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Zack

Me estacioné lejos de la casa, no quería ser tan obvio como para anunciarme delante de los vecinos que solían asomarse por la ventana para enterarse de algo y después regar el chisme de una manera completamente diferente a lo que realmente había pasado. Ya me imaginaba escuchar de persona en persona, de familia en familia, que el hijo del alcalde visito a la señora Borrman cuando su marido no estaba en casa; estar en el periódico o alguna revista amarillista no sería bueno para la campaña de mi padre y bastantes problemas tenía con él para aumentar más a la lista.

Antes de pararme frente a la casa, me aseguré que solo estuviera el Camaro azul de Nathan y no una camioneta que provocaba miedo por culpa de su dueño.

El camino estaba despejado, no había indicios de padres violentos.

Toqué un par de veces la puerta pero no salió nadie y tampoco se escuchó algún ruido que me avisara que alguien está en esta casa. Volví a tocar pero obtuve el mismo resultado, nada de nada.

Maldije en mi interior, no quería utilizar las llaves e involucrar a Hannah, pero el tiempo corría y si permanecía más tiempo, seguro que su padre me encontraría aquí parado tocando la puerta como un vendedor de biblias desesperado; acerqué mi oído a la puerta para escuchar mejor lo que había del otro lado, pero solo era un sonido de vacío que hacía la madera. Sin intenciones de querer utilizar la llave, abrí la puerta con resignación, el sonido del pasador me alertó a observar a mí alrededor de que nadie haya escuchado. Me metí a la casa, quité la llave de la cerradura y cerré la puerta con mucho cuidado de no hacer demasiado ruido. Verifique que nadie estuviera en el comedor, en la cocina y después de comprobar que estaba vacío abajo, subí las escaleras que en cada escalón arriba, la música se intensificaba. Hipnotizado por el sonido, subí las escaleras hasta llegar al frente de una puerta blanca con una hoja que decía: No pasar. Me parecía contradictorio que su padre fuera tan estricto, pero no lo suficiente para impedir que su hijo pegara notas como esas en la puerta, o tal vez solo las pegaba ahí cuando estaba con la señora Borrman o Hannah, no si su padre se encontraba en casa.

La música de rock provenía del cuarto, la melodía atravesaba la madera y llegaba directo a mis oídos y al pasillo.

Intenté abrir la puerta, verlo ya, pero el seguro impidió que esta se moviera siquiera

Toqué un par de veces y luego la música bajó de intensidad, sonando de fondo cuando Nathan habló.

—¿Qué quieren? —Su voz ronca sonó del otro lado después —Ahora no Lauren.

Volvió a subir el volumen de la música, esta vez dos niveles más que al inicio.

Toqué de nuevo, esta vez con mucho más fuerza para que sonara por encima del ruido.

La música se detuvo enseguida, incluso ya no estaba de fondo, solo se escuchó un gruñido y unas pisadas fuertes que se acercaban a la puerta.

—¡Ya dije que ahora no! —su voz gruñendo del otro lado era intimidante, era como una bestia encerrado en la habitación.

—Pues no me iré hasta que me abras —respondí manteniéndome firme, controlando los nervios y el miedo que siempre provocaba Nathan cuando estaba furioso.

Abrió enseguida, dejando en medio de los dos el marco de la puerta y la línea imaginaria que dividía las ganas de acercarnos y el temor de cometer un error.

Tenía alborotado el cabello, como si hubiera estado acostado mucho tiempo y la almohada le haya despeinado su dorada cabellera. Las ojeras debajo de sus ojos eran más pronunciadas que en otras veces, el contorno era ligeramente más oscuro y el cansancio estaba reflejado en sus ojos que habían perdido la intensidad de su color.

𝟟𝟘 𝕪𝕖𝕒𝕣𝕤 𝕠𝕗 𝕝𝕠𝕧𝕖 (En Pausa) Where stories live. Discover now