. En eso la puerta se abre y deja ver a Clarisse con una bandeja, escondí rápidamente el control bajo las sábanas y le sonreí.

- Si sé que tienes el control remoto ahí, Marie –dijo mientras acomodaba una mesa desplegable que se ponía enfrente de mí para que pusiese la bandeja.

- Lo siento, tenía curiosidad –dije algo avergonzada y tome el pan para luego darle un mordisco.

- No te preocupes, es normal –sonrió comprensiva, algo que agradecí, lo último que quería era que me regañaran. – Marie, necesitamos hacerte una radiografía para saber si tus huesos no se han roto o algo –me avisó.

- Bien, no tengo algo más entretenido que hacer –bromee y sonrió apenada.

- Volveré en veinte minutos para que después de que cenes vayamos a hacerle la radiografía.

Asentí y luego la vi marcharse. Mi cena de hoy era puré con huevos fritos, probé un bocado y volví a meterme otro en la boca, aunque no esté tan delicioso, tengo mucha hambre cómo para protestar.

Luego de unos minutos, Clarisse volvió a entrar a la habitación, pero esta vez con una silla de ruedas. Me ayudó a pasarme de la camilla a la silla sin que me hiciera daño y colocó pantuflas en mis pies para que no pasara frío. También me entregó un suéter de color rosa de mi bolso. Clarisse empujó mi silla hasta salir de la habitación y empezó a caminar por los pasillos, pasaban doctores y enfermeras y lucían realmente ocupados, personas llorando en las sillas de espera o simplemente padres peleando con las secretarias. Las paredes eran blancas, lo único que le daba color eran las propagandas que pegaban en estas, eso era lo único de color.

Entramos al ascensor y Clarisse pulsó el botón para el piso número 5, cuando llegamos, dobló a la izquierda y me dejó cerca de una estufa. En una esquina habían unas sillas y mesas de colores de plástico que supuse que ahí se ponían los niños a dibujar o a hacer algo. Por el lado derecho venía una niña de piel morena en una silla de ruedas, al igual que la mía, esta venía enfadada, lo podía ver en su expresión. La pusieron junto a mí y ni si quiera se dignó a mirarme.

- Hola –le hablé. Ella giró su vista hacia mí, sin cambiar la expresión de pocos amigos.

- Hola –dijo algo seca.

- ¿Cómo te llamas? –pregunté tratando de sonar amable.

- ¿Tengo que decírtelo?

- Uhm, no, pero estoy tratando de charlar contigo…

La pequeña me miró y su mirada se suavizó un poco.

- Me llamo Brooke, Brooke Johnson –me respondió. - ¿Y tú?

- Yo me llamo Marie Waetford –le sonreí.

- ¿Cuántos años tienes? –preguntó esta vez ella.

-Tengo diecisiete, ¿y tú?

- Doce –respondió y luego nos quedamos calladas, ya que Clarisse había vuelto, pero con un vaso en su mano con una sustancia verde.

- ¿Qué es esto? –pregunté alzando una ceja.

- Es algo que nos ayudará para que se nos haga más fácil revisar tus huesos en la radiografía –me respondió mientras me lo tendía. – Tómatelo hasta la última gota.

Sin rechistar, me lo tragué de un sorbo ya que no era mucho. Era espeso y amargo, no, amargo no, no tenía sabor, pero como que tenía sabor, pero era uno muy malo, si lo sé, difícil de explicar.

- Bien, vamos –Clarisse se puso detrás de mí y empujó mi silla hasta quedar en frente de una puerta gris. Me giré y me despedí de Brooke antes de entrar a aquella extraña sala.

Hospital «Shawn Mendes»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora