Pasaron en vela toda la noche, Anelice no se había desprendido de su hijo ni un solo momento.
– Madre, deseo ver a John– dijo mirando a Aurora.
Está miro a Anelice quien había salido de la recamara.– Entra mi niña, pero no toques nada– dijo temerosa por su hija.
A paso lento e indeciso se acerco a la recamara, Anelice la acompaño.
Se acercó a la cama, al ver a John abrió sus ojos, y volvió al pasillo donde se recostó en la pared.
– No puedo verlo, está tan decaído– agitada miro a su madre.
– Si no quieres lo entiendo – dijo Anelice, Sophia limpió sus lágrimas con la manga de su blusa.
– No, deseo verlo un instante– se acercó a la puerta, respiró profundo y después camino hacia la cama; se detuvo y contempló a John, el cual estaba muy delgado, pálido y sudado. La respiración agita y los labios blancos, con enormes sombras negras debajo de sus ojos.
Llevo una temblorosa mano a su boca.
– Oh John!– gimió.
– Que haces aquí– dijo con voz débil – sabes que no puedes estar aquí, no quiero que te pase nada malo– Sophia estiró su mano y trato de tocar la de él, John de inmediato apartó la suya– Sophia – susurro con voz débil– te pido perdón, no quise maltratarte aquella noche– Sophia gimió.
– No digas nada, se que no lo hiciste a propósito– John trago en seco.
– Perdóname, por favor!– Sophia nego.
– No hay nada que perdonar, eres mi esposo y deseo que estés bien– John sonrió.
– No puedo seguir luchando más, me duele todo, ya no tengo aliento – Sophia nego.
– Si puedes, debes estar conmigo– John cerro los ojos, una lágrima rodó por su sien.
– No puedo, debes prometerme que serás feliz, que tendrás hijos y los amarás mucho.
– Tendremos muchos hijos y los amaremos muchos, si mueres No podré tener hijos.
John negó. Miro a Sophia, su mirada era triste y sin brillo.
– Busca tu destino, hasta aquí llego el mío– John cerro los ojos y suspiro por última vez.
Sophia lloró llena de dolor. Si John había muerto ya nada quedaba para ella, Anelice corrió a la cama y abrazo a su yerna.
– Tranquila hija, todo estará bien.
Sophia nego, sabía que ya nada sería igual, ella debería volver a casa de sus padres y vivir de nuevo un infierno.
John fue enterrado esa misma tarde, ya que por su condición no podía tenerlo en la casa por mucho tiempo.
Vestida de negro y con una pava que cubría su rostro enterró a su marido un viernes por la tarde.
El velatorio se realizó en la casa que ella y John habían compartido los últimos meses.
– Deberé regresar a Ashburg con usted, los padres de John no me dejarán quedar en esta casa.
Aurora miro a su hija y sonrió dolor por ella.
– Hija, no pienses en eso ahora.
Sophia nego, sabía que ellos la sacarían de esa propiedad pasada las noche del velatorio.
– Estás bien?– cuestionó Aurora al ver su palidez.
– No, en realidad no me siento nada bien– llevo una mano a su barriga, y otra a su boca – voy a vomitar!_ dijo levantandose de su lugar y corriendo a su recámara.
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UNA HISTORIA DE AMOR...
Short Storytierno, dulce y especial era su amor. vivían cada instante como si fuera el último; anhelando un futuro que jamás llegaría.