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Tiago.

—Por fin estás aquí —le dije viéndolo entrar a la sala —estaba esperándote. Necesito ir con Hannah, ¿Podrías llevarme?

—No soy tu chófer —contestó de manera molesta sin siquiera mirarme y solo dirigiéndose al sillón.

Dejó su mochila encima, seguido él se sentó a un lado, soltando un gran suspiro cansado.

—Me debes una muy grande por lo que me hiciste la otra vez. Fuiste un mal hermano —le dije tratando de que recordara la última vez que insistió en llevarme a la escuela para su vil conveniencia.

—Acabo de llegar, no molestes —recargó su cabeza en el respaldo del sillón y cubrió sus ojos con el dorso de su brazo. —Además, no te debo nada.

—Típico de Zack —dije, esperando llamar su atención —siempre tienes que salirte con la tuya —dije al mismo tiempo en que me sentaba a su lado. —Debe ser agotador ganar siempre.

Se descubrió los ojos y reacomodándose en el sillón, volteó a verme; parecía molesto.

—¿Cuál es tu maldito problema?

Me miró con el entrecejo fruncido y las mejillas apenas coloreándose de rojo

—Me tratas como si fuera un tirano y no es así —continuó mirándome de esa manera enojada —en cambio tú ¿Por qué estás diciéndole a tus amigos que voy a dejar el equipo? ¿De dónde sacaste eso?

Me quedé unos segundos analizando su actitud.

Nunca eran tan malos sus días como para llegar a reclamarme lo que sea.

Y si, tal vez eso sí era mi culpa. Había escuchado algo en casa, ni siquiera estaba completamente enterado y mucho menos quería indagar en los detalles.

Buscar era encontrar algo que al final terminaría molestándome demasiado. No sé, como descubrir que quizá solo era uno más de los berrinches de Zack para conseguir algo de papá.

Durante una reunión con el grupo de ciencias, me pareció divertido decirlo, pero solo fue eso, un comentario sin fundamentos. Jamás creí que el comentario regresara a manos de su dueño.

—Cometí un error —dije encogiéndome de hombros. —Lo siento.

—No puedes ir señalando a la gente sin pruebas, sin argumentos que sustenten lo que estás diciendo, ¿lo entiendes? Puedes meter en graves problemas a alguien.

—Lo entiendo, aunque aún no sé porque te molestas —esta vez fui yo quién lo estaba viendo acusadoramente.

Pareciera que mostrarse molesto en una discusión le da más solides a tus palabras, además que tu contraparte suele bajar la guardia para mostrarse comprensivo.

—Esa mierda ni siquiera es verdad —dije. — Papá no dejaría que te salieras ni por error, te presume en cada aburrida reunión: "El rey del básquetbol" —imité el mismo tono que haría un presentador de televisión.

Me crucé brazos después de reacomodarme en el respaldo del sillón.

—Si no tienes ni puta idea de lo que pasa en casa con mi padre y yo, entonces calla tu maldita boca —dijo levantándose del sillón bastante molesto.

—¿Qué te sucede? —también me levante de mi lugar. —Te has peleado con Nathan y estás desquitándote conmigo. Eso sí que es bastante injusto. ¿No te parece? —me crucé de brazos parándome muy cerca de él. —Que porquería de hermano me tocó.

—¿Quién te dijo que peleé con Nathan? —dio media vuelta y quedó en frente de mí.

—Ya sabes lo que dicen, pueblo chico, infierno grande —me encogí de hombros.

𝟟𝟘 𝕪𝕖𝕒𝕣𝕤 𝕠𝕗 𝕝𝕠𝕧𝕖 (En Pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora