Amor

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El día era lluvioso.

Luego de 5 días desde que se perdió la conexión con los equipos que fueron enviados a Jeju.

Finalmente uno de ellos había regresado, aunque al ser solo uno, todos hicieron una conclusión mutua.

La iglesia de Eris más importante de Belzerg, aquella que se encontraba en la capital ahora estaba en silencio.

Aunque ese silencio paro cuando la puerta fue abierta de golpe.

Está había sido Aiz Wallenstein, quien miraba con desesperada el entorno.

Camino directamente hacia Rachel, quien estaba frente a Yuki.

-¿Dónde está Bell?

-…

Pero Rachel sólo respondió su pregunta con un silencio.

Aiz miró a Yuki buscando respuestas, pero no consiguió lo que esperaba.

Ya que en los ojos de Yuki sólo había tristeza y arrepentimiento.

No le tomó mucho tiempo llegar a una deducción.

-N-no…

Aiz cayó al suelo de rodillas sin creer la realidad.

Yuki se levantó y se acercó a ella, extendiéndole una carta.

Aiz miró la carta aún es shock.

-El me pidió que te diera esto.

-…

Aiz tomó la carta y la abrió para leerla.

No tardo mucho en terminar de leer su contenido, pues era corta pero directa.

Las lágrimas finalmente salieron de aquella mujer que no era afán de mostrar sus sentimientos.

Mientras se ahogaba en su llanto, una silueta apareció frente a ella.

Está era la diosa Eris, quien vestía un hagoromo impecable.

-Lamento tu perdida con todo corazón, pero te puedo asegurar que el está en un mejor lugar.

Eris se agachó a la altura de Aiz para tomarla del hombro.

-¿Hay algo que quisieras decirle?, me aseguraré de hacerle llegar el mensaje.

-… si.

Aiz se levantó, pero sorpresivamente apartó la mano de Eris.

-Hubieras sido más valiente.

Lo último lo mencionó con un tono de arrepentimiento en su voz.

Mientras apretaba la carta con fuerza.

-Sí, le haré llegar el mensaje.

-Gracias.

Aiz se levantó y se marchó en silencio de la iglesia.

Pero Rachel había podido descifrar la razón de su silencio y frialdad, pues era su forma de sufrir la pérdida.

Rachel miró como Eris estaba algo decaída.

-Pensé que los que lloraban a los muertos eran los mortales.

Eris miró a Rachel a los ojos, aunque con bastante calma.

-La muerte sigue siendo muerte, sin importar de quien venga.

Eris comenzó a conjurar un círculo de teletrasporte en el suelo.

Pero Rachel tenía curiosidad sobre un tema.

-¿Dónde está la otra diosa?, Hestia creo.

Al escuchar ese nombre, Eris detuvo la creación de su teletrasporte.

Konosuba : ¡Bendito sea el Monarca! - Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora