DE VUELTA AL COMIENZO

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Sophia con ojos abiertos como plato se volvió para mirar a su marido.

– Ve, acércate y da tus condolencias, pero mantén tu lugar– susurro.

Sophia se acercó a la condesa viuda.

– Mi lady – Amalia elevó su mira, descubrió su cara y asombrada miro a Sophia.

– Hija!– dijo abrazando a Sophia, está pasmada miro a Michelle, quien lloraba más al verla allí.

– Lo lamento mi lady– dijo mantenimiento su calma, Amalia la miró y sin decir más se apartó.

– Mi lady, lamento lo sucedido– está vez se dirigió a Michelle.

La joven se levantó y abrazo a Sophia.

– Oh Sophia!, Que refrescante es que estés aqui– Sophia asintío.

Miro a John quien estaba a su lado, este asintio, se volvió a Michael y le dió las condolencias, después se dirigió a Holden y haciendo una reverencia le dió el pésame.

Al verla allí, Holden sintió una punzada en el pecho, el perder a su padre no se comparaba con el dolor de tenerla tan cerca y no poder besarla.

Apretó su puño al ver la cara de John, el cual lo miraba con ojos brillantes y la sombra de una sonrisa en sus labios.

– Su excelencia, lamento lo sucedido– hizo una reverencia, Holden asintio.

Sophia miro a la dama de cabellos rubios al lado de Holden, vestida de luto como si fuera un miembro de la familia.

– Cariño, preséntame a la dama– susurro Grace al oído de Holden.

Este la miro de mala manera.

– Este no es momento para hacer presentaciones– dijo con dientes apretados.

– Porque amor, quiero conocer a la dama– Holden bufó molesto, en verdad no sabía que hacía Grace allí, él no la había mandado a llamar para que lo acompañará en el velatorio.

– Mejor sube y descansa– Grace miro a Sophia.

– Es que no tengo mucho tiempo de haber parido – da Jo mirando a Sophia quien la miraba con curiosidad, luego miro a Holden quien la miraba con odió.

– Regresa arriba, estar aquí te hace daño– Grace miraba de vuelta a Sophia, quién había palideció al escuchar que estaba recién parida.

Holden miro a Sophia y con su mirada cargada de dolor cerro los ojos bajando su mirada.

Sophia se retiró colocándose al lado de su marido.

– Porque me haz traído aquí?– Inquirió prestando sus manos.

– Para que te des cuenta que él y su familia siguieron sus vidas, en cambio tú– la miro de arriba a bajo– sigues esperando algo que jamás sucederá.

Sophia miro a John, no lo reconocía, desde que habían llegado a Londres se comportaba muy diferente.

– Maldita la hora en la que nos trasladamos a Londres– de inmediato lo miro, frunció el ceño y sin saber a qué se refería su marido apretó el rosario que tenía entre sus manos.

– Yo te insistí en quedarnos en Ashburg – John la tomo por el brazo y miro a todos los presentes en el velatorio.

– Si, pero debíamos avanzar, y mira, desde que llegamos nuestra vida ha sido un infierno– dijo con dientes apretados.

Con disimuló se zafó del agarre de su marido, lo miro a los ojos y le dijo – no me toques, no de esta manera. En casa hablamos todo lo que quieras –  se cubrió el rostro con su mantilla negra y camino hacia su madre que acababa de llegar.

Pocas horas después se retiraron a su casa, la cual quedaba retirada de aquel lugar.

Subió a su recámara, pero John alcanzó a entrar antes que ella cerrará la puerta tras suyo.

– No permitiré me vuelvas a dejar fuera, desde que llegamos no haz compartido el lecho conmigo– la tomo por la muñeca, Sophia apretó los dientes.

– Suéltame!– tiro de su brazo y se soltó del agarre que John no muy amablemente ejercia sobre aquella zona – no me toques– dijo tomando un abre cartas de la mesa próxima.

John la miró y sonrió como con maldad.

