13| Casualidades destinadas

28 3 5
                                    


♫ The Night We Met ― Lord Huron ♫

Diablo

Sus palabras retumban en mi mente.

«Olvídame».

Cuando la veo salir corriendo del Inferno, me quedo clavado en el suelo sin saber muy bien qué hacer. El público no entiende lo que está pasando ni quién es esa chica. Por qué se ha marchado de esa forma o qué tiene que ver conmigo.

Si soy honesto, yo tampoco lo comprendo del todo.

Veo a sus amigas emprender la marcha con la intención de ir tras ella, pero las detengo con gentileza.

―Voy yo. He provocado este desastre, así que me toca arreglarlo.

Se miran poco convencidas, aunque al final asienten. Le hago un gesto a Ross para que se encargue de todo y él saca el pulgar para que esté más tranquilo. Me lanza la chaqueta de cuero para que no me resfríe. Cualquier otra persona me mandaría a la mierda, pero él no. Lo mismo te lleva de copas que te hace de madre.

Así que la sigo para intentar comprenderla.

Decido dar un rodeo al local y la encuentro sola, apoyada en una pared. Cuando repara en mi presencia, aminoro la marcha y se lleva las manos al rostro.

―Oh, no, dime que no estás llorando. Por favor...

―Eres un imbécil. ¡Vete! ―brama. En su voz se entremezcla la rabia con la tristeza―. ¿Qué haces ahí parado? Ya has conseguido lo que querías, ¿no? He hecho el ridículo. Espero que estés contento.

Doy un paso más hacia Quinn.

Un par de gotas caen sobre mi mejilla. Genial, va a comenzar a llover y ni siquiera sé qué hago aquí con ella si no la conozco de nada. No somos amigos. Solo nos hemos visto dos veces y en ambas hemos terminado con reproches.

Va a ser que tiene razón y que soy un poco imbécil.

―Oye, yo no quería eso... No pensé que fueses a tomártelo tan mal. Estaba jugando.

Se enjuga las lágrimas con las mangas de su top brillante antes de mirarme con desagrado. Parece la típica protagonista de una comedia romántica a la que acaba de dejar su novio por teléfono en el momento menos indicado.

―Claro, porque eso es lo que hacen los tíos como tú: jugar.

―¿Los tíos como yo? ―Frunzo el ceño―. ¿Cómo son los tíos como yo? Además de imbéciles, claro, según tú.

Relaja un poco los hombros en ese momento, destensando su cuello, así que aprovecho para apoyarme en la misma pared que ella y resguardarme un poco de la lluvia, que cada vez cae con más intensidad.

Ambos nos quedamos embobados mirando cómo impactan las gotas contra el suelo, como si fuese algo que nunca hubiésemos visto antes. Y eso que vivimos en Inglaterra.

Sin embargo, siempre he creído que la lluvia y las tormentas tienen una magia especial. En noches como esta, son fenómenos de otro mundo. Lo envuelven todo con su silencio e inspiran. Si tuviese papel y lápiz, seguramente me pondría a componer y dejaría que fluya la inspiración.

Me tendré que conformar con guardar las ideas en la mente y sacarlas a relucir en el momento adecuado.

―Arrogantes. Estrellitas del pop-rock. Vivís en otra dimensión y jugáis con quien queréis. Pero yo no soy así.

―¿Y cómo eres tú, entonces?

―Un ratón de biblioteca ―admite―. Yo no encajo ahí dentro. ¿No te has dado cuenta? Estoy fuera de lugar.

Siempre, DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora