9 | La electricidad y el fuego

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♫ Bad Kind of Butterflies ― Camila Cabello ♫

Diablo

Me estoy muriendo de calor.

El sudor resbala por mi frente y el ambiente me ahoga poco a poco. Sé que la clientela está a punto de llegar y, aunque ya he hecho esto antes, no puedo evitar sentir esos malditos nervios instalándose en mi estómago. Me comen por dentro y aprietan mi garganta.

El pánico me paraliza cuando pienso que podría quedarme sin voz o que algo podría salir mal. Aunque, a decir verdad, soy bueno improvisando. Me muevo bien en las distancias cortas.

Digamos que me gusta jugar.

Es más, me encanta ganar.

―Ross, me voy a dar una ducha antes de cambiarme de ropa y colocarme los micros. ¿Puedes ir revisando si los altavoces funcionan bien? ―le pregunto.

Ross alza su pulgar.

―A sus órdenes, mi capitán.

Desaparece tan pronto como se lo pido, así que cierro la puerta. No me da vergüenza ducharme delante de Ross, no es eso en absoluto; al contrario, mi amigo y yo, por suerte o por desgracia, hemos visto demasiado... Sin embargo, me gusta tener este instante de privacidad para mí. Disfrutar de poder estar un rato conmigo mismo, en silencio, mientras el agua caliente resbala por mi cuerpo y las ideas se despejan con calma.

Puede parecer extraño que haya una ducha aquí, pero Hunter, el primo de Ross, decidió que poner una sería una gran idea, ya que ambos primos prácticamente viven en el local cuando este cierra sus puertas al público.

El Inferno es grande y espacioso, así que quedaba hueco de sobra para esto. La verdad es que lo agradezco porque me gusta respirar hondo y relajar los músculos antes de salir a cantar, sobre todo cuando tengo nuevos temas que enseñar. A veces el público puede llegar a ser exigente y, claro, me da miedo decepcionarlos.

Siento que estoy subiendo una escalera que podría tambalearse y hacerme caer en cualquier momento, así que me gusta estar seguro de dónde piso y cómo lo hago. Lo tengo todo calculado, pero también termino dejándome llevar por las sensaciones.

Soy de esos cantantes que escuchan el clamor de la gente, que se emocionan con ellos y los sorprenden. Al final, las personas que están al otro lado son el motor de todo.

Sin ellos, no hay sueños que valgan.

Me desprendo de la camiseta y me deslizo por la estancia hasta alcanzar el interruptor de la luz. Presiono sobre uno de los botones y, entonces, la oscuridad me acoge y me hace sentir en casa. Unas luces de colores intensos se encienden al mismo tiempo y le dan un toque muy interesante al sitio.

Parece que estoy en una discoteca, pero yo solo y con agua de por medio. Sonrío.

Cómo me gusta esto.

Cojo el móvil. Ahí tengo una playlist personalizada que creé para estos momentos, así que escojo una canción aleatoria y lo dejo sobre la mesa, cerca de la ducha. Me meto en el interior de esta y la pongo en marcha, regulando la temperatura hasta que mi piel está ardiendo.

Creo que podría estallar en llamas y no percatarme de ello.

Un escalofrío muy placentero me recorre por completo. Mi cuerpo está empapado y el agua retira el sudor de mis abdominales, la espalda... Me siento mejor así. Más renovado, fuerte, poderoso.

Mantengo los ojos cerrados y, como siempre, dejo vagar mi imaginación.

Comienzo a jabonar con suavidad, recorriendo mi piel. La música retumba y el agua me hace sentir más vivo. La soledad me envuelve y no puedo evitar recordar su rostro. Es una imagen intrusa que no quiero tener en este momento en la cabeza, pero permito que entre. No lucho contra ello porque sería inútil.

Pienso en Quinn y, por desgracia, en mi mente la dibujo diferente.

Más sensual, provocativa... Desnuda.