– Me vas a matar!.

Amenazante se acercó a ella.

Sophia empuñó su mano firmemente, y se mantuvo en su lugar.

– Hazlo!, Así te liberas de mí– Sophia lo miro y negó.

– No dañare mi vida solo porque tú me orillas a hacerlo, soy muy inteligente y no me dañare el futuro, si es la voluntad de Dios el mismo te arrebatará de esta tierra.

Dejo el abre cartas sobre la mesa y camino hacia la puerta, abriéndola se paró al lado de está.

– Marchate, desde este momento no eres bien recibido en esta recamara– John la miró y sin decir nada se acercó a ella.

– No creas que dejaré de tomarte como mujer, eres mía. Me perteneces – ella cerro los ojos al sentir la cercanía de su esposo – no se te ocurra ponerle llave, o yo mismo derribare la puerta a punta de patadas.

Salió dejando a Sophia temblorosa, como pudo llegó hasta su cama y una vez allí lloró llena de amargura.

No le deseaba mal, pero si quería que ya no estuviera más en su vida.

Las últimas velas de su recámara fueron apagadas por su doncella recién asignada.

– Gracias – le dijo a la joven, aún no se acostumbraba a tener una doncella.

– De nada mi señora – hizo una reverencia y salió de la recamara, dejando la puerta sin llave como lo había ordenado el señor de la casa.

Esa noche John tomaba su quinta copa de whisky, mareado por el alcohol salió del estudio. Miro la casa oscura y en penumbras, la cual estaba desierta ya que todos los sirvientes se habían retirado de la casa grande para ir a dormir.

Salió dando traspiés, subió las escaleras con dificultad, el whisky había nublado su razón.

Camino por el corredor llegando frente a la recamara de Sophia, abrió la puerta y miro hacia la cama donde ella descansaba tranquilamente.

Sophia al escuchar que John había abierto la puerta abrió los ojos y sin moverse se quedó en la cama. Los volvió a cerrar apretandolos. No quería que él la tocará.

– Sophia?– aguanto la respiración al sentir el asqueroso aliento a alcohol de John– se que estás despierta, hoy debes cumplir como esposa, debes darme el hijo que tanto anhelo, mira a tu amado Holden, le ha hecho tres a su preciosa condesa– sintió un profundo dolor al escuchar que Holden tenía tres hijos con la mujer que ella había visto aquella tarde al lado de él, una brillante lágrima rodó por su sien; al verla lágrima John sonrió, paso su dedo por está – No llores – se acercó más y beso la mejilla de Sophia– yo te daré los hijos que desees– la tomo por la piernas, la rodo hasta el borde de la cama, y abriendo las piernas de Sophia con agresividad se posicionó entre ellas, Sophia trataba de zafarse de la presión sobre sus muslos pero él la tenía agarrada con ambas manos, abrió los ojos al sentir que John estaba desnudo – te gusta sentir mi pene entre tus piernas, me desnude antes de entrar, sabía que estabas deseosa de mí– Sophia agitaba sus piernas, no quería tenerlo dentro de ella, pero él era mucho más fuerte que ella – calla, no llores– ella se agito más al sentirlo en su entrada.

– No me hagas nada, por favor– el sonrió y empujando con fuerza la penetró, Sophia grito al sentir que la había penetrado, aunque había sido suya antes ahora le dolía ya que no estaba húmeda.

Lloró mientras él le hacia aquello, lloro al sentirlo dentro suyo, le daba asco. John se movía con violencia, ella se agarraba de las sábanas porque no podía separarse de él, entraba y salía una y otra vez. Se movió más rápido al sentir que eyacularia.

Se separó de Sophia quien ahora estaba en posición fetal

– No llores, eres mi mujer y debías cumplir– beso la frente de Sophia quien lloraba – descansa amor.

Dijo antes de salir de la recamara.

UNA HISTORIA DE AMOR...Where stories live. Discover now