Capítulo 9

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EDITADO.

Desperté gracias a mi espalda, esta dolía bastante. Me quejé y abrí los ojos.

—¡Buenas tardes!— sentí un grito y de inmediato mis ojos proyectan a Clarisse. Tan alegre y feliz como siempre.

—Hola— sonrío con pereza.—¿Tardes?

—Sí, señorita. Ya son las cuatro de la tarde— se burló e hice una mueca.

—Dios...—reí y negué con la cabeza.

—Hoy tus padres vinieron a verte, pero estabas dormida, dicen que vendrán en la noche— me avisó.

—Está bien— me quejo, mi espalda vuelve a doler, pero la sensación de que me estuvieran presionando se intensifica y ahogo un grito en mi garganta. Luego de que pasara, me rasco la cabeza y se me forma una sonrisa en el rostro mientas recuerdo lo de anoche. Creo que en varios años no me había divertido de esa forma, y nunca pensé que me divertiría tanto estando en un hospital. Clarisse alzó la ceja al ver mi wokie tokie que descansaba en mi silla de ruedas. Cerré los ojos rezando para que deje pasar el objeto como algo que siempre estuvo ahí.

—¿A dónde fuiste anoche, Marie?— preguntó y colocó sus manos en la cintura.

—¿Yo? Pff..., a ninguna parte..., como si pudiese hacer mucho por aquí— dije restándole importancia. Clarisse, no tan convencida, asiente y camina hasta los pies de mi camilla a doblar unas toallas. El wokie tokie hace un ruido extraño y luego se escucha la voz  de Theo por el monitor.

—Hey, junta hoy a la salida del comedor de las niñas, vamos a entregar los premios, cambio— y después, silencio.

Cerré los ojos maldiciendo, volví mi vista hacia Clarisse y ella tenía una sonrisa de superioridad en el rostro. Primero pensé que solo estaba haciendo una broma y se ahorraría el sermón, por lo que mi corazón y respiración volvieron a ser regulares.

(...)

Clarisse me había dejado libre hasta las siete y media de la tarde y tenía muchas ansias de ver a Shawn y a los chicos. Caminé lentamente hasta el ascensor y pulsé el piso donde acordamos de vernos, al salir todo me miraban extrañados y no sabía la razón, pero opté por ignorarlos y seguir con mi camino. Mis amigos estaban animadamente conversando y divisé de inmediato a Shawn, su sonrisa era la más bonita de todas y esos ojos que destallaban alegría, no como el otro día, que él estaba triste y aún no sabía el por qué. Me fijé en su cabello que lo llevaba algo desordenado y andaba vestido con un suéter de color azul. De repente mi corazón se estremeció al ver que nuestras miradas se cruzaron y él me regaló una de sus preciosas sonrisas. Caminé hasta ellos algo nerviosa y todos me saludaron.

—Hola chicos...— sonreí. —¿Qué vamos a hacer hoy?

—Estábamos pensando en ir a pediatría, el piso de los niños— asintió Brooke.

—Me parece buena idea..., pero, ¿Por qué se les ocurrió ir allá?— pregunté.

—Shawn dice que siempre que pasa por ahí ve a los niños aburridos y algunos tristes, queremos ir a platicar o a jugar con ellos— me contestó Theo y miré a Shawn con ternura, quien de inmediato bajó la mirada sonrojándose. Todos caminamos hasta el ascensor y bajamos hasta el piso de pediatría, que de inmediato se escuchaban voces y algunos que otros llantos de niños pequeños. Theo nos hizo una seña con la mano para que lo siguiéramos y así hicimos. Llegamos a una sala llena de color y alegría, donde pequeños eran cuidados por sus madres o simplemente jugaban con los juguetes que la habitación proporcionaba. Ann fue la primera en acercarse a un niño, él estaba a un lado jugando con un carrito algo solo, ella le sonrió y le susurró una frase que no pude descifrar, el niño asintió y Ann agarró el otro autito que había por ahí cerca y comenzaron a jugar entre los dos, de vez en cuando el pequeñín soltaba alguna carcajada y eso hacía que Ann sonriera. 

Sin darme cuenta, todos ya estaban con los niños jugando y divirtiéndose, Shawn estaba leyéndole un libro a una niña mientras que ella le prestaba toda la atención del mundo. Él levantó la vista y me sonrió, algo que hizo que el estómago se me revolviera y mi corazón diera un brinco, le sonreí de vuelta y Shawn volvió su vista al libro para seguir leyendo en voz alta. Yo era la única que estaba aún parada sin saber con quién jugar o alegrar la tarde.