La imagino aquí en la ducha conmigo, en esta oscuridad. En mi mente coloco mis brazos entre su rostro y la pared. Nuestros alientos se entremezclan y ella respira con dificultad. Las luces rojas pasan sobre ella, iluminando su pelo naranja. Mi mano acariciando su mejilla lentamente. Sus pechos. Las curvas de su cuerpo.

Entonces me inclinaría sobre ella y respiraría cerca de su cuello para embriagarme con su aroma. La miraría a los ojos y no apartaría la vista, jugando con ella, tentándola.

No sé mucho sobre la pelirroja; no sé cómo respondería.

Me gustaría pensar que mi lengua terminaría deslizándose en su boca. Lo imagino todo tan lento y pasional que me excito más, si cabe. Nos veo comiéndonos a besos con intensidad, mordiéndonos los labios.

Mi mano desciende hasta mi miembro y me acaricio imaginando esa escena tan sensual mientras fantaseo con recorrer su cuerpo con mis manos.

Besarla y gemir en su boca.

Hacerlo aquí y ahora; sin compromisos, sin pensar en nada más. Sin ataduras ni quebraderos de cabeza, y desatar nuestros sentidos más primitivos para explorar el lado más salvaje que tengamos. Entregarnos el uno al otro en un juego peligroso, como dos felinos a punto de cazarse.

Igual que dos huracanes que se entremezclan y lo destrozan todo a su paso.

―Joder... ―gruño.

Mi espalda se arquea al sentir esa intensa oleada de placer y jadeo, casi sin aire. Me siento como si acabase de liberar a una bestia que lleva encerrada desde que la vi. Cuando por fin me relajo, siento un calor muy gustoso recorriendo cada músculo. Me aclaro bien el jabón y salgo de la ducha, aún con el corazón a mil.

Me envuelvo con un albornoz y, al secarme, percibo que mi vello continúa erizado a causa de la electricidad que he generado en esta estancia. Si toco algo, creo que podría electrocutarme. No lo hago, por si acaso.

No puedo evitar sentirme mal, sucio. No debería haber pensado en ella de esa manera.

Apenas la conozco y no... No está bien.

No enciendo las luces aún. Necesito recuperarme de la intensidad de la situación, así que me siento en el sillón de cuero y me permito descansar unos momentos, antes de ponerme en marcha y olvidar lo que ha ocurrido ahí dentro.

En breves tendré que sacar al artista de su escondite, despertar la voz, vestirme y sacar un lado sensual pero divertido. Es lo que engancha a la gente. Ellos nunca me conocerán de verdad; no saben cómo soy.

Solo conocen lo que yo quiero mostrar. Pueden intuir ciertas cosas a través de las letras de mis canciones, pero nunca sabrán quién soy en realidad.

Nadie sabrá que, tras Diablo, el chico de negro que toca la guitarra y canta canciones a la nada más absoluta, se esconde Ethan Wolf. No pensarán que perdí todo lo que quería en esta vida y que lo único que me queda es el sueño de llenar un escenario. No serán capaces de colarse en mi mente.

No sabrán que, a pesar de todo, sigo pensando en una pelirroja, aunque no debería.

Y, por supuesto, no sabrán que mi mundo da vueltas.

Que estoy perdido.

Que no sé quién soy.

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Bueno, bueno, suben las temperaturas por aquí ;)

Como este capítulo es cortito, y creo que todas estamos deseando saber qué pasará esta noche en el Inferno...

Y además hace muy poco se ha publicado mi primera novela en solitario, "Acordes de un océano" (YA disponible en papel y ebook en Amazon) + ha sido mi 5º cumplecuenta en bookstagram...

Pues ¡SORPRESA, CAPÍTULO DOBLE! Podéis seguir leyendo hasta el 10 <3

Por cierto, ¿por qué creéis que Diablo está empeñado en dejar de pensar en ella? :O

Siempre, DiabloWhere stories live. Discover now