Capítulo 31. Omegas

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Blue

Miro a Honey, nunca he visto a una persona tan a punto de romperse como a este omega.

Y las ganas de cuidarle son tan fuertes que soy incapaz de separarme de él. Ni siquiera cuando Dagger vuelve y me pide que vaya con él soy capaz de dejarlo solo. Pero al final lo hago, y le dejo mirando por la ventana, ausente.

—¿Qué le ha pasado? —pregunto sentándome sobre le regazo de mi alfa, pero noto su inquietud. Está completamente agitado y acaricio sus mejillas.

—No lo sé, pero lo que sí sé es que las cosas se están complicando en la frontera —contesta finalmente Dagger—. Axe quiere volver, piensa que este omega viene de la horda.

Solo pensar que Honey ha estado con esos salvajes me da una idea de lo que puede haberle pasado y dejado en ese estado.

Tiemblo sobre mi alfa y este me envuelve entre sus brazos.

—No va a pasar nada, nuestra manada es fuerte y nuestros aliados también —me asegura, y yo no dudo de su palabra, porque además sé que es verdad.

—¿Le han hecho daño? —pregunto con un hilo de voz.

Los omegas somos educados en muchas disciplinas, somos especiales, somos únicos, y por eso somos codiciados, muy codiciados, y no siempre en el buen sentido.

No hay omega que no haya escuchado muerto de miedo lo que les pasó en el pasado a muchos de nosotros, la época donde fuimos esclavos, esclavos sexuales, donde nuestra única función era satisfacer a cualquier alfa que nos atrapara.

Como nuestra fertilidad nos hacía engendrar camadas que sufrían nuestra misma suerte.

Mi padre nunca vivió esa época, pero permanecía en nuestro aprendizaje, en nuestra conocimiento aprendido de generación en generación.

Ahora éramos tan pocos que ninguna manada se atrevería a darnos ese uso, había leyes, había normas. Pero Honey parecía venir de un lugar donde ninguna de ellas se cumplían.

Había visto como temblaba ante la presencia de cualquiera que no fuera Axe, incluido Hammer.

—No dejaremos que nadie le haga daño, Hammer es el mejor alfa que conozco y lo cuidará como se merece.

—¿Hammer? —pregunto dubitativo, pero claro que es lo que corresponde, un omega y un alfa en la unión natural, como la de Dagger y yo.

Pero entonces pienso en Oven, en la relación que él y Hammer tienen, y se siente incorrecto que esos dos nos estén juntos. Miro a Dagger, ¿debo contárselo? Algo me dice que sí, que mi alfa es comprensivo y que entenderá que su Primero está enamorado de otra persona.

Pero ¿y si no es así? ¿Y si todas las dudas que Hammer tiene son ciertas? ¿Y si lo destierran de la manada?

Me abrazo con fuerza a Dagger, no puedo evitar estar agradecido con nuestra unión, es buena, está llena de amor y no la cambiaria por nada. Cuando llaman a la puerta y veo a Hammer entrar siento que el peso que carga sobre sus hombros es enorme.

Dagger lo saluda, palmea su ancho hombro y le da una sonrisa.

—Está en la habitación —le dice a Hammer, y por primera vez siento que mi alfa no es tan listo como creía, porque no deja de sonreír ante el abatimiento de Hammer —Serás digno de él, amigo, créeme, solo tienes que demostrárselo.

Hammer me mira, y yo soy incapaz de sonreír, como omega, apruebo esa unión, por supuesto. Pero yo sé que este alfa está loco por un gamma, y que jamás va a poder amar a Honey como este se merece.

GammaWhere stories live. Discover now