Capítulo 3. El puto camarero

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Oven

Cuando el alfa se va parece que toda esta panda de subnormales vuelven a la vida, pero estaría siendo injusto con mis compañeros. Creo que no nos había hablado un alfa en nuestra vida, al menos en la mía, que no es que fuera muy larga pero sí he visto casi de todo.

Y no un alfa cualquiera, uno enorme, rubio y greñudo; el puto Primer alfa de los Primeros, lo más cerca al líder, después del culo del omega, claro.

Aún me retumban los oídos por culpa de su voz, ¿hacía falta que nos hablara así? Spoon y Fork estaban llorando, pero claro, esos dos es que se la pasaban llorando por todo. ¡Qué puta vergüenza, de verdad! Si es que a veces parecemos retrasados.

Y encima me dice a mí que sea su camarero, que yo no hago esas cosas, porque al final siempre la lío y acabo montando un show. Pero cuando le voy a decir a Mop que vaya él por mí, Pot, la jefa de cocina, se planta delante de mí con la cafetera y las tazas y niega con la cabeza.

—No hables, Oven —me advierte duramente—. Pones las cosas sobre la mesa, les sirves los cafés y te vuelves, ni una palabra. Por favor. —Añade suplicante.

La mandaría a la mierda, pero es demasiado temprano y Mop tiene cara de susto todavía.

Cojo la jodida bandeja, yo te corto lo que tú quieras, pero para camarero no he nacido, joder.

Como puedo lo llevo todo a la mesa, solo están tres alfas, pero son lo más alto de toda la jerarquía. ¿No podrían estar durmiendo o follando como todo el mundo?

No, y encima ahora parecía que se estaban peleando.

Si había una cosa que diera puto mal rollo era un alfa, yo creo que están hechos para acojonar, y eso que yo me acojono poco. Pero lo que ya te hace cagarte en los pantalones son las mujeres alfas, y esa era una de las guerreras más jodidas de todas.

La Tercera alfa de los Primeros.

Una gruesa trenza oscura le atraviesa la cabeza, y parece que con ella hasta podría matarte, da casi más miedo que el Primer alfa.

Las alfas son todas enormes, musculosas y con cara de que te van a joder la vida si solo las miras mal. Así que aunque mi vida sea una mierda, no tengo ganas de morir joven. Gracias.

Pongo la bandeja en la mesa y sirvo los cafés, pero parece que no es mi día de suerte.

—¿A qué coño hueles?—dice la alfa arrugando la nariz y gruñendo, le diría que a lo mismo que su culo, pero en serio, hago duros esfuerzos para seguir viviendo.

—Saw, déjalo en paz.—Ese debe ser el alfa bueno, porque aquí todos tenemos roles; sorprendentemente lleva el pelo corto y una barba fina y cuidada, parece hasta civilizado. Yo paso de mirarle mucho, porque al final me van a joder igual.

Y entonces le escucho, y le tengo que mirar.

—Gracias —dice el Primer alfa, el más grande de los tres, el mismo que ha entrado bramando como un jodido animal.

Creo que no he escuchado esas palabras fuera de los mi clase en mi vida, ¿ha dicho de verdad gracias? ¿A mí?

—Hammer, lo has roto —se ríe de mí el Segundo alfa. ¿Ves? Por eso no te puedes fiar de los que van de buenos. Y la Tercera alfa se ríe también.

¿Entonces qué hago? Cagarla, porque yo soy así, me parieron para morir joven, está claro.

—Vete a la mierda —se lo digo a todos y no se lo digo a ninguno, y pasa como todo a cámara lenta, un rollo raro de esos de antes de morir.

GammaWhere stories live. Discover now