Capítulo 19. Juntos y revueltos

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Oven

Cuando aparezco en el barracón de los gammas todos se me quedan mirando en completo silencio, hombre, no es para menos, yo creo que la mitad me daba por muerto, y los demás por fugado.

Luego empiezan los murmullos, muchos, unos más altos, otros más bajos, y escúchame, a esta gente no les caigo bien.

Pero, no me digas, un mínimo de alegría por un gamma pródigo, ¿no?

Entre todos ellos aparece una cabecita pelirroja sonriente y alegre, ¿os he dicho cuánto quiero yo a este imbécil?

Todo. Le quiero todo.

—Por fin estás en casa —me dice al oído, y aunque solo he estado a unas calles más allá, sí, siento que por fin estoy en casa.

La mentira que les cuento a los demás es que cabreé a un alfa y me mandó a la frontera, sorprendentemente, nadie se sorprende.

¡Manda huevos!

A lo mejor voy a tener que sociabilizar un poco más con ellos, pero, lo siento, nos soy un ser gregario como ellos, nunca lo he sido. Con la abuela y Mop siempre he tenido suficiente. Pero se siente feo saber que si hubiera desaparecido de verdad, solo ellos me echarían de menos.

Pot no solo dirige las cocinas, también se encarga de distribuir casi todas las tareas externas.

Cuando me ve, yo creo que lo de que los gammas somos todos sumisos y agradables, es una puta mentira, yo no lo soy, pero ella lo es menos, y si las miradas mataran, yo estaría ya con las patitas hacia arriba como una cucaracha muerta.

Pero curiosamente me aparta del resto, si fuera a humillarme por mi ausencia, por haberme ganado que me mandaran a la frontera, y que mi trabajo recayera en otro pobre gamma deslomado, lo haría delante de todos.

Menuda es Pot.

Así que tiene que ser algo mucho peor.

—Me han dicho que te vas a casa del líder, serás el apoyo de Bleach, y harás todo lo que ella te diga. —Parecía importarle una mierda si me encontraba bien, si mi experiencia había sido traumática, o cualquier historia similar. Le daba igual, solo quería que hiciera mi trabajo, y esta vez no cabreara a nadie.

Pero debe ser que tanto sexo alfa me ha calmado que solo asiento, ni un bufidito, amigo. Y entonces ella me pone la mano en el hombro y me lo aprieta.

—Me alegro que estés de vuelta.

Ahora es cuando llueven ranas del cielo, pero joder, me ha puesto hasta tierno.

Asiento de nuevo, aquí se van a creer todos que me han estado torturando para que venga yo tan modosito, pero bueno, de cierta manera he vivido cautivo y sujeto a un adicto sexual.

Nadie tiene que saber que el adicto era yo.

Y como si nada, mi vida vuelve prácticamente al mismo punto de partida.

Estoy con los míos y vuelvo a comprobar las grandes diferencias entre ellos y nosotros, jamás había estado en un lugar en el que no convivieran al menos cien personas apiñadas, la soledad de la cabaña de Hammer era extraña, a veces aburrida, pero ese silencio, ese silencio no lo había conocido antes.

Esa noche duermo junto a Mop, como siempre, pero soy incapaz de pegar ojo.

No diré que es porque le echo de menos, diré que huele fuertemente a gammas apiñados, y los ronquidos no me dejan dormir.

Por la mañana sigo a Bleach, ella no me traga, yo no la trago, fantástico y maravilloso. Va a ser un día genial.

Pero cuando voy a entrar a la cabaña del líder, Blue me intercepta. Tú lo ves sonreír todo angelical, yo le veo cara de demonio conspirador.

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