15| Cuando todo es oscuro

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♫ Teeth ― 5 seconds of Summer ♫

Quinn

Hoy toca otra fantástica jornada de biblioteca.

La verdad es que el día no ha comenzado de la mejor manera. Al despertar el dolor de cabeza ha hecho su aparición estelar y ha bombardeado mi mente durante horas hasta que he conseguido frenarlo con medicación. Tenía el cuerpo destrozado del cansancio que arrastraba de la noche anterior. Tengo que salir más a menudo; si no, pronto me convalidarán el carné de señora.

También están los flashbacks de la noche. El concierto, Grace, Victoria, Ross, Diablo... La lluvia, el frío y la chaqueta. La vuelta en coche.

Decido aparcar esos pensamientos y regresar al artículo que estoy revisando porque, en esta profesión, el conocimiento no ocupa lugar. Cuanto más leas y más te informes, mejor investigadora serás.

No me he permitido hacer muchos descansos desde la hora de la comida. He disfrutado, entre comillas, de una ensalada de pasta ―preparada mal y corriendo por mí misma, ya que me he dado cuenta demasiado tarde de que no había dejado nada listo la noche anterior―.

«Gracias por nada, Quinn del pasado».

La ensalada estaba helada y apenas tenía sabor, pero algo es algo. Sin embargo, tengo mucho frío, y eso que la calefacción está encendida. ¿Tal vez me resfrié anoche? Prefiero no pensarlo.

No se puede repetir. Tengo que centrarme.

Sí o sí.

―Vamos, cerebro, haz algo... ―murmuro entre dientes mientras me doy golpecitos con el lápiz sobre la cabeza.

Nada.

Na-da.

―¿De vacaciones, pelirroja?

Esa voz...

No puede ser.

Alzo la mirada, igual que un cervatillo asustado cuando un cazador apunta en su dirección, y ahí está. Sentado en el mismo asiento que la otra vez, la noche en la que lo acerqué a su casa.

Diablo me mira tan divertido que creo que se me revuelve el estómago de la misma.

―¿Se puede saber qué narices haces tú aquí? ―Lo miro incrédula―. ¿Otra vez?

Sonríe con malicia y me pregunto si lo hará a propósito para agotar mi paciencia.

―Entiendo que ese asiento, aunque no lleve tu nombre grabado, te pertenece, pero... ¿La biblioteca también? Pensé que era un lugar público.

¿Se puede ser más idiota?

―Sí, este es un lugar público ―aclaro―, pero no quiere decir que sea el sitio perfecto para pasar el rato, Ethan.

He dicho su nombre en voz alta con intención de molestar. Mi pequeña venganza personal.

―Diablo ―me corrige.

Sonrío. Esta batalla la he ganado yo. Se da cuenta y cierra el puño derecho, aunque su rostro continúa impasible.

―Mira, no sé a qué has venido, pero pienso que sería mejor que te sentaras al fondo. Allí tienes muchos asientos libres.

Fuerzo una sonrisa y no aparto mi mirada de la suya. No me voy a achantar. Por mucho que anoche fuese amable conmigo, eso no nos convierte en amigos. No me fío de él.

Cuando está cerca siento una sensación de alarma que me hace dudar. Y yo siempre me fío de mis instintos.

―¿Es que te distraes conmigo? Sé que soy atractivo, pero...

Siempre, DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora