Capítulo 35. Amigos

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Mop

Llevo dos días sin ver a Oven, pero el rumor ya se ha extendido por toda la manada, el Primero y un gamma, todo lo malo que podrías escuchar lo han dicho ya.

Es horrible y temo por él, pero cuando he intentado llegar a la zona alfa, me han echado para atrás. Las medidas de seguridad en esa área se han redoblado, y si antes, al menos, los alfas nos ignoraban ahora nos tienen muy identificados.

Nos ven y no les gustamos.

Bleach nos ha dicho que está bien, que ha podido hablar con él unos segundos, pero que su alfa no le deja separarse de él ni un minuto.

—Si le vieras la cara —se ríe—, trata de disimularlo, pero está loco por ese alfa, bueno, es normal, es el Primero, ¿tú le has visto? Es guapísimo.

Yo sonrío, porque sé que lo que dice Bleach es verdad, porque por mucho que Oven trate de negarlo está loco por ese alfa, sino, mi amigo no hubiera hecho lo que había hecho durante todo ese tiempo.

No Oven.

Pero que ese alfa lo haya reconocido delante de los suyos, por muy feliz que me haga sentir por él, también me preocupa.

Y otra parte de mí, una muy egoísta y que cada vez me asusta más, piensa en que ya no va a estar disponible para Slate.

Desde que se fue de los barracones gamma no le he vuelto a ver, y sé que yo no tengo que pensar en él, y esperarlo anhelante cada noche cuando acabo mi trabajo en las cocinas.

Pero inconscientemente no dejo de esperarle, de pensar en él, de querer verle, y entonces hago la cosa más estúpida que he hecho nunca.

Le pido a Pot que me deje ir a la zona de construcción beta a llevarles el agua, ella me mira con el ceño fruncido.

—Ya verás a ese beta cuando acabe tu turno —me dice ella, yo solo miro mis pies.

Pot no es una mala persona, solo es dura y sabe que siempre estamos desbordados, si me voy, aunque solo sea media hora alguien tendrá que hacer mi trabajo.

Lo sé, me han traicionado mis ganas de verlo.

—Te quiero aquí de vuelta antes de que empiece el turno de la cena —me dice después, y yo no me lo puedo creer.

Pero agarro las jarras, pesan una barbaridad, pero me da igual.

Yo no he estado nunca en la zona beta, mi recorrido va de la gamma a la cocina que es el límite de nuestro espacio permitido.
Otros gammas sí se mueven por toda la manada encargados de otras tareas.

Aunque estoy nervioso no puedo evitar mirarlo todo, es bonito, muy bonito. Pero cuando veo las caras de los betas mirarme mal vuelvo a concentrarme en el suelo.

Thimble, el otro gamma que lleva el agua a los betas de la construcción me indica con la cabeza cuál es la casa en la que está Slate.

Siento un nudo en mi estómago, y me arrepiento de estar allí, si él hubiera querido verme después de mi celo, hubiera venido.

Paso tras paso me meto en una casa a medio terminar, no es muy grande, pero es bonita.

Escucho el ruido de las herramientas, colándose dentro de mi estómago destrozado por los nervios.

Le veo, como si de todos los que estuvieran allí trabajando, mis ojos tuvieran un radar para localizarlo solo a él.

Está sonriendo, otro beta le está diciendo algo, y debe ser divertido, yo sonrío al verle sonrojándome completamente, al menos hasta que me ve con las grandes jarras de agua fresca.

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