Mi vista se fijó en mi enfermera, quien estaba sobándole la espalda a una niña que estaba llorando descontroladamente. Fruncí el ceño y me acerqué a la escena. Clarisse sintió mi presencia y me sonrió con mucha pena. La pequeña estaba en una silla de espera, con las piernecitas colgando y con sus manos en los ojos. No debería tener más de cinco años.

—¿Qué le pasó?— susurré sin que la niña me notara. Clarisse me miró triste, demasiado diría yo.

—Su madre acaba de fallecer, y su papá murió hace unos dos años...— me devolvió el susurro y abrí completamente los ojos, ella había quedado huérfana. No sé que debería estar sintiendo en estos momentos, ella se veía tan pequeña y frágil estando en esa posición, debería estar completamente rota. Es muy pequeña, no sé por qué el destino quiso hacerla sufrir de esta manera. 

Le hice una seña a Clarisse como pidiéndole permiso para poder hablarle y ella asintió. Puse mi mano en su pierna para llamar su atención.

—Hey, cariño— susurré y ella alzó la vista. Tenía unos preciosos ojos azules, pero destruidos por un intenso color rojo y una capa cristalina. —¿Cómo te llamas, princesa?

Bajó la mirada y siguió sollozando sin responderme. Miré a Clarisse y se encogió de hombros. Acerqué mi mano a su rostro y lo levanté delicadamente, le limpié las lágrimas y ella cerró los ojos mientras presionaba mi mano contra su mejilla y hombro. Luego de unos largos segundos, abrió sus ojitos y me sentí intimidada bajo su mirada tan intensa, tan..., triste.

—Eva— susurró y apenas si la escuché. Su voz era muy dulce, y no cabe duda que ella era tímida.

—Eva...— repetí y ella asintió débilmente y luego volvió a sollozar.— ¿Quieres hablar de lo que pasó?— ladeé la cabeza para buscar su mirada y ella no me contestó. Me senté en la silla de al lado y como si fuese acto reflejo, Eva se encaramó en mi regazo y me abrazó por el torso escondiendo su rostro en mi pecho dejando todo mi camisón húmedo por sus lágrimas. Pasé mis brazos por su pequeña espalda y apreté mis ojos para no llorar yo también. ¿Cómo una niña así, debe merecer todo esto?— ¿Sabes que están en un lugar mejor, cariño?— le susurré y ella asintió repetidamente.

—Pero quiero que estén aquí..., conmigo ¡Como antes!— chilló y yo le besé la mejilla para que se calmara. En eso, llegó Shawn con una expresión de confusión, le indiqué que se acercara y le susurré la situación mientras le seguía acariciando el cabello a Eva. Shawn se sentó a mi lado izquierdo, que era donde Eva tenía apoyada la cabeza.

—Hola, linda, soy Shawn...— susurró el chico y ella levantó la mirada. —¿Quieres olvidarte de eso por, aunque sea, un ratito?— le preguntó amable y ella ladeó la cabeza un  poco, prestándole mucha atención a sus palabras. Creo que Shawn produce en todas las mujeres, el mismo efecto, sea de la edad que sea, todas están atentas ante tanta belleza humana. Eva asintió confundida. —Tengo una idea... ¿Quieres tener unos padres temporales?— le preguntó nuevamente y con su gran mano removió las lágrimas que le quedaron en las mejillas. Fruncí el ceño ante el ofrecimiento del chico.

—Pero, ¿Quiénes?

Shawn sonrió al instante.

—Pues yo y Marie— se apuntó y luego me apuntó a mi. La pequeña giró su cabeza para mirarme y el corazón se me derritió al ver sus esferas azules llenos de esperanza y alegría, no como hace cinco minutos.

—Me encantaría— sonreí y fijé mi vista en Clarisse, quien tenía su mano en la boca y algunas lágrimas rebeldes asomadas en sus ojos.

—¡Princesa, vas a llegar tarde al colegio!— Shawn exclamó de repente y Eva se bajó rápidamente de mi regazo mientras soltaba una estruendosa carcajada haciéndome sonreír.


N/A antes este capítulo había sido "transformado" por Wattpad poniendome letras nada que ver ¬¬ ¡PERO LO HE ARREGLADO, ÁMENME! Una foto de Eva en multimedia jiji.

Aleex.



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