12| El hechizo a medianoche

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♫ MAMMAMIA ― Måneskin ♫

Quinn

Creo que voy a vomitar.

Y no, no me refiero al alcohol; apenas he bebido de mi vaso, teniendo en cuenta la situación con la que me he encontrado. Todo da vueltas a mi alrededor y no sé cómo reaccionar.

No esperaba verlo esta noche.

No esperaba que me dedicase esa canción.

¿Por qué se comporta de esa manera? Me resulta cada vez más odioso. La otra noche, cuando lo llevé a casa, hubo momentos en los que no me resultó tan arrogante. Llegué a pensar que podría tratarse de una fachada o un muro de protección que ha ido construyendo con los años para no mostrarse vulnerable, pero cada vez me alejo más de esa idea.

Ahora que lo veo sobre el escenario escenario, disfrutando del bullicio y nutriéndose de los focos que lo alumbran, he de reconocer que me da...

¿Rabia?

Ni siquiera sabía que fuera tan conocido en Greenbury, ¡maldita sea! Si cada vez que respira las chicas de la primera fila amenazan con desmayarse para que su príncipe azul ―aunque parece que solo sabe vestir de negro― acuda a socorrerlas.

Me contó que cantaba en un pub, sí, eso es cierto; sin embargo, pensé que nadie cantaría sus canciones de memoria, que no beberían los vientos por él como lo hacen estas chicas que parecen estar al borde del colapso.

Diablo lo da todo encima del escenario como si fuese su hábitat natural y llevase toda una vida dedicándose a ello; es como si llevase la fama tatuada en su piel. Vestida con elegancia y, por qué no decirlo, arrogancia absoluta. Es un animal escénico y está desatado. Ahí arriba no se parece nada a la versión que imaginé de él cuando se despidió de mí al bajar del coche, sino que me resulta todavía más egocéntrico. Inalcanzable.

Se nota que disfruta de los focos; le gusta llamar la atención.

Quiere llamar mi atención.

Y no le daré el gusto. Ni en sueños.

El público vuelve a estallar en aplausos y él aprovecha para hidratarse y volver a mirarme. El disimulo no parece ser su punto fuerte. Me atraviesa con la intensidad de sus ojos y me atrapa en sus redes como si fuese una presa fácil, salvo que no lo soy en absoluto. Se piensa que puede impresionarme con esos aires de superestrella, pero no me puedo sentir más indiferente en este momento.

La verdad es que solo tengo ganas de marcharme a casa; si tan solo me hubiese resistido un poco más, estaría tapada con una manta metida en la cama leyendo un buen libro y no aquí.

Fuera de lugar, lejos de mi mundo. Así es como me siento: sola entre toda esta gente. Una incomprendida más.

Miro a Grace y a Vicky. Este es su mundo. Grace, en especial, encaja a la perfección. Baila con Ross mientras se lo come con la mirada y puedo sentir el fuego que se ha generado entre ellos. Victoria no está tan cómoda, se le nota, pero, aun así, pasa más desapercibida.

Y, por otro lado, estoy yo con mi mala cara y las ganas de irme de aquí cuanto antes.

Aprovecho un segundo en el que Ross se marcha a hablar con el técnico de sonido para ajustar algún problema que debe de haber para agarrar a Grace y a Victoria por las muñecas y hablar con ellas.

―¡Tía! Si me llegas a decir que Diablo fue el buenorro al que llevaste a casa... ¡Me hubiese dado algo! ―Grace está un poco borracha y se ve a la legua. Arrastra las palabras y le cuesta enfocar la vista―. No me puedo creer que no te enrollaras con él.

Siempre, DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora