Capítulo 41. Cambios necesarios

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Blue


La fiesta para agradecerle a la Diosa será en apenas un par de días, toco mi vientre y miro alrededor, la manada nos mira.

Lógico.

A mi derecha camina Oven y a mi izquierda, Honey.

Detrás de nosotros unos alfas apestosos marcando el territorio.

El mío está estresado, no le gusta la idea, no le gusta nada la idea.

Pero cuando vi que día tras día Hammer llevaba a Oven al comedor, indiferente a lo que los demás dijeran. Supe que yo también tenía que hacer algo.

Y esto hago, ya que Dagger está apunto del colapso, tendré que ser yo el que haga algo por la situación.

Oven, como no esperaba menos de él, va con su eterna cara de malas pulgas. Ese es mi gamma, pero Honey no levanta los ojos del suelo.

Aún así vale, el mensaje es claro, yo apruebo esto, y por añadidura, Dagger, nuestro líder lo aprueba también.

Aunque nadie tiene que saber que mi alfa duerme en el sofá, que no le toco ni con un palo, y si me habla me marcho de casa.

Quizás estoy llevando esto muy al extremo y no me estoy poniendo en su situación, lo que sea.

Estoy harto, estoy harto de esta manada.

Y como también es mi manada, tengo el derecho y la obligación de intervenir.

Sin embargo, aunque muchos muestran desprecio, otros nos saludan y sonríen, y es por esto por lo que hago este paseito. Son esos a los que necesito, a esos por los que lo hago.

Me he agarrado del brazo de Oven porque esta semana se me está haciendo dura. Estoy deseando superar los primeros tres meses, a los que me queda poco para llegar, el sanador me ha dicho que el riesgo de pérdida bajará y que el malestar también.

No le quiero decir a Dagger que me encuentro mal, que no duermo por las noches sin él, que cuando despierto lo hago dolido por sentirme vacío.

No, todavía no.

—¿Tú los vas a dejar ahí?—me pregunta Oven mirando el edificio donde un montón de pequeños alfas nos miran serios.

La guardería alfa es un lugar que siempre me ha provocado sentimientos encontrados.

Miro de reojo a mi alfa, él creció ahí, él y los demás que nos siguen, los que nos rodean. Es parte de lo que ellos son.

Las mujeres alfas gestan pero no crían, y siempre ha sido así.

Una beta tiene en sus brazos a una pequeña alfa risueña, como si disfrutara de ese abrazo y de vernos.

Me acerco a ella y la mujer se pone nerviosa, pero yo solo sonrió y acaricio a esa preciosa niña que me tira sus brazos para que yo la tome en los míos.

Pero noto como Dagger se adelanta para impedirlo.

—Luego cuando la dejes, llorará —me dice él— llorará desconsoladamente.

Y esa es la crianza de los alfas, no, no quiero que un hijo mío crezca así. Y me doy cuenta de que si nace alfa, tendré que renunciar a él o ella. Solo podré criar omegas, lo que se espera de mí.

Aquí, porque en mi manada yo fui criado con mis hermanos alfas, al menos hasta que estos cumplieron una edad y se marcharon con el resto a los campamentos de entrenamiento.

Tomo a la niña entre mis brazos, y ella se ríe contenta.

Dagger gruñe molesto.


—No, no los dejaré ahí, yo voy a criar a mis hijos —digo bien alto, para que todos se enteren. Incluido mi alfa.

GammaWhere stories live. Discover now