Capítulo 25. Anudado

3.2K 351 109
                                    


Hammer

Este pequeño gamma es un cabezón, y ahora le duele el culo y me da patadas.

Se lo dije, le iba a doler, pero se montó a horcajadas sobre mí ayer por la noche, me cabalgó hasta arrancarme todas mis buenas ideas mientras gemía por mí, gemía por mi polla y mi nudo.

—Sé un puto buen alfa y anúdame, joder —comenzó a provocarme.

Lo sentía tan al borde, se estaba hinchando y su culo parecía dilatado, por eso cuando dio una de sus sentadas duras contra mi polla le sujeté de los hombros y me dejé ir.

Solo había anudado una vez a una alfa, y había sido una humillación para ella cuando no pudo deshacerse de mí delante de los demás.

Por muy superior que sea, entre alfas no nos anudamos, ni siquiera durante el celo de las hembras ellas permiten dejarse anudar.

Oven comienza a gemir pero ahora es de dolor, está hiperventilando, está queriendo sacárselo y entonces sí que tendrá un serio problema anal.

—Tranquilo. —Le abrazo inclinándolo sobre mí, mientras contiene las lágrimas de dolor, y yo soy incapaz de dejar de correrme, es pura fisiología— Solo serán unos minutos, Oven.

Se muerde los labios, y yo le acaricio apretando su cadera para que no se mueva y se haga más daño.

—Lo estás haciendo bien —le aliento, y a pesar de todo, de su dolor, de su cabezonería, anudar es mi instinto natural y él es mío, mi omega.

El pensamiento es espontáneo, Oven no es mi omega, ni siquiera es un omega, pero es mío y yo soy suyo, y se lo susurro al oído.

En un pequeño susurro que le relaja, mío, yo te cuido, yo estoy aquí, no te pasará nada a mi lado. Y son promesas a mí mismo.

Beso sus labios con suavidad y su respuesta es pequeña, pero está ahí. Se está adaptando, muevo por reflejo mi cadera, el aprieta los labios pero cuando los suelta es un gemido de placer, no uno de dolor, y comenzamos a movernos en esa pequeña franja de espacio que nos permite el nudo. Por primera vez en mi vida me corro otra vez después de haberle anudado, y es el orgasmo más alucinante que he tenido en mi vida.

Noto la viscosidad del semen de Oven en mi estomago, y su cabeza enterrada en mi cuello. El nudo va a tardar en bajarse, pero sé que a partir de ahora voy a necesitar anudarlo siempre.

Eso hasta que despierta, claro, no hay nada del dócil y sumiso gamma anudado, no hay nada de nada. Solo golpes, que no son nada para mí.

Le abrazo con fuerza.

—¿Necesitas que llame al sanador? —le pregunto serio.

—¿Y decirle que un puto alfa me ha roto el culo? —me dice encarándome, buena contestación.

—Lo tienes bien, te lo miré ayer.

—¿Mientras dormía? —me pregunta escandalizado—. Maldito pervertido degenerado.

—Debes de reconocer que fuiste tú quien lo pidió.

—Vete a la mierda.

—¿Tan malo fue? —le pregunto sincero.

—Me escuece bastante y siento que no se me va a cerrar nunca.

Me siento a su lado, parece que ya no me va a volver a patear.

—Para mí fue muy bueno, me gustaría volver a hacerlo. —Sonrió cuando le veo por primera vez asustarse de verdad. Ni si quiera me pega o insulta.

—No —le tranquilizo—, no ahora, sino cuando estés bien.

GammaWhere stories live. Discover now