3| Jugar con fuego

72 11 29
                                    


♫ Zitti e Buoni ―Måneskin ♫

Diablo

No sé en qué piensa.

La verdad es que esta chica me intriga en exceso. He pasado varias horas observando sus pausados movimientos. Por ejemplo, la forma en la que agarra el bolígrafo cuando parece que va a escribir algo o cuando junta las cejas para concentrarse mejor en lo que está pensando. Imagino que su cerebro funciona de una forma distinta al mío y que por su mente cruzan pensamientos que viajan con rapidez, igual que estrellas fugaces surcando un cielo nocturno.

Sin embargo, no parece haber atrapado ninguno de ellos.

―¿Por qué tanto empeño? No has conseguido sacar ni una sola idea. ¿No crees que a lo mejor deberías cambiar de método? ―opino, aunque sé que le va a sentar mal.

Y quizá esto solo me convierte en un verdadero capullo, pero lo que más me ha llamado la atención de ella es su actitud y carácter fuerte. Parece que está enfadada con el mundo; al menos, a mí me quiere lanzar por una ventana, estoy seguro.

Se abraza a sí misma cuando abro la puerta para dejarle paso y el frío de la noche nos congela hasta el alma.

―Dios santo, qué frío ―comenta, frotándose con los brazos con intensidad para proporcionarse calor a sí misma―. Y no, este es mi método y siempre me ha funcionado así. Estoy segura de que pronto se me ocurrirá algo para el proyecto.

―¿No sabes ni por dónde empezar?

―La verdad es que no. ―Suspira y se nota que está harta de todo―. Es decir, tengo algunas líneas generales sobre temas que me interesan, pero más allá de eso... Nada, en blanco como un folio. Tabula rasa.

Se rasca la nariz, a punto de estornudar. La verdad es que es muy mona, aunque no es para nada mi tipo. Tampoco es que tenga un tipo porque, a decir verdad, he tenido demasiados líos y enredos, pese a que ni siquiera alcanzo los veinticinco, y me he enrollado con chicas muy distintas las unas de las otras.

Sin embargo, ella parece la típica chica repelente con aires de superioridad y olor a clase alta, de esas que me repelen a más no poder y hacen que quiera alejarme a kilómetros de distancia.

Y, aun así, aquí estoy, tras haber pasado encerrado en una biblioteca horas y horas cuando donde tendría que estar es componiendo en mi habitación. Este estómago no se va a alimentar solo, así que tampoco me puedo permitir hacer el gilipollas.

Debería marcharme a casa, pero algo me retiene.

«Joder, soy lo peor».

―Te entiendo. Bueno, en parte. Yo en la vida dedicaría tantas horas a estudiar ni nada de eso. Se me dan mejor otras cosas que el estudio.

―¿Cómo qué? ―me interrumpe. Pestañea y me doy cuenta de que es muy expresiva; no solo gesticula bastante con las manos y brazos, sino que expresa todo lo que no dice con el rostro.

¿Ha sido esa pregunta una provocación?

La miro de arriba abajo. Pantalones de cuero negro, no demasiado descarados; le quedan perfectos y se ciñen a sus piernas. Lleva también un jersey de lana básico y el abrigo azul cerúleo. Huele a perfume de los caros y ha recogido su pelo rojizo en una coleta alta y perfecta. Es muy pálida, tanto que parece que no ha salido de la biblioteca en su vida, y sus labios gruesos y rosados contrastan con su piel. 

Después están sus ojos; son bastante grandes y lo mira todo con curiosidad. Se nota que es investigadora. Le pega. 

Lo que decía, son claros y llenos de luz. Llaman la atención y mucho. Es guapa. Bastante, tampoco voy a mentir, pero no es mi tipo.

Siempre, DiabloWhere stories live. Discover now