Capítulo 7

6K 580 88
                                    

Ya era de noche y estaba esperando al doctor que llegara a mi habitación para poder sacarme el metal de la espalda, de verdad que me incomodaba mucho. Por un momento quise revisar mi teléfono, así que lo agarré y comencé a revisar las redes sociales. Tenía mensajes de mis amigas, de mi familia y Jackson, mi ex novio. Les dejé el visto a todos ya que no quería hablar con nadie, revisé Twitter y todos ponían como hashtag #WeLoveYouMarie. Agradecí ese gesto y también lo ocupaban en Instagram. Mis seguidores habían aumentado mucho, así que decidí decirles que me encontraba bien. Me tomé una foto y puse de descripción: "Gracias a todos, estoy recuperándome y haciendo amigos en el hospital #WeLoveYouMarie". Apenas la publiqué ya tenía 43 likes y 15 comentarios, los revisaría más tarde.

La puerta se abre revelando al Dr. Evans seguido por Clarisse, este me sonríe y yo dejo mi teléfono a un lado.

- Hola, Marie. Te ves bastante bien a pesar de que tuviste una operación hace unas horas —sonrió y le sonreí de vuelta.

- Sí, creo que sé manejar estos dolores —me removí en la camilla.

- Creo que te incomoda mucho el metal, ¿no? —rio y acercó una silla hasta el lado izquierdo de mi camilla.

- Sí, la verdad. ¿Me lo puede sacar ya? —pregunté impaciente.

- A eso mismo vine —bromeó y sonreí. Me levantó el camisón del hospital y con unas tijeras cortó la venda que me afirmaba el metal  rodeándome todo el torso, de inmediato sentí un alivio en el tronco. Me quitó el metal de la espalda y me apoyé en la camilla.- ¿Mucho mejor?

- Sí, muchas gracias —le sonreí.- Es hora de cenar, ¿no?

- Sí, es hora de cenar. ¿Quieres encontrarte con Brooke y Ann? —alzó una ceja divertido mientras yo asentía.

- ¿Cómo supo que las conozco? —pregunté arreglándome el camisón, ya que se me había subido cuando me deslicé hacia abajo en mi camilla.

- Ellas me hablaron de ti y también las enfermeras de la cafetería me contaron que ayudaste a Brooke a comer su almuerzo —dice con un tono más serio. —Marie, tú ya eres grande, por esa razón entenderás que Brooke necesita toda su comida para que se recupere, si no se va a acostumbrar a compartir su comida y no a comerla ella —dice con un tono más suavizado.

- Sí, lo entiendo, lo siento —digo apenada y el Dr. Evans me sonríe. - ¿Entonces me dejará ir a cenar?

- Sí, puedes ir. Pero con una condición —levanta el dedo señalando el número uno.

- La que sea.

- Que vayas en silla de ruedas, aún no puedes forzar del todo tu columna ¿Sí? —sonríe y agradezco al cielo que lo tengo a él como doctor.

- Trato echo —le sonreí.

[...]

Rodé las ruedas de las sillas hasta entrar a la cafetería, habían muy pocas niñas, pero de inmediato diferencié la cabellera rubia de Ann y el pelo negro de Brooke. Aún no me veían, ya que estaban de espaldas a mí, por eso tomé la bandeja que me correspondía y la puse en mi regazo para luego rodar las ruedas hasta quedar en los puestos de en frente a mis amigas.

- ¡Marie! —chilló Brooke cuando me vio.

- Hola —sonreí y Ann me devolvió la sonrisa.

- ¿Ya te quitaron el metal? —preguntó Ann.

- Sí, gracias a Dios —suspiré y rieron debido a lo exagerada que fui.

Tomé la cuchara y la unté en el puré de papas para luego llevarla a mi boca, Ann y Brooke me miraban curiosas y les sonreí, las dos me devolvieron la sonrisa, después Brooke bajó la vista a su comida y repitió el mismo proceso que yo, sus mejillas se inflaron debido a la cantidad de puré que se había metido y me miraba con cara de asco, le sonreí dándole ánimos para que se lo tragara y así lo hizo.

- Ahora toma agua —le dije suavemente, asintió y tomó el vaso de agua dándole un buen trago. —Ahora inténtalo tú, Ann.

Ella me miraba suplicante y le señalé la comida.

- Anda hazlo, no ha sido tan malo, cuando tomes agua al final, ya ni se siente el sabor —le sonrió Brooke y me emocioné, la ayudaré a progresar. Dos chicos aparecen por el casino, uno era de pelo castaño y andaba con el mismo camisón que todos nosotros y a su lado estaba, Dios esto no puede ser verdad... era Shawn.

- Oigan, ¿Las chicas y los chicos tienen distintas cafeterías para desayunar, almorzar y cenar? —dije rápidamente y muy nerviosa.

- Sí, la cafetería de los hombres está en su piso ¿por qué? —preguntó Ann tomando su vaso de agua. Le señalé con la cabeza hacia la puerta dónde aún seguían ahí parados, la mirada de Shawn conectó con la mía y de inmediato el corazón me comenzó a palpitar rápidamente y sentía que mis manos sudaban.

- ¿Esos son Theo y Shawn? ¿Qué diablos hacen en el piso de las chicas? —Brooke hizo una mueca.

- Ay, Dios. Marie, ¿Estoy linda? —dijo arreglándose el cintillo de color negro que tenía sobre su cabeza. No le tomé atención, ya que los ojos de Shawn seguían conectados con los míos y no me di ni cuenta que tenía una sonrisa en mi cara. Shawn le hizo una seña a "Theo" y se comenzaron a acercar.

- Vienen hacia acá —avisó Brooke y mi corazón no dejaba de palpitar fuertemente que hasta pensé que Ann y Brooke también lo escuchaban.

- Hola —escuché una voz, giré mi vista y estaba el chico de pelo castaño mirándonos con una sonrisa y a su lado estaba Shawn, quien no despegaba la vista de mí.

- Hola Theo —sonrió Brooke parándose y abrazándolo por el torso, este le devolvió el abrazo y luego abrazó a Shawn.

- Hola Ann, ¿cómo estás? —sonrió Theo, Ann se puso roja de la vergüenza y le saludó con la mano.

- Eres Marie, ¿no? —escuché una voz ronca y muy linda, miré hacia donde estaba Shawn y este me sonreía de la misma forma que lo hizo cuando apareció por la ventana.

- Ajá —carraspeé, eso había salido muy ronco.

- Soy Shawn —sonrió y estiró su mano hacia mí, la tomé con mucho nerviosismo y la estrechó amistosamente. Cuando nuestras manos hicieron contacto a todo mi cuerpo le dio escalofríos y sentía como una electricidad recorría todo mi brazo.

- ¡Hey, ustedes dos! ¿Qué están haciendo aquí? ¡Saben que no pueden venir a desconcentrar a mis chicas! —gritó una enfermera dirigiéndose hacia acá.

- Las esperamos afuera, tenemos una invitación que hacerles —dijo Theo mientras corrían hacia afuera de la cafetería seguidos por la enfermera que apenas podía correr.

- Okey, eso fue extraño —sonrió Brooke y todas reímos.

- No todos los días te persigue una enfermera por estar conversando —comenté y rieron de nuevo.

Hospital «Shawn Mendes»Where stories live. Discover now