Capítulo 4

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Desperté al otro día con dolor de espalda y cabeza, cómo si me estuviesen presionando intensamente la zona varias veces, me restriego los ojos con la mano derecha y veo la habitación gris, lo había olvidado, estaba internada en el hospital. A un lado había una bandeja con un vaso de plástico con leche chocolatada dentro y un pan con mantequilla. Tomé el vaso y bebí el contenido aún sin lavarme los dientes, me sentí asqueada por unos segundos, pero luego aparté el sentimiento bebiendo otro sorbo de nuevo.

Hoy era el día en que me operarían, estaba nerviosa y tenía miedo, mucho miedo a que algo saliese mal y acabase… muerta. Vi cómo mi madre entraba en la habitación y sonrió al verme.

- Hola, cariño –sonrió y se acercó para luego darme un beso en la frente.

- Hola mamá, ¿hace mucho que estás aquí? –pregunté mientras mordía el pan.

- Acabamos de llegar, estaba rellenando tu formulario –volvió a sonreír y me entregó una mochila.- Aquí están todas tus cosas, cómo audífonos, celular, algunos libros que encontré en tu escritorio y Amy te mandó los apuntes de los dos días que faltaste.

Amy era una amiga de la escuela, íbamos a todas las clases juntas, algo que agradecía ya que tener a tu amiga al lado todo el día hace que me ría más y esté más feliz.

- ¿Cuándo podré verla? –pregunté con esperanzas.

- El horario de visitas empieza la próxima semana, cariño –me acarició el mentón y fruncí el ceño.

- ¿Próxima semana? ¿Tanto me tendré que quedar? –murmuré.

- Marie, la pequeña fractura de tu espalda, sí es pequeña, pero es de la columna, no te pueden dar de alta hasta que todo esté bien y no vuelvas a tener problemas futuros –me explicó adoptando esa postura de mamá protectora que tanto odiaba, pero dada las circunstancias, en este momento, no la culpo que se ponga de esa manera.

- ¿Y Nicole? ¿Cuándo me dirán lo que le pasa? –pregunté tratando de sacar algo de información de parte de mi madre.

- No te puedo decir nada, Marie, entiéndelo por favor.

- ¿Está muerta, no es así? –gruñí tratando de provocarla.

- No, Marie, no está muerta, pero está en una situación grave, fin de la conversación –dijo dura y yo me crucé de brazos debido a mi fallido intento de saber algo de Nicole. Se levantó y antes de salir por la puerta agregó:

- Estaré aquí cuando te lleven a pabellón –y luego cerró la puerta, genial, se había enojado.

Tomé mi mochila y saqué mi celular y audífonos, ya que el día del concierto y accidente no los había llevado porque supuse que era innecesario porque mi hermana había llevado el suyo y con él sacaríamos fotos, ahora su teléfono debe estar hecho añicos.

Give me Love comenzó a sonar cuando puse el modo aleatorio y le cambié a la canción, todo lo que tenga que ver con Ed Sheeran me recordaba a Nicole y eso era lo que menos quería, no quería pensar en ella.

Dejé colgando mis piernas a la orilla de la camilla y luego las pasé a la silla de ruedas, iría a dar una vuelta, no creo que me busquen hasta la hora del almuerzo y no pienso quedarme aburrida en mi habitación, así que decidí ir a investigar lo que sería mi “hogar” por las próximas dos semanas. Dejé mi teléfono en mi regazo y con mis manos comencé a echar a andar las ruedas. Se preguntarán que por qué voy en sillas de ruedas si estoy en perfectas condiciones para caminar, bueno porque creerán que me he escapado por no andar en silla de ruedas, así que es mejor esta opción. Además ejercito un poco los brazos ya que pareciera que tuviese alas de murciélago bajo de estos.

Doblé hacia la izquierda, en dirección contraria dónde se encontraba mi mamá charlando con Clarisse, no quería que me hicieran devolverme a la camilla. Subí al ascensor y tecleé el piso número cinco, tenía la intención de encontrar a Brooke, creo.

Un pitido me hizo devolverme a la realidad y no a mi cabeza, dónde se reproducían las imágenes del chico de ayer. Giré las ruedas de la silla fuera de la máquina que asciende y me dirigí a la parte dónde esperan los pacientes para hacerse las radiografías, me desilusioné al ver que no había absolutamente nadie, sólo había doctores y gente del aseo.

Bajé al piso número tres, un piso abajo del mío, ya que yo estaba en el cuatro. El piso tres era distinto, estaba pintado de azul clarito y supuse que este sería el piso de los hombres, era raro, ya que el piso cuatro estaba pintado de blanco. Arrastré mi silla hacia el pasillo y pude ver a muchos adolescentes y niños, todos hombres. Las habitaciones estaban enumeradas, la primera de mi vista era la 243, seguí viendo los números de las habitaciones hasta que unos gritos me desconcentraron.

- ¡¿Qué no entiendes que no quiero hacer la quimioterapia?! –escuché la voz de un chico saliendo de una habitación próxima a la que yo estaba anteriormente.

- ¡Shawn es por tu bien! –gritó una señora en forma de respuesta, supuse que era su madre.

- ¡Déjame morir entonces! –gritó, obviamente enfadado. El chico estaba de espaldas a mí, pero lo reconocería en cualquier parte. Su “mamá” lo empujó dentro de la habitación nuevamente y los gritos disminuyeron la intensidad.

Algo asustada, regresé a mi piso y entré a mi habitación. ¿Quimioterapias? ¿Tendrá cáncer?

Bueeeno, aquí tienen uno más largo, disfrútenlo:)

Alee, xx.

Hospital «Shawn Mendes»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora