Nathan.
El sabor metálico paseando por mis papilas gustativas, manchándome los dientes de un rojo vivo, el líquido escapándose de la herida ubicada en mi labio inferior, la sangre creando un recorrido por mi barbilla hasta crear gotas que caen en el piso desgastado de la sala de la casa; los gritos agudos y paranoicos que envolvían la habitación combinados con la desesperación de la mujer madura que tenía entre sus brazos a la joven rubia de pecas empapadas en lágrimas gritando un ensordecedor «no lo lastimes» «ya déjalo»
—¿Cómo se te ocurre llegar así? —Su boca se llenaba de rabia que en lugar de ser espuma blanca, eran palabras de odio envueltas en una voz agresiva y voraz. — ¡Eres un idiota!
—¡Ya déjalo! —Gritó entre intentos por quitar los brazos de su madre, que rodeaban su delgado y frágil cuerpo. — ¡No!
Su grito sincronizado con el segundo golpe que recibí en el pómulo; aquello se había sentido como si mi cerebro hubiera rebotado por mi cráneo cien veces por segundo. Quise detenerlo levantando mi mano a la altura de mi rostro para que dejara de golpearme, pero eso solo provocó que su puño chocara una tercera vez contra mi cuerpo, esta vez recibiendo la fuerza en el costado izquierdo, muy cerca de las costillas. Supe la ubicación del golpe porque enseguida el aire se escapó de mi interior. Jalé un par de veces oxígeno, queriendo recuperar la postura, la visibilidad de mi vista que estaba nublada por la sofocación, pero fue casi imposible tomarme el tiempo de recomponerme de tanto dolor y humillación, puesto que una fuerte patada en el estómago terminó por derribarme.
—¿Debías presentarte frente a todos y mostrar lo ridículo que eres como hijo? —Negó un par de veces con la cabeza, seguido acomodó su cabello recortado echándolo hacia atrás. — Te dije tantas veces Nathan, te dije que no quería que arruinaras nada.
Tosí por la sangre que se colaba por mi garganta haciendo que me atragantara en mi propia miseria.
—¿Crees que fue correcto que entraras así? Eres una gran vergüenza para la familia. — Se detuvo unos segundos para que yo pudiera responder a algo de lo que era lógico que no diría nada. —No sé qué problemas tengas con el hijo del alcalde, pero te advierto que es la última vez que te acercas a él.
Aún sobre el suelo, la sangre escurriendo por mi boca, cayendo a gotas y mi brazo derecho rodeando la zona golpeada de mi cuerpo como instinto de que mis costillas no se movieran de su lugar.
—Es un niño rico —pronuncié aún con la mirada agachada sobre el suelo manchado en sangre —, no tiene nada que ver conmigo, te lo dije antes y te lo digo ahora.
—Antes... —Dijo al aire, seguido de una risa amargada, cruda y llena de odio. —Antes, ¿Cuándo me hiciste pasar el peor ridículo con todos los de la academia de policía y con el alcalde?
Soltó otra patada que me hizo quedar tendido boca arriba con los ojos casi desorbitados y tosiendo de nueva cuenta, haciendo que la sangre saliera expulsada por todos lados, manchando mi cara ya hinchada. El dolor de la segunda patada fue el detonante para que mí cuerpo perdiera todo el oxígeno que me mantenía consiente; era como si reventaras un globo y todo el aire que contenía en su interior se escapara de un solo pinchazo, dejando solamente los pedazos inservibles.
—¿Cómo se te ocurre hablar tanta mierda frente a todo el gabinete? —Su furia se iba acumulando en cada golpe que soltaba como si yo fuera su maldito saco de box.
Intentó golpearme de nuevo, sin importar que aún estaba muy expuesto: tendido en el suelo con la cara cubierta en moretones y sangre, el cuerpo ardiéndome más que el mismo humo del cigarrillo quemándome cuando se escapa hacia mi tráquea, y la mente dispersa en otro lugar. Y mientras los gritos de las únicas mujeres presentes entraban en pánico y los golpes del jefe de policía no cesaban, de apoco todo fue siendo menos ruidoso y menos doloroso; mi mente estaba desconectándose de la realidad, del ahora, para volver a recordar lo que desencadenó todo.
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𝟟𝟘 𝕪𝕖𝕒𝕣𝕤 𝕠𝕗 𝕝𝕠𝕧𝕖 (En Pausa)
Teen Fiction"Hoy tuve una oportunidad más para extrañarte, para seguir amándote, para escuchar nuestras canciones, para revivir todo lo que fuimos. Y doliste, doliste como solo podrías hacerlo la última noche de febrero de un año bisiesto." Donde Zack y Nathan...